El etarra Igor González Sola apareció muerto el viernes en su celda. Según confirmó el Gobierno, se suicidó. Este terrorista, cuya muerte llegó a lamentar el presidente Pedro Sánchez en el Pleno del Senado, escribió varias cartas a su entorno los últimos años a las que ha tenido acceso Vozpópuli. La suya es la historia de otros muchos presos de ETA enfrentados con la izquierda abertzale oficial que encabeza Arnaldo Otegi. En su caso, el motor de esa ruptura fue sentirse traicionado en un conflicto familiar que le enfrentaba a su ex pareja, la también etarra Nerea Garaizar San Martín.
“Puedo hacer publicó todas las miserias que están haciendo (...) Voy a escribir a todos los sitios que tenga que escribir, desde el gaztetxe de Trapagaran, Sortu, periódicos, redes sociales… A todo Dios que haga falta y eso sólo lo puedo hacer desde fuera del Colectivo, porque en su día me dijeron que no se metían en problemas de pareja (...) Ahora reculan, nos dan la razón y quieren mediar, un poco tarde, ¿no?”. Así amenazaba el etarra a la izquierda abertzale oficial en una misiva remitida a otra integrante de la banda desde la cárcel de Badajoz en 2017.
En esas fechas comenzó un proceso de desencanto hacia todo lo que representa el Colectivo de Presos. Sus comunicados, aunque muchas veces son redactados por reclusos ya en libertad, son la voz oficial de los etarras en las cárceles. Pertenecer a este colectivo da derecho a asistencia jurídica y facilidades a los familiares para las visitas a prisión. El EPPK (por sus siglas en euskera) secunda la estrategia marcada por los herederos de Batasuna tras su regreso a las instituciones hace una década bajo la marca de Sortu.
Eso fue acompañado de algunos cambios de discurso que también convulsionaron el mundo de ETA en las prisiones. Con una ETA herida de muerte y ya sin capacidad de atentar, renunciaron a la exigencia de una amnistía total para todos sus presos, una de las reivindicaciones históricas. Los nuevos tiempos abrieron la puerta a que los etarras pudiesen optar a salidas individuales asumiendo la legalidad penitenciaria. Desde las filas más radicales, eso se interpretó como una traición intolerable después de tantos años de lucha.
Igor González Sola pasó de ser un militante leal a defender la línea dura disidente organizada en torno al movimiento Amnistía Ta Askatasuna (ATA). Es la marca que hace meses retomó la kale borroka y provocó disturbios en Navarra y el País Vasco en respuesta a la huelga de hambre de uno de sus presos. Pero en el caso de Igor González, esta reflexión partió del conflicto personal que le enfrentaba a su expareja -con la que tenía un hijo en común- y la familia de ella. El etarra entendía que fuera de la cárcel, la izquierda abertzale no estaba haciendo nada por ponerse en su piel ni en la de su familia. Consideraba que los galones acumulados durante sus años de militancia terrorista no estaban siendo respetados.
"Dejo el colectivo"
Por eso en 2017 ya trasladó a su entorno su deseo de renunciar a las ventajas de pertenecer a las estructuras oficiales de ETA: “Dejo el Colectivo”. Agradecía los apoyos prestados en el pasado pero argumentaba que no quería que sus problemas personales afectasen a los objetivos de conseguir la independencia. “Por mi situación personal, no puedo poner en ese brete al MNLV (Movimiento Nacional de Liberación Vasco)”.
A finales de marzo de ese año, las autoridades le otorgaron un permiso penitenciario para que visitase a un familiar directo gravemente enfermo. El entorno proetarra es hermético de cara al exterior y no acostumbra a airear sus problemas, pero dentro la información es más fluida. Coincidiendo con la visita, su localidad vizcaína de Ceánuri apareció llena de pintadas del sector más radical dando la bienvenida a Igor González. En la fachada del polideportivo local aparecieron mensajes en euskera que le jaleaban con un “Bienvenido Igor Amnistía y Libertad”, “Igor soldado, el pueblo contigo no doblegado ni arrepentido, amnistía total”. También desplegaron una pancarta con la leyenda: “Represaliados enfermos a casa amnistía total”.
Me siento bastante triste por la situación que atraviesa el Colectivo. Tenemos que poner orden en nuestras filas
Ese mismo año, todavía desde la cárcel de Badajoz, le mandó otra carta a un periodista aferrándose a una hipotética libertad fruto de la presión política y que no llegase acompañada de un arrepentimiento: “Me siento bastante triste por la situación que atraviesa el Colectivo, unos exigiendo amnistía y otros salir lo antes posible” (...) Lo importante es salir con dignidad, con amnistía o con las leyes que quieran, pero sin que nosotros tengamos que formular solicitud alguna, sino fruto de la presión movilizadora de la sociedad” (...) tenemos que poner orden en nuestras filas”. Las reflexiones de este etarra ya empezaban a ser más ideológicas que personales.
En otra misiva hacía una reivindicación de las penurias que han tenido que enfrentar los presos de ETA: “Los que sacan de su hoja de ruta ese sufrimiento y lo relegan al olvido serán quienes tendrán que acabar dando cuenta de sus propias conciencias (...) vamos a tener que pelear de forma contundente (poniendo en riesgo nuestra salud y nuestra vida)". González censuraba a quienes “han sacado el conflicto de las calles para llevarlo a instituciones sometidas a España”.
“Ahora estamos en el caos, pero en pocos años solo vamos a quedar los que tienen condenas impensables de que, aún con la ley vigente, puedan salir”. Actualmente en el Colectivo de Presos de ETA oficial quedan alrededor de 200 internos en España y algo más de 30 en Francia. Llegaron a ser más de 700 hace diez años. Ahí no se incluyen los que se suman a ATA o los que se arrepienten y rompen con su pasado. En ambos casos son inmediatamente expulsados y rechazados, también sus familias en el exterior.
Mediante el amiguismo institucional sometidos al Estado español, francés, Europa, ONU no va a cambiar nada
Las sentencias impuestas por la Audiencia Nacional en los últimos años de actividad de ETA dieron lugar a condenas muy elevadas que retrasan considerablemente el acceso a beneficios penitenciarios. “Nosotros como siempre a combatir, combatir y combatir hasta el último aliento”, postulaba en una de sus misivas. No obstante, su principal problema seguía siendo su situación fuera de la cárcel, según se desprende de otra de sus conversaciones desde prisión: “Ahora se han metido los abogados de la izquierda abertzale por medio. Porque yo ya lo iba a hacer público’. Porque yo le escribí y les dije: ‘mira, me voy a salir del Colectivo y voy a hacer público todo esto’”.
Al otro lado, su interlocutor se sorprendía de que su situación no se conociera fuera y que él ya había mediado en su favor. “No solo conmigo, también con mis familiares y amigos. Es que esa tipa nos ha quitado la vida”, se quejaba Igor González desde prisión. Su expareja, Nerea Garaizar, fue detenida en Francia y condena por asociación de malhechores. Tras ser entregada a España, fue condenada de nuevo a diez años por planear un atentado en 2001 contra el presidente de la Xunta de Galicia ya fallecido, Manuel Fraga.
González Sola no tiene delitos de sangre. Fue detenido en 2005 junto a otros miembros de un comando. Se les incautaron armas, material para fabricar explosivos y numerosos documentos de identidad falsificados. Dos años después, la Sección Tercera de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional le condenó a 21 años de cárcel. Además de la Badajoz, pasó por otras prisiones como la de Soria y este verano el Ministerio del Interior le acercó de forma definitiva a la cárcel de Martutene (San Sebastián). En la nota oficial que difundió Prisiones, aseguraba que este etarra había asumido la legalidad penitenciaria. También apelaba a otras razones amparadas en la Ley de Protección de Datos, que es el recurso que utiliza Interior para no difundir problemas médicos.
Otegi: Un día muy triste otra vez ¿Quién se hace cargo de esta muerte y quién la va a reivindicar y explicar?"
Sin embargo antes había escrito reflexiones en las que abordaba directamente la cuestión de los llamados disidentes de ETA y el movimiento ATA: “Sacan los dientes cada vez que sacas el tema (...) Mediante el amiguismo institucional sometidos al Estado español, francés, Europa, ONU no va a cambiar nada, si no es a peor. En esa nueva carta se solidarizaba con la huelga de hambre que estaba llevando a cabo un duro entre los duros y representante del ala radical como Iñaki Bilbao, alias Txikito. “Se atreven a quitar el socialismo y la Amnistía para entrar en el vocabulario del enemigo”.
Su muerte ha provocado las tradicionales protestas, alguna pintada y manifestaciones, pero expertos en la lucha contra el terrorismo coinciden en que ha sido una respuesta de baja intensidad. Apareció el viernes en su celda, ahorcado con un cordón. En el pasado había estado sometido al protocolo antisuicidios que establece prisiones.
Otegi, líder de la izquierda abertzale oficial que le dio la espalda, reaccionó así a su muerte: “Un día muy triste otra vez. Ayer supimos que un preso político, Igor González Sola, moría en una celda. Desgraciadamente tenemos que decir que es el quinto preso político que muere así desde 2011. ¿Quién se hace cargo de esta muerte y quién la va a reivindicar y explicar?".