El almuerzo que el Gobierno brindó ayer a una veintena de multinacionales extranjeras instaladas en territorio nacional acabó con indigestión. La loable idea de que estas compañías nos ayuden a vender la imagen de España en el exterior terminó con los jefes de estas empresas reprochando al Ejecutivo lo mal que está vendiendo España, según confirmaron fuentes empresariales.
Allí estaba la plana mayor del Gobierno con la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría a la cabeza, el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria; la titular de Fomento, Ana Pastor; el de Exteriores, José Manuel García-Margallo; y el de Agricultura, Miguel Arias Cañete. Pero eso no impresionó a estos empresarios, quienes denunciaron la falta de competitividad del país, la dualidad del mercado laboral que provoca el paro juvenil, la inseguridad jurídica por los continuos cambios de legislación, la ausencia de unidad de mercado entre 17 comunidades y, sobre todo, la pésima forma en que este Ejecutivo está comunicando sus reformas al exterior.
Vender las reformas
Los empresarios hicieron especial hincapié en que fuera de España no se conoce ni el calado de las reformas ni el tamaño de los ajustes presupuestarios. Y pidieron al Gabinete de Rajoy que hiciese un mayor esfuerzo para explicar sus medidas y las fortalezas del país. Entre los asistentes que acudieron a esta cita de tres horas se encontraban los primeros espadas en España de E.ON, Vodafone, KPMG, PSA-Peugeot, Microsoft, PWC, Deloitte, Ford, Huawei, HP, Opel, Bayer, Siemens, Glaxo, MacDonald’s, Philips, IBM, Alcatel-Lucent, Accenture, Ericsson y General Electric.
El mismo director general de Renault España Comercial, Armando García Otero, lamentó en declaraciones a Europa Press a la salida del evento que los costes logísticos sean tan altos, porque “llevar una caja de velocidades de Algeciras a Tánger es más caro que de Rumanía al puerto marroquí”.
El Gobierno insiste en que ellos llamaron a la puerta de estas empresas para saber en qué fallan y mejorarlo. Esta reunión se enmarca en el plan de la marca España para fomentar la imagen del país en el exterior, justo en un momento en el que la etiqueta Made in Spain ha resultado tan perjudicial para las empresas que la portan. Sólo hay que observar las cotizaciones de entidades como BBVA o Santander o las expropiaciones sufridas por Repsol y Red Eléctrica.