España

Habla un agente del Piolín: "Ya solo pido a Sánchez que nos trate como personas"

Un agente de la Guardia Civil que vivió dos meses en el Piolín responde al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez: "Tengo una desilusión enorme. Ni valoran, ni respetan nuestro trabajo".

  • Vehículos de la Guardia Civil vandalizados en Barcelona, durante una protesta contra el registro de la sede de la consejería de Economía de la Generalitat. QUIQUE GARCÍA / EFE

"Tengo respeto al presidente de nuestro Gobierno por lo que en su día juré, pero le preguntaría por qué ha degradado tanto a su Guardia Civil y Policía Nacional". Son las reflexiones que realiza en una entrevista a Vozpópuli uno de los agentes que permaneció dos meses a bordo del barco Piolín. Este guardia civil fue insultado y escupido por el mero hecho de cumplir con su trabajo. Ahora siente una "enorme desilusión" por las palabras que ha utilizado Pedro Sánchez para referirse a él y al resto de sus compañeros que estuvieron desplegados en Cataluña.

"La diferencia en materia territorial cuando ustedes gobiernan y cuando gobierna el PSOE es que ustedes mandaban 'piolines' a Cataluña y con nosotros, la Selección española de fútbol puede jugar en Cataluña sin ningún tipo de problema ni polémica", respondió Sánchez a Cuca Gamarra durante la sesión de control en el Congreso de los Diputados.

Una palabras que crearon una gran indignación entre los sindicatos y las asociaciones de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. El portavoz de Jucil, Agustín Leal, considera a Vozpópuli que estas afirmaciones son "totalmente desafortunadas" y una falta de respeto a los compañeros. "Supone un déficit de respeto tremendo de quien debe defendernos sin ambages. Es una burla y desprecio que adopte el lenguaje de los que dieron el golpe de Estado". Pero dolieron más si cabe a los miles de agentes que permanecieron durante esos meses en Cataluña abordo del famoso barco.

"Sánchez no es consciente de que el principio de autoridad en España no se está respetando. Tú que tienes que ser nuestro representante me llamas Piolín como nos llamaban los independentistas", reflexiona a Vozpópuli uno de estos agentes que estuvo pernoctando en ese barco del 20 de septiembre al 19 de noviembre del 2017. Este guardia llegó a fotografiar las imágenes que se encontraba en las señales de tráfico de Barcelona. Un emblema con la prohibición de un Piolín.

Una imagen tomada por este agente durante su estancia en Barcelona

Este guardia reconoce que siente una "desilusión enorme" como ciudadano y como agente porque "los que me tienen que valorar, ni me valoran, ni me respetan". "Ese término ha sido totalmente pensado. Lo dijo porque tenía enfrente a Gabriel Rufián", critica.

Su vida en el Piolín

Lo que de verdad lamenta es que el trabajo que hicieron en Cataluña durante tres años quedó en el olvido: "no vale para nada". "Hay compañeros antidisturbios de la Policía Nacional que se han quedado en silla de ruedas y les ha faltado el respeto", enfatiza.

Este guardia compartía un camarote con otro compañero de 15 metros cuadrados. No se podían cambiar juntos porque no había suficiente espacio y tenía que dormir de lado porque no entraba en la cama. "Teníamos la suerte de contar con una pequeña ventana que en otras habitaciones ni había", recuerda.

Explica que la idea del barco "fue la mejor" pero "no como la realizaron". Para este guardia se deberían haber usado barcos de Pullmantur y posicionarlos de forma estratégica también en Tarragona y en Palamós. Los primeros días fueron llevaderos pero el tiempo hizo mella en sus ánimos y en el barco.

Se nos prohibió actuar ante los insultos

"La primera semana no comimos mal. Creo que la alimentación estaba programada para pasar en ese barco una semana y después se notó sobremanera la situación", afirma. "Imagínate mil personas abordo con la tensión agravada que teníamos en esos momentos", asegura.

Estos agentes representaban para los barceloneses la figura del "Estado opresor" ya que se les "había comido la cabeza". Los policías y guardias civiles que circulaban por las calles de la Ciudad Condal recibían insultos, cortes de manga e incluso eran escupidos. "Se nos prohibió actuar ante estas insinuaciones. No se podía identificar a las personas que las cometían como sucedía a diario en cualquier punto de España", recuerda.

"El 1 de octubre fue un día muy complicado. Teníamos sentimientos contradictorios. La gente que salió a la calle nos provocó pero no se produjeron más altercados. Esperaban que fuéramos a actuar de una forma más villana. Después de esa jornada la actitud de la gente cambió. Se había partido la población entre los que nos apoyaban y los que no", reflexiona.

Tensión con la tripulación

Porque la gente en las calles "te paraban, nos daban abrazos, nos ofrecían comida, las duchas de su casa". "Nunca olvidaré a un chico que se llama Alejandro. Tenía una empresa familiar de transporte y cuando acababa su jornada laboral venía al barco a ofrecernos comida o limpiarnos la ropa", dice.

Toda esta situación de tensión que vivían los agentes en las calles de Barcelona también se trasladaba al barco ya que se produjeron tiranteces con los italianos que formaban parte de la tripulación de la nave. Este guardia recuerda una situación especial.

"El jefe de los camareros se puso a jugar con una manzana. Un agente de la UIP de la Policía Nacional le dijo que no jugará con esa fruta ya que luego se la tenía que comer. El camarero se encaró con el compañero. También se encararon el resto de policías y nosotros con los trabajadores de la cocina. En ese momento pensé que nos liábamos a puñetazos", lamenta.

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