No hay nada mejor que un símil deportivo para hacer la foto fija de la estrategia política en la que se ha embarcado la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, tras la remodelación de su equipo municipal al objeto de soltar lastre y distanciarse de la tragedia del Madrid Arena. Y es que la regidora fía su futuro político a una sola carta: conseguir para Madrid los Juegos Olímpicos de 2020, la tercera intentona después de la falida apuesta por los juegos de 2012 y 2016.
Si alcanza por fin el sueño acariciado por su antecesor en el cargo, se afianzará sin duda en el sillón consistorial, el que le dejó Alberto Ruiz-Gallardón una vez fue designado ministro de Justicia. En la planta séptima de Génova despejaría las dudas que ha suscitado su ejecutoria al frente del ayuntamiento e incrementaría de forma exponencial las posibilidades de encabezar la candidatura municipal en las elecciones de 2015 si es que desea continuar. El PP tiene previsto sondear a los madrileños sobre el mejor candidato-a al ayuntamiento, tal y como ha hecho ante otras citas electorales, pero no cabe duda que ser la alcaldesa de los Juegos te permite partir con ventaja en proyección y popularidad frente a tus posibles "adversarios". Pero es que, además, conseguiría dejar a la oposición socialista más desnortada de lo que ya está, lo que permitiría asegurar a los populares su granero de votos, según analizan tanto en el ayuntamiento como en el número 13 de la calle Génova.
El desembarco de Botella en el antiguo Palacio de Correos no dejó de ser polémico, dado que los madrileños no la habían elegido a ella, sino a Gallardón en las elecciones de mayo de 2011. No ha sido la primera que ha llegado así al cargo, pero el PSOE, que al tiempo que criticaba su situación daba carta de naturaleza a la de José Antonio Griñán en Andalucía, vio la ocasión propiciatoria de intentar por enésima vez el asalto al sillón consistorial, del que los socialistas fueron desalojados un ya lejano año de 1989. Si Ruiz-Gallardón ya se había consolidado como un adversario imbatible, Botella presentaba flancos propios y ajenos, porque, en buena medida, ha recibido bofetadas que en realidad iban más destinadas a su esposo, José María Aznar. Sin embargo, durante un año las cosas no le fueron mal a la alcaldesa, a pesar de la fortísima deuda del consistorio, hasta los terribles acontecimientos de la noche de Halloween.
Fuentes de su entorno aseguran que "van a por ella desde que llegó al ayuntamiento y ahora lo intentan todo para forzar su salida antes del 7 de septiembre"
Fuentes del entorno de la regidora consideran que “van a por ella desde que llegó al Ayuntamiento y ahora lo intentan todo para forzar su salida antes del 7 de septiembre”, porque será ese día, en Buenos Aires, cuando el Comité Olímpico Internacional (COI) tome la decisión sobre la ciudad organizadora de los Juegos de 2020. Antes de eso, entre los días 18 y 21 de marzo, la comisión evaluadora vendrá otra vez a Madrid para estudiar la oferta sobre el terreno y a principios de julio la alcaldesa viajará hasta Lausana (Suiza) para presentar la candidatura. España compite con Tokio (Japón) y Estambul (Turquía) y habida cuenta de la cercanía de las Olimpiadas de Londres (el pasado año) y de que las próximas serán en Brasil, el COI podría tener la mirada puesta más en oriente que en Europa.
Si Botella aguanta hasta el 7 de septiembre pero no consigue traerse la nominación bajo el brazo, su futuro político se presenta con más incertidumbres que certezas.