Las amenazas de Argentina de nacionalizar la filial de Repsol y el posible recorte del dividendo de YPF están poniendo sobre la mesa el excesivo riesgo que asumió la petrolera que preside Antonio Brufau hace cuatro años, cuando permitió la entrada del grupo local Petersen (familia Eskenazi) en YPF, con una participación de hasta el 25%.
Repsol financia la operación a medias con los bancos, y los Eskenazi pagan sus créditos con los dividendos de YPF. Las presiones del Gobierno podría romper este círculo. Y en el caso de impago de los Eskenazi, la petrolera española se coloca por detrás de los bancos porque las entidades financieras obtienen la garantía de Repsol.
Las cifras que hay en juego son importantes. La petrolera ha prestado 1.640 millones de dólares (primero 1.015 millones en 2008 y 625 millones en 2011); y los bancos otros 1.704 millones (1.026 millones y 678 millones), según fuentes financieras. La operación se realizó en dos fases, en 2008 Petersen adquirió un 14,9% de YPF y en 2011 el 10% restante (ejecutaron su derecho de compra con antelación a la fecha tope de febrero de 2012). En ésta última, Petersen incluso no puso ni un dólar, según la documentación consultada.
De esta forma, Petersen se ha hecho con la gestión de la compañía, sólo ha puesto 191 millones y paga los créditos con el dividendo de YPF. Las condiciones de los créditos son muy ventajosas para el grupo argentino: en los últimos 625 millones de dólares que prestó Repsol en mayo de 2011, por ejemplo, Petersen no paga principal en los primeros cinco años; y su interés es del 7,4% hasta 2016 (cinco años) y baja al 6,55% en adelante, según los registros consultados.
Para garantizar este cobro, YPF reparte el 90% de los beneficios, según las cláusulas del contrato ente Repsol y Petersen de 2007. Se calcula que el pago mínimo anual del dividendo de YPF debe ascender a 1.000 millones de dólares. Pero si finalmente, YPF recorta dividendo, como así está presionando el Gobierno argentino, Repsol corre el riesgo de impago.
Más inversión, a cambio
Antonio Brufau, que se desplazó el pasado viernes a Buenos Aires, se reunirá esta semana con la administración argentina para negociar la crisis de YPF. Lo importante es impedir el recorte del dividendo por el riesgo de impago, por lo que parece que Repsol podría ser más flexible en el requerimiento del Gobierno de aumentar la inversión en Argentina.
Las acciones de Repsol siguen sufriendo una enorme volatilidad. Ayer registraron una caída del 4,09% en Bolsa, hasta 20,28 euros, y registraron el mayor descenso del Ibex. El banco Credit Suisse, que lidera el consorcio internacional de acreedores de Petersen, rebajó ayer el precio objetivo de Repsol de 27 euros a 25,5 euros por acción.