El banco franco-belga Dexia, intervenido con miles de millones en 2008, cuando la crisis despertaba, se ha vuelto a desplomar durante la sesión de hoy, situándose, tres años después, al borde de un segundo rescate. Dexia será recordada como la primera entidad europea que se hunde por la exposición de sus activos a la deuda griega. A primera hora las acciones de Dexia perdían un 38%, un desprendimiento que al cierre de la sesión ha remitido por encima del 20%.
La caída de Dexia, que ha arrastrado a los selectivos alemán, francés, británico y, en menor medida, español, venía barruntándose en los últimos meses: en agosto el banco anunció pérdidas trimestrales de 4.000 millones. Y eso que a comienzos del verano pasado, en el segundo de los test de estrés desde el inicio de la crisis actual, Dexia fue la tercera entidad en superar con nota las pruebas de la Autoridad Bancaria Europea (EBA, en inglés).
Aquellas pruebas se revelan ahora como una pantomima que puede ocultar nuevas caídas. Los exámenes no previeron, por ejemplo, la posibilidad de impago de Grecia; ni siquiera la reestructuración de la deuda helena, una opción de la que hoy día solo se discute en qué grado se aplicará.
Las autoridades de ambos países se apresuraron hoy a intentar calmar a los mercados y al público, al asegurar que tomarán "todas las medidas necesarias para garantizar" los fondos de los ahorradores y acreedores, según una declaración conjunta. En otras palabras, París y Bruselas auguran un nuevo monto que se suma a los dos billones de euros (dos veces el PIB español) con los que los bancos centrales de la UE han financiado a las entidades desde la caída de Lehman, por estas fechas hace tres años. En vano.