El interés de las grandes corporaciones financieras e industriales en el arte ha dejado a su paso una importante estela de colecciones privadas que hoy juegan un rol cada vez más visible en el quehacer cultural español e internacional, verbigracia las colecciones de arte del Banco Santander, La Caixa o el BBVA.
Aunque el mercado ha crecido considerablemente –alrededor de un 60% en la última década-, esta cifra todavía es pequeña si se compara con el movimiento de piezas de arte en países de larga tradición como Estados Unidos e Inglaterra, pero también en las economías emergentes de Rusia y China.
¿De dónde provienen estas colecciones de la banca española? ¿Cómo se formaron? ¿Cuáles de ellas existen todavía con su nombre propio y cuántas han pasado a formar parte de otras? ¿Cuándo comenzó, de manera formal, el interés institucional en dar a conocer colecciones que antes permanecían a puertas cerradas?
Los maravillosos ochenta
En España, con algunas excepciones, no sería hasta finales de los setenta y el comienzo de la década de los años ochenta cuando los bancos comenzarían a perfilar el papel institucional que hoy juegan en el mundo del arte tanto como coleccionistas y difusores. Una de las primeras entidades que se volcó en la creación de una colección propiamente dicha fue el Banco Urquijo.
Buena parte de los fondos del Urquijo - fundado a finales del siglo XIX- pasaron primero al Banco Hispano Americano, luego a manos del Banco Central Hispano (BCH), el cual a su vez fue producto de una fusión entre los bancos Central, fundado en 1919, y el Hispano Americano, fundado en 1900. Nos referimos a entidades de largo recorrido histórico que atesoraban entre sus pertenencias valiosas piezas.
Las colecciones del Urquijo y del Central Hispano se unieron, finalmente, en 1999, y entraron a formar parte de lo que hoy conocemos como la Colección del Banco Santander, entidad de origen cántabro que en ese entonces se fusionó con el Central Hispano y que hoy se posiciona como el cuarto banco del mundo. Su colección, sin duda, hace honor a ese poderío. Por algo la llaman “colección de colecciones”.
Uno de los primeros rasgos de la colección del Santander es el largo período histórico que abarca, del siglo XV hasta nuestros días. Tal y como explica Rosario López Merás, directora de proyectos culturales de la Fundación Banco Santander, la verdadera importancia de la colección no radica en “la cantidad sino la calidad de lo que posee”. Lo que podría parecer un rasgo obvio hay que verlo, sin embargo, con lupa.
En un amplísimo repertorio de más de mil obras, destacan dentro del siglo XVI, lienzos de Tintoretto o las tablas de Lucas Cranach, Joan de Joanes y Luis del Morales. Del XVII exigen mención obligada las obras del Greco –por ejemplo, Cristo crucificado con Toledo al fondo, de 1613-, Zurbarán, Alonso Cano, Valdés Leal –del que sobresale La imposición del nombre de Jesús-, Van Dyck (los retratos del marqués de Leganés y el obispo van Malderen) así como Rubens, con el retrato del obispo Ophovious.
Entre los pintores españoles y modernos representados se hallan Rusiñol, Casas, Regoyos, Zuloaga, Sorolla, Joaquim Mir, Joan Miró, Picasso, Vázquez Díaz, Saura, Tàpies y Barceló, entre muchos otros, además de 30 piezas -28 lienzos y 2 dibujos- de José Gutiérrez Solana; estos incluyen una selección de piezas que abarcan desde que el artista tenía 20 años hasta su muerte.
Para algunos especialistas como Leandro Navarro, esta porción de Gutiérrez Solana del Santander supone “colección dentro de la colección, porque reúne todos los asuntos propios de la pintura del artista”: retrato individual, así como piezas dedicadas a toros, las procesiones, las máscaras, entre muchos otros.
Según explica Rosario López Merás, obedeciendo al carácter cada vez más internacional de la entidad, la colección del Banco Santander ha adquirido recientemente piezas de arte contemporáneo internacional que tendría entre sus exponentes a artistas como Richard Serra, expuesto en La Ciudad Financiera de Boadilla.
Allí también puede apreciarse una colección de más de mil monedas de todas las épocas, desde las dracmas acuñadas en el siglo III a.C. por las colonias griegas peninsulares, hasta la ya desaparecida peseta. Un intenso programa de difusión ha llevado al Santander a desarrollar una faceta multimedia que permite al público conocer mejor la colección a través de su página Web.
Desde hace 20 años, en paralelo e incluso un poco antes que el Urquijo, la aseguradora Mapfre comenzó la difusión de su destacable colección en la que el dibujo ocupa el primer lugar. Otra pionera en la confección de un perfil empresarial coleccionista fue Argentaria, una entidad bancaria pública española fundada en los años noventa, durante el gobierno de Felipe González.
Tras su privatización entre 1993 y 1998, Argentaria se fusionó con el Banco Bilbao Vizcaya, actual BBVA. En esa operación, Argentaria aportó a la colección del Bilbao Vizcaya un total de 1090 obras procedentes del Banco Exterior –entidad que formaba parte de Argentaria junto con Caja Postal de Ahorros, el Banco Hipotecario de España, el Banco de Crédito Local, así como los bancos Crédito Agrícola y de Alicante.
La unión de las colecciones del Bilbao Vizcaya y Argentaria dieron forma a lo que hoy se conoce como la colección de la Fundación BBVA, en cuyos fondos están representadas las escuelas flamenca, hispanoflamenca, holandesa, francesa, italiana y españolas de los siglo XV al XVII con nombres como Van Dyck, Cuyp, Murillo o Goya, de quien destaca el Retrato de Don Pantaleón Pérez de Nenin (1808).
El capítulo de arte moderno lo completan piezas del XIX y principios del XX: las marinas de Martí i Alsina y Meifren; los paisajes de Regoyos y Rusiñol, obras de Sorolla, Iturrino, Zuloaga y Arteta; y, para finalizar, una extensa y variada muestra ilustrativa del arte contemporáneo, que incluye a artistas españoles y también arte latinoamericano.
LaCaixa, la joya de la corona del arte español
Según algunos especialistas consultados, entre ellos Lola Garrido y Carlos García Osuna, la más potente y especial de los fondos de arte españoles es la colección de arte contemporáneo de la Fundación LaCaixa. A diferencia del resto de las entidades, LaCaixa no heredó su colección sino que fue diseñándola, a partir de los 90, con una política de adquisiciones asesorada por la especialista María del Corral.
Centrada en el arte contemporáneo, entre los artistas consagrados de los sesenta y setenta que figuran en esta colección sobresalen Giovanni Anselmo, Joseph Beuys, Donald Judd, Jannis Kounellis, Mario Merz, Bruce Nauman, Richard Serra, Gerhard Richter, Sigmar Polke, Georg Baselitz, Antoni Tàpies, Luis Gordillo, Joan Hernández Pijuan y Ràfols Casamada.
Las expresiones artísticas más recientes incluyen las pinturas de Julian Schnabel, Francesco Clemente, Enzo Cucchi, Anselm Kiefer, Miquel Barceló y Ferran García Sevilla, así como las esculturas de Tony Cragg, Richard Deacon, Anish Kapoor, Susana Solano, Cristina Iglesias y Juan Muñoz. La línea “más conceptual” está representada por los alemanes Günther Förg, Reinhard Mucha, Harald Klingelholler, Katharina Fritsch y Rosemarie Trockel; y los americanos Robert Gober, Haim Steinbach, Peter Halley, Cindy Sherman, Tim Rollins y Allan McCollum.
La fotografía, la instalación y el videoarte son el plato fuerte de la colección de la caja ctalana. La Caixa puede presumir de tener en su fondo, piezas de Geneviève Cadieux, Jeff Wall, Thomas Ruff, Thomas Struth, Andreas Gursky, Sophie Calle, Bruce Nauman, Bill Viola, Gary Hill, Judith Barry, Sam Taylor-Wood, Javier Peñafiel, Antoni Abad o Shirin Neshat.
Hay que destacar la amplitud de registros y tendencias más contemporáneas y recientes que incluye a los creadores norteamericanos, latinoamericanos, españoles y europeos más destacados, entre ellos Elena del Rivero, Mike Kelley, Guillermo Kuitca, Antoni Abad, Pedro Mora, Miroslaw Balka, Doris Salcedo, Valeska Soares, Stephan Hablutzel, Janine Antoni, Franz West y Montserrat Soto.
También perteneciente a una caja y no a un banco, la colección de la obra social de Caja Madrid se desmarca gracias a sus fondos de pintura española de la segunda mitad del siglo XX. Se trata de más de 300 obras que incluyen desde un gran díptico de Tápies que representó a España en la Bienal de Venecia de 1984 hasta una completa colección de piezas que incluyen a Arroyo, Barceló, Esteban Vicente y Carmen Laffón, conjuntamente con artistas jóvenes como Simenón Sáenz Ruiz, Verbis y Amondarain.
Si bien es cierto –según confirmó a Vozpópuli José Guirao, director de La Casa Encendida- ésta ha detenido una de las dos vías que nutren su política de adquisiciones, Caja Madrid todavía convoca el certamen Generaciones, organizado para promover a los artistas más españoles más jóvenes.