Parece que estaba tan seguro de su triunfo que no ha tardado ni 24 horas en poner patas arriba toda la estructura provisional que Zapatero montó después de la derrota electoral del 20-N. Rubalcaba ha agradecido los servicios prestados a José Antonio Alonso, un portavoz parlamentario que siempre ejerció su cargo a regañadientes, y ha puesto en su lugar a la abogada vallisoletana Soraya Rodríguez, dejando en la reserva al joven vasco Eduardo Madina, visto por no pocos diputados como el cartel electoral ideal del PSOE en 2015.
Rubalcaba ha decidido también hacer de su ejecutiva un auténtico ‘gobierno en la sombra’, por lo que ha impuesto a la mayoría de sus miembros la dedicación exclusiva. Elena Valenciano, la número dos del partido, dejará la portavocía de Asuntos Exteriores que ejercía en el Congreso. Inmaculada Rodríguez Piñero, al frente del área económica de Ferraz, dejará la portavocía parlamentaria de Hacienda. Antonio Hernando, encargado de política autonómica, dejará vacante la portavocía de Interior. Gaspar Zarrías, nuevo responsable de la política municipal, Jesús Caldera, en la secretaría de Programas, y Trinidad Jiménez, secretaria de política social, dejarán libres también en el Congreso las áreas de Cooperación Internacional, Trabajo y Defensa. Los cambios afectarán también a Juan Moscoso y a Rafael Simancas, hasta ahora cabezas visibles en la Cámara Baja de política europea y de Fomento.
La revolución que prepara Rubalcaba en el grupo parlamentario que José Blanco le ayudó a perfilar a su medida cuando ambos negociaron las listas electorales, le servirá no solo para concentrar en el cuartel general de Ferraz su auténtico ‘gobierno en la sombra’, sino para repartir juego entre diputados que se habían quedado fuera de juego y que, en el supuesto de que hubiera ganado Chacón el 38º Congreso, ni siquiera hubieran podido tocar la pelota durante esta legislatura. El puesto de portavoz no solo lleva aparejado unos ingresos extra sino que sirve para contactar con los sectores que más influyen en cada área de actividad.
Rubalcaba enfatizó ayer durante su primera rueda de prensa como secretario general del PSOE la importancia que le da a disponer de una ejecutiva “potente” y “de peso”. En la sombra, siempre en la sombra, fue uno de los ministros que más reprochó en el pasado a Zapatero el haberse rodeado en la dirección del partido de personas de poco nivel. De las dos últimas ejecutivas salientes que trabajaron a las órdenes del ex presidente del Gobierno formaron parte, entre otros, Leire Pajín, Pedro Zerolo o la propia Carmen Chacón.
Rubalcaba ha decidido también disimular, que no olvidar, buena parte de las tensiones que vivió antes y durante los tres días que duró el 38º Congreso. Su actitud se define por sí sola con estas frases dedicadas ayer a José Antonio Griñán y a Carmen Chacón, que fueron dos de sus principales dolores de cabeza hasta el domingo. Del primero señaló: “Griñán y yo somos amigos desde hace tiempo, ahora Andalucía es una urgencia para el partido”. De la segunda, dijo literal: “Considero a Chacón una amiga y tiene todo el futuro por delante. Se ha comportado de forma impecable”.