Nadie discute el liderazgo de Mariano Rajoy, pero eso no significa que las direcciones regionales y provinciales se plieguen a los deseos de Génova. El incremento del poder territorial del PP ha ido parejo al de sus 'baronías' y muchas de éstas no han tenido problemas en resistirse a las pretensiones de la direción nacional del partido durante el proceso de elaboración de las listas electorales. Los llamados 'cuneros' o 'paracaidistas', esto es, aquellos que acaban ocupando un puesto en candidaturas por circunscripciones de las que no son originarios, han tenido más problemas que otras veces para encontrar un encaje, hasta el punto de que el todavía diputado Gustavo de Arístegui se quedó fuera de la confrontación electoral.
Arístegui fue de número dos por Zamora en 2008, pero sus relaciones con el presidente provincial, Fernando Martínez Maillo, eran bastante mejorables. Maíllo hizo causa para evitar su repetición en la lista, aunque esta resistencia se saldó con la llegada a Zamora de otro 'cunero', Víctor Calvo-Sotelo, miembro del gabinete de Rajoy. Génova intentó encajar a Arístegui en Guipúzcoa y en Ciudad Real, según ha podido saber Vozpópuli, pero estas direcciones provinciales se negaron a aceptar al que era, además, un antiguo crítico, independientemente de que su trayectoria, desde el convulso congreso de Valencia en 2008, haya sido impecablemente leal.
De hecho, Génova buscará tras las elecciones del 20-N una salida al que ha sido su portavoz en la comisión de Exteriores del Congreso de los Diputados. Diplomático de carrera, Arístegui podría ir destinado a alguna embajada, en caso de que el PP gane las elecciones. Fuentes populares aducen que "no hace falta ser diputado para estar en política nacional".
En Valencia también hubo sus más y sus menos. El presidente provincial, Alfonso Rus, estuvo a punto de llamar a la puerta de Rajoy para pedirle que sacara de esta circunscripción a Ignacio Uriarte, ex presidente de Nuevas Generaciones y natural de Madrid, que ya fue en 2008 en la lista valenciana. Génova le transmitió que no aceptaba más interlocutor que el presidente regional, Alberto Fabra, y al final impuso, no sin problemas, su criterio.
Poca capacidad de maniobra
Las dificultades se acumularon en la mesa del presidente del Comité Nacional de Listas, Miguel Arias Cañete. Había muchos nombres nuevos que introducir y pocas circunscripciones que aceptaran 'paracaidistas'. Consiguieron también que el presidente de Nuevas Generaciones de Madrid y ayudante de José María Aznar en FAES, Pablo Casado, aterrizara en Ávila, de número dos, aprovechando el 'hueco' que dejaba en la lista Ángel Acebes.
Génova asumió que no tenía mucha más capacidad de maniobra. Fuentes populares explicaron a Vozpópuli que el ingente poder territorial del PP, el hecho de que las "'baronías' se sientan más fuertes tras las elecciones dle 20-N, "nos dificultó las cosas" hasta el punto de que todo se concentró en la lista de Madrid, curiosamente donde menos problemas puso la dirección regional. La planta primera de Génova solo dejó claro que no aceptaría bajo ningún concepto al vicealcalde y mano derecha de Alberto Ruiz-Gallardón, Manolo Cobo. En Madrid incorporó Rajoy al alcalde, al presidente del PP de Navarra, Santiago Cervera, y a otro de los llamados críticos, Ignacio Astarloa, así como a dos miembros de su gabinete bajo el mando de Jorge Moragas, Alfonso Senillosa (en puesto de salida) y Valentina Martínez.