Alicia Sánchez-Camacho se prepara para un fin de semana de protagonismo absoluto. Se celebra la convención del PP de Cataluña y recibirá en Barcelona a los principales dirigentes de su formación, con Mariano Rajoy a la cabeza. La presidenta del PP catalán vivió un 2013 lleno de incidencias y tribulaciones. El escándalo del "caso de los espías" de Método 3, que le salpicó en forma directa, hizo tambalear su estabilidad en el partido.
Su almuerzo con una antigua pareja de Jordi Pujol 'junior', cuya conversación fue grabada por una empresa de detectives, provocó un escándalo de notables dimensiones que irritó en forma notable tanto a Moncloa como a Génova. Los buenos oficios desplegados por Jorge Moragas, jefe de gabinete de Rajoy y mentor especial de buena parte de la 'operación', logró evitar su caída en desgracia. Pero ahí no acabó todo. Su propuesta de reforma en la financiación autonómica, con un sesgo netamente favorable a Cataluña, le ganó la enemiga de algunos de los principales barones del PP, que reaccionaron en forma de rechazo frontal a su propuesta.
Tan inestable era su figura dentro del partido que incluso llegó a hablarse de su salida de Cataluña y hasta se negoció un encaje, difícil por otra parte, en las listas a las europeas. Entre los nombres para sucederla al frente del PP catalán apareció entonces el de Dolors Montserrat, actual vicepresidenta de la Mesa del Congreso que ejerce, al tiempo, como secretaria de Organizacón del partido en Cataluña. También circulaba el nombre de García Albiol, alcalde de Badalona, como otro de los candidatos a su cargo.
Sin embargo, parece que las tormentas en torno a la figura de Sánchez-Camacho han amainado. Su instinto político le ha llevado a orientarse en forma incontestable con la direccón del partido en asuntos cruciales, en especial en el de la polémica sobre la reforma de la ley del aborto. Sánchez-Camacho salió raudamente en defensa de la postura oficial, respaldó la reforma de Gallardón y rechazó en forma inconstestable la libertad de voto a los diputados disidentes que algunos reclamaban, como, en especial, Celia Villalobos.
Este fin de semana el PP catalán celebra una convención regional en la que se pretende robar espacio político a Ciutadans, una formación antinacionalista que le supera ya en todos los sondeos. La figura de Albert Rivera se ha transformado en la clave para hacer frente al delirio soberanista conducido por Artur Mas, con los efectos democscópicos demoledores para el PP.
Desde Madrid se trasladarán importantes 'pesos pesados', con Mariano Rajoy a la cabeza, así como Dolores de Cospedal, secretaria general del partido, y varios ministros, entre ellos Jorge Fernández Díaz, titular de Interior. Durante este estos dos días, el PP intentará recuperar su perfil como única fuerza capaz de frenar la acometida soberanista a escala nacional, algo que Rivera, circunscrito estrictamente a territorio nacional, no puede ofrecer. Fuentes del partido deslizan que Rajoy pronunciará un discurso importante sobre el futuro de Cataluña y sobre el camino emprendido por el nacionalismo de CiU desde hace ya un par de años.
Paralelamente, Camacho planea la reestructuración del equipo directivo de su formación, lo que en la interna denominan ya "una limpia", con cambios importantes en la cúpula. Ya ha recibido el visto bueno de Génova, donde se da por hecho que entre los cargos de relevancia que serían removidos de su actual responsabilidad figura Dolors Montserrat, uno de los nombres emergentes, que ocupa ahora un puesto en la mesa del Congreso y de quien se habló meses atrás como posible sucesora de Camacho en el caso de que ésta tomar el rumbo a hacia Bruselas.
La líder del PP catalán busca, con estos cambios, afianzar su liderazgo, acallar los rumores de su salida y rodearse de personas de su absoluta confianza para encarar la carrera hacia las elecciones autonómicas. La reestructuración persigue asimismo imprimirle un serio impulso a la formación en Cataluña, una de las plazas donde el futuro del PP aparece en situación de franco retroceso.