El temor que la oposición local planteó a Ana Botella hace un año se ha cumplido: el edificio Apot se ha malvendido. Con forma de proa, esta mole vanguardista diseñada hace dos décadas por el célebre Ricardo Bofill -seis alturas, tres niveles más de aparcamiento y más de 15.000 metros cuadrados- y situada en Campo de las Naciones, frente al Ifema, es un ejemplo de gestión ruinosa. El Ayuntamiento de Madrid está en trámites de venderlo por una cantidad que oscila entre 30 y 35 millones. Una buena noticia para las arcas municipales si no fuera por un detalle para nada baladí: en abril de 2012, la Junta de Gobierno se comprometió por escrito a alquilar el inmueble por 42,2 millones durante los próximos diez años.
Una transacción con la que Cibeles pierde entre 7 y 12 millones. Los signos de compra son más que evidentes: una promotora –este medio no ha podido saber cuál- ya ha depositado 900.000 euros euros como adelanto. En junio del año pasado, el Consistorio estuvo a punto de cerrar la venta con la inmobiliaria Hermanos Revilla, pero la operación se frustró. Desde entonces, ha estado buscando un comprador que rondase los 40 millones. Al final, el Ayuntamiento de Madrid terminó asumiendo que el compromiso aprobado por la Junta de Gobierno significaba, necesariamente, perder dinero.
Pero Cibeles necesita liquidez urgentemente para paliar la enorme deuda que arrastra la capital (7.400 millones), heredada de tiempos de Gallardón. Y para rebajar los intereses financieros que se destinan a la gran banca, casi 900.000 euros diarios. “Un negocio redondo”, ironiza un miembro de la oposición. “Por no hacer absolutamente nada más que poner el dinero, el comprador obtiene beneficios”.
Desde diciembre, en el Apot trabaja el grueso del área de Urbanismo que dirige la concejala Paz González. Un mes antes, el Apot formalizó la licencia de funcionamiento necesaria para abrir tras 19 años sin permiso, un trámite impulsado por los ecos de la tragedia del Madrid Arena.
El propietario del Apot es la empresa Madrid Espacios y Congresos (Madridec), cuya imagen quedó tocada tras el siniestro festival de Halloween. De hecho, en el ejercicio pasado Madridec cerró con 150 millones más de deuda (el pasivo de la empresa rebasó los 300 millones) al no conseguir colocar en el mercado este inmueble y otro de la céntrica calle de la Montera por el que Gallardón pagó 55 millones y por el que ahora no ofrecen ni la cuarta parte. Una vez más, otra, los madrileños palman de su bolsillo.