José Luis Rodríguez Zapatero ha comparecido una hora exacta después del anuncio de ETA. Lo ha hecho en la Moncloa, sabedor de la trascendencia histórica que tiene un comunicado de la banda terrorista en el que se anuncia lo nunca visto en 43 años: que no va a volver a matar. “Soy consciente”, arrancó el presidente, “de este hecho trascendental que ETA acaba de hacer público”. Y agregó: “Por eso quiero resaltar la confianza en los españoles, la libertad y España”.
La intervención fue breve, muy breve. Y solemne. “Habrá una democracia sin terror, pero no sin memoria. Durante demasiados años hemos sufrido el terror, hasta lograr que la razón democrática se abra camino definitivamente”.
Su escueta comparecencia ha estado cargada de agradecimientos. Agradecimientos a “los diferentes gobiernos democráticos y sus presidentes”; agradecimientos “a los miembros de los cuerpos de la seguridad del Estado”, a los que ha enumerado uno a uno; agradecimientos a la sociedad, “la española y la vasca”; agradecimientos a Francia, “a la determinante gestión de Sarkozy”, con cuyos gobiernos, dijo, España tendrá “una deuda perpetua”.
Y, cosa rara a un mes del 20-N, agradecimientos “a los ministros del Interior, en particular a éste”, en lo que se interpreta como una referencia no al actual responsable de Interior, Antonio Camacho, sino al penúltimo ocupante del cargo y candidato socialista a la presidencia, Alfredo Pérez Rubalcaba.
“El Estado de Derecho es el único modelo posible de convivencia. Pero el dolor infligido acompañará a las futuras generaciones. La unidad de los partidos democráticos españoles y vascos ha resultado decisiva. Ahora, al Gobierno y al Parlamento que salgan de las próximas elecciones les corresponderá asumir esta etapa”. Y culminó paladeando la “legítima satisfacción por la victoria de la ley, la democracia y la razón”.
