Apenas lo sabía nadie. Ni siquiera lo conocían en Génova, aseguran sus más próximos. El presidente de la Generalitat Valenciana, Alberto Fabra, anunció el lunes por sorpresa su voluntad de presentarse como candidato a las autonómicas de 2015. La novedad, por lo inesperada, conmocionó a los medios políticos valencianos donde se observa con preocupación el ostensible declinar de la figura pública del presidente.
Hostigado por los propios, acogotado por los problemas financieros, asfixiado por una herencia de deudas y corrupción sin precedentes, Fabra veía su futuro político en peligro. Carente de tirón popular, escaso de carisma y con nula capacidad de comunicar en público, Fabra había acudido en los últimos tiempos en diferentes oportunidades a la Moncloa para pedirle árnica a Rajoy contra "el fuego amigo". En Génova le habían dado un ultimatum. Si no recuperaba nivel demoscópico, después de las europeas tendrían que buscar una alternativa.
Suspendida la Junta Directiva Regional, prevista para el domingo de la manifestación de las víctimas y a la que tuvo que asistir González Pons, el presidente Fabra mostró un inopinado rasgo de astucia y convocó una reunión de parlamentarios valencianos para hablar de economía, presupuestos y finanzas. Allí soltó la noticia, en presencia de fieles y, fundamentalmente, de sus enemigos. Se encontraba reunida toda la plana mayor territorial. En primera fila, Rita Barberá, alcaldesa de Valencia, y Alfonso Rus, presideente del PP en la comunidad, cabezas visibles del sector más hostil. Y en Madrid, con el mando a distancia bien aferrado, García-Margallo, ministro de Exteriores y gran muñidor de la 'operación derribo' de Fabra. La estrategia conspiradora pasaba por relevar al titular de la Generalitat después de la cita de las europeas y hacerse con el control de la elaboracón de las listas.
Rajoy estaba informado
Alberto Fabra, a quien no se le conocen demasiados rasgos de audacia o heroismo, protagonizó ese movimiento de sorpesa. Nada sabía en Génova, según las fuentes del PP valenciano. Sólo Mariano Rajoy, muy someramente, y algunos fieles al presidente levantino estaban informados de la novedad. Con distinto nivel de detalle y de concreción.
Las encuestas le son muy desfavorables al PP en la Comunidad. La caída en el respaldo del electorado no cesa, sondeo tras sondeo. El Partido Socialista valenciano tampoco crece pero podría formar gobierno con algunas alianzas. Un desastre para Moncloa y Génova puesto que Madrid y Comunidad Valenciana son dos baluartes simbólicos del Partido Popular y perder el control de ambas plazas resultaría desastroso.
Fabra estaba harto de las intrigas, de las hostilidades, de los cotilleos, de las críticas, de las maniobras en la oscuridad. Harto, fundamentalmente, de Margallo, quien ya había insinuado que el PP sufriría un retroceso importante en las próximas europeas por culpa, más o menos, de la gestión errónea que lleva a cabo el presidente regional. De ahí el manotazo en el tablero, de ahí el golpe sopresa, de ahí el estupor que se ha instalado ahora entre algunos de los principales conspiradores.
Precisamente el lunes, Rita Barberá y Francisco Camps fueron citados a declarar como testigos del 'caso Nóos' el próximo día 16 del presente mes por las relaciones económicas de la Generalitat y del Ayuntamiento valenciano con la empres que gestionaba el yerno del Rey.