En periodo electoral, hay debates y debates. Las elecciones de mañana las ha monopolizado, lógicamente, la economía, muy por delante de todo lo demás: el paro preocupa al 80% de los españoles. En semejante contexto, ¿qué interés pueden tener los defensores de la legalización del cánnabis, una vieja reivindicación de los partidos minoritarios de izquierdas, actualmente en franca decadencia?
Solo dos. En primer lugar, que cerca del 40% de españoles de entre 15 y 34 años ha fumado alguna vez porros, según datos de la UE de 2011. Y, en segundo lugar, que un economista francés, Pierre Kopp, ha realizado un sesudo estudio ampliamente difundido en Le Monde en el que desgrana cuánto podría ingresar París si el consumo de cánnabis fuera legal y controlado. Resultado: más de 1.000 millones de euros al año, a los que se sumaría el fin del narcotráfico con relación a esta droga.
No existe en España un estudio similar sobre el impacto económico que tendría la ganja. “No creo que nadie haya hecho un trabajo parecido al mío”, responde Kopp escuetamente por email. Pero existe un hecho innegable: con una de las leyes más severas de Europa, ya que incluye una pena de cárcel, Francia es también uno de los países europeos donde se consume más cannabis (detrás de República Checa, Italia y España). Aunque el 63% de los franceses está en contra de la legalización, algunos destacados políticos –como Arnaud Montebourg, tercero del PS en la carrera a la presidencia– han enarbolado la bandera de la normalización del cáñamo.
Pocos partidos defienden la legalización
Estos hechos (aumento del consumo y de las incautaciones en los últimos años) son perfectamente extrapolables a España. Sin embargo, apenas un puñado de partidos lleva la despenalización en el programa. Incluso IU lo ha borrado para estas elecciones –“no es que no lo defendamos”, explican en esta formación; “lo que ocurre es que teníamos ya tantas y tantas páginas de programa que decidimos quitarlo esta vez. Nuestra posición sobre el cánnabis es la misma que hace 25 años, cuando nuestra fundación: despenalización y uso controlado de drogas blandas” –.
A falta de estudios económicos, el profesor de sociología de la Universidad de Huelva, Isidro Marín, pasa por ser uno de los mayores expertos en el ramo. Él es autor de la única tesis al respecto, La cultura cannábica en España, publicada en 2008. “El PSOE apostaba antes de llegar al Gobierno por revisar la legislación. Pero en ocho años no ha movido ni un dedo. Ahora que parece que va a ganar el PP es imposible que haya un cambio”.
El autocultivo domina
Pero si las expectativas pro-legalización son nulas, “he comprobado”, explica Marín, “que lo que se tiende ahora es al autocultivo. Así se elimina el contacto con los proveedores (los ‘camellos’) y se consume en una especie de legalidad dentro de la ilegalidad”. En efecto, en España pueden existir entre 50 y 100 asociaciones cannábicas. “Y ni siquiera se denominan ya asociaciones”, agrega el sociólogo, “sino clubes de consumidores. Son espacios privados donde todo el mundo es consumidor y el acceso está regulado mediante el DNI”.
De lo que no hay duda es que se trata, probablemente, de la sustancia ilegal más consumida en españa. En la UE, solo Holanda tolera el consumo de forma regulada (coffee shops). En el estado de California se celebró hace un año un referendo para legalizar la marihuana, pero un 57% rechazó esta iniciativa.
¿Quién lo defiende? El PP, para nada, “pero, cuando AP pasó a ser PP, algunos de sus miembros defendían la legalización”, informa Marín. El PSOE, continúa, es el partido de la ambigüedad porque desde la oposición parece más favorable a la normalización que en el Gobierno. “En alguna parte de sus memorias, Felipe González confiesa haber fumado hachís y marihuana en La Moncloa”.
Finalmente, Isidro Marín lamenta que IU haya decidido apartar esta vez la idea de su programa. Solo lo recogen los documentos de Equo-Compromís e ICV. Éste último defiende la despenalización de todas las drogas.