En días de buenismo cultural, días en los que abundan las mejores intenciones y en los que todo el mundo cree que Madrid es una capital del arte por mantener una edición más de ARCO, una feria que lleva años siendo cuestionada; en días como estos, el Museo Reina Sofía propone una exposición que viene como anillo al dedo. Se trata de Castillos en el aire, de Hans Haacke.
Haacke es conocido en el mundo del arte por su vocación crítica y su capacidad de analizar las contradicciones del sistema del arte sin caer en el embarazoso gesto de la militancia o la obviedad. Con la coherencia le basta.
En esta oportunidad, Haacke ha producido una pieza especialmente para la exhibición. Es la que da nombre a la muestra. Trabajando a partir de la figura del Ensanche de Vallecas, Haacke ha levantado un registro documental de un barrio lleno de edificios a medio hacer que no llegaron a convertirse nunca en tales.
Pero, ¿cómo lo hace? En sus recorridos por los terrenos abandonados o a medio construir, Haacke notó que la mayoría de las calles tenían nombres de movimientos artísticos de la segunda mitad del siglo XX –por ejemplo, calle del arte Pop o calle del arte conceptual- o incluso de algunos artistas contemporáneos, como Chillida, eso, en un barrio completamente desangelado y detenido en medio de la nada, le pareció a Haacke la ironía más grande, como él mismo explica, con la que podía toparse.
El artista decidió indagar un poco más y entró en contacto con las inmobiliarias y promotoras de esos chalets y edificios. La mayoría estaban en bancarrota y los pisos, en manos de bancos.
A esta primera sección con vídeos y fotografías de un barrio detenido, poblado por esqueletos de edificios, se une una sección construida a partir de las notas simples de las viviendas vendidas a particulares que compraron sobre planos.
Se trata de una estructura de papel suspendida como un móvil que lleva el nombre ‘Castillos flotantes’ , rodeada de obras de arte pertenecientes a los movimientos que bautizan las calles de ese barrio muerto:desde una pieza de Joseph Kosuth para la calle Arte Conceptual hasta otras de Antonio López para calle Arte Figurativo.
Cabe destacar que estos nombres ni fueron inventados por el artista ni muchos menos. Existían. Estaban previstos en el desarrollo inmobiliario. De ahí que para Haacke, la idea arte-ruina, se hiciera tan visible ante sus ojos en este proyecto. “Las notas simples de esos edificios sin terminar es lo que realmente significa un Castillo en el aire”, comenta Haacke, quien demoró entre dos y tres años para completar este proyecto.
Algunas claves sobre Haake
Desde sus inicios como artista, Haacke ha entendido el arte como un sistema que refleja las luchas de poder. Y en esa dinámica, más que denunciar, el artista se ha limitado a enunciar determinadas situaciones. Eso sí: en los lugares donde tendría sentido hacerlo, centros más importantes de los circuitos plásticos.
Conocida fue la polémica que protagonizó en 1971 en el Museo Guggenheim, cuando una muestra individual suya fue cancelada a causa de una pieza que ponía de manifiesto las relaciones personales de los miembros del consejo de administración del museo con entidades inmobiliarias relacionadas con operaciones fraudulentas.
Una exposición en el Museo Wallraf-Richartz fue también cancelada debido a la inclusión por Haacke de la celebración PROJEKT '74 en Colonia, un proyecto que revelaba donaciones de obras pertenecientes a figuras del Tercer Reich.
En 1970, Haacke creó una instalación encargada por el MoMA en Nueva York titulada MoMA Poll. Haacke planteó esta pregunta: «¿Sería el hecho de que el gobernador Rockefeller no haya denunciado la política del presidente Nixon en Indochina una razón para que tú no le votes en noviembre?».
Los visitantes tenían que introducir la papeleta de «sí» o «no» en una de las dos urnas de plexiglás. El resultado al final de la exposición era aproximadamente del doble de papeletas de «sí» respecto a los votos «no». La instalación es un primer ejemplo de crítica institucional y criticaba a unos miembros del consejo de administración y a la propia institución (MoMA).
Otros elementos de la exhibición en el MNCARS
Para esta ocasión se han reunido cerca de cuarenta obras que abordan las principales preocupaciones de Haacke, desde el mercado y los efectos de la globalización, hasta las relaciones entre arte y poder. Muchos de estos trabajos son instalaciones de gran formato, que están compuestas, a su vez, por multitud de obras (fotografías, collages, documentos u objetos cotidianos).
Por otro lado, se han reproducido trabajos históricos y emblemáticos de la carrera del artista, como Grass Grows –una zona de césped que crece en la sala- (1967-69), News (1969-70) –una instalación compuesta por una máquina que inunda una sala con teletipos-, o Global Marketing (1986-2011), en un intento no de reexponer su obra previa y de hacer una retrospectiva al uso, sino de “reestrenar” –en palabras de Borja Villel- a partir del nuevo marco de crisis económica y política que atraviesa España.