Debate plano y de bajo perfil, porque Susana Díaz así lo ha querido y no porque no le hayan faltado ganas de confrontar con ella a su principal adversario como aspirante a liderar la candidatura a la presidencia de la Junta de Andalucía, Juan Espadas. El tercer contrincante en estas primarias del PSOE de Andalucía, Luis Ángel Hierro, parecía estar en su clase de Economía en la Universidad, frente a las "políticas neoliberales". Ha sido el más natural, incluso con abanico de por medio ante el sofocante calor del plató improvisado en el patio de la sede regional de la calle San Vicente, con temperaturas que en una Sevilla aún primaveral han rozado los 40 grados.
Bajo la moderación impecable de la periodista Eva Saiz, delegada del diario El País en Andalucía, Espadas ha fijado el debate, desde el primer momento, en reprocharle a la expresidenta de la Junta (2013-2018) su "falta de escucha" a una serie de colectivos sociales. En esta ocasión no ha hablado de "las mareas", como viene haciendo en campaña, pero sí de "los sanitarios", "los docentes" y los "trabajadores sociales", así como del sindicato UGT, 'hermano' del PSOE. Todos ellos representan a aquellos que, a su juicio, se "alejaron del partido" en 2018, cuando tras casi 40 años los socialistas perdieron la Junta. Más de 400.000 votantes de esta formación política se quedaron en su casa. Luego, en las generales, sí acudieron a votar a Pedro Sánchez.
En sus incesantes intentos por entrar al cuerpo a cuerpo con la todavía secretaria general del PSOE-A (lo será hasta el Congreso Regional de finales de año) Espadas se ha centrado en los que son considerados algunos de los puntos más débiles de Díaz: la sanidad y la educación.
El alcalde de Sevilla parecía jugar al frontón en solitario, frente a una rival que no devolvía las pelotas, en forma de constantes andanadas sin respuesta. La aspirante a encabezar la lista socialista al Gobierno andaluz por tercera vez consecutiva ha adoptado un tono plano, muy institucional, que recordaba a sus comparecencias oficiales desde el palacio de San Telmo. Muy alejada del tono mitinero y "rebelde" de su campaña, así como de sus ya famosas camisetas blancas con lemas positivos, que por un día ha decidido dejar en casa. Díaz ha optado por una blusa verde andaluz y el regidor sevillano por su camisa blanca de lino, combinada con unos vaqueros. Hierro ha preferido traje oscuro y corbata roja, marcando mensaje.
Los primeros segundos del primer turno de Díaz han sido para reclamar que en Granada gobierne "la lista más votada", que no es otra que la del PSOE. Acto seguido ha venido el primer mensaje hacia Espadas, al preguntarse en voz alta si los 46.500 militantes llamados a votar quieren "un partido que se dirija desde Madrid, o desde aquí con voz propia". Un dardo dirigido a Ferraz y al patronazgo que Sánchez ejerce sobre Espadas. Un lastre del que el regidor sevillano lleva intentando desprenderse, sin éxito, desde que oficializó su candidatura.
La pérdida de votos del PSOE andaluz en los últimos diez años
Otro de los golpes de efecto de Espadas, dirigido a la línea de flotación de Díaz, ha sido mostrar un gráfico: "Desde los últimos diez años estamos perdiendo voto" en Andalucía". Un duro revés que la candidata ha encajado con cara de preocupación, tal y como se ha podido ver en el plano de escucha que enfocaba el realizador. Algo quizás inesperado para quien fue la mayor valedora de Espadas como candidato a la Alcaldía de Sevilla.
Las ideas fuerza que han pivotado a lo largo de la hora y media escasa de debate han sido las del "cambio" que reclama Espadas, "porque no se puede ganar con el mismo discurso" de los comicios autonómicos de 2018, frente a la "libertad" y la "autonomía" que reivindica Díaz en oposición a Ferraz, para "no ser una sucursal de Madrid", algo que ha llegado a asociar a la "sumisión" al aparato sanchista.
Dentro de lo previsible, los ataques a la gestión del Gobierno de coalición PP-Cs, en la figura del presidente de la Junta, Juanma Moreno, han sido constantes por parte de los tres candidatos, con mayor virulencia por parte de Díaz. Ella ha llegado a proponer "subir hasta 14.000 millones de euros el gasto en sanidad", 2.000 millones más que el actual presupuestado del Ejecutivo de centroderecha, que ya de por sí superó a los anteriores ejercicios socialistas.
En el marco de la retahíla de ataques de Espadas a Díaz también ha estado el desapego de la secretaria general hacia los alcaldes socialistas: "hemos estado bastante desatendidos del propio partido", se ha quejado. En esta ocasión Díaz sí le ha respondido: "no es el momento de reproches, estamos aquí para que los compañeros se sientan orgullosos", ha zanjado al recordar las reuniones telemáticas con los munícipes durante la pandemia.
No parece que Díaz llevara preparado un 'plan B' para cambiar de estrategia y contrarrestar los ataques de Espadas. Pudo haberlo hecho –como hicieron otros barones de su partido– posicionándose frente a los indultos que Sánchez planea conceder a los independentistas catalanes condenados, pero ha dejado pasar la oportunidad. Podría haber sido una buena baza, si se tiene en cuenta el amplio rechazo que genera esta medida entre los propios votantes socialistas, según las encuestas.
Resulta sorprendente que la dirigente socialista no haya encontrado argumento alguno, en la gestión municipal de Espadas, para erosionar a su rival. Ni siquiera para recordarle lo sucias que están las calles de Sevilla donde, en muchos casos, empezando por el centro, la limpieza brilla por su ausencia. Una queja que es un clamor, cuando el forastero pisa esta ciudad.
Uno de los momentos más distendidos de esta confrontación de ideas, ágil en los tiempos, ha llegado en el turno de los militantes, tras los cuatro bloques temáticos. Ha sido entonces cuando Espadas ha descrito a Díaz como "una política de raza", así como que "su capital político es innegable".
A juicio de quien fuera consejero de Vivienda con Manuel Chaves, la sucesora de Griñán en la presidencia de la Junta "plantea un proyecto político de continuidad, basado en la gestión de gobierno". Frente a lo anterior él defiende "escuchar más a la militancia". En su opinión, "la defensa que hacemos del municipalismo" contrasta con las "pocas veces que la Ejecutiva [regional] se ha reunido" para atender sus demandas, ha reiterado el alcalde hispalense.
La soledad de Susana Díaz al llegar a la sede regional, acompañada de uno de sus hombres fuertes, el parlamentario Carmelo Gómez, ha contrastado con el jolgorio y la algarabía de Espadas y los suyos, ataviados con camisetas de campaña y con gritos de "¡Se nota, se siente, Espadas presidente!
Para contrarrestar su falta de experiencia de gestión el candidato Luis Ángel Hierro, que reivindica las "esencias del sanchismo" en su campaña, se ha comparado con los expresidentes del Gobierno Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y el propio Pedro Sanchez "que no habían estado en ningún gobierno". Poco después, ante la relevancia que pudieran desprender sus palabras, ha reconocido que era "una anécdota".
Hierro, que puede restarle votos a la candidatura de Espadas, al reivindicar el 'sanchismo' desde las bases, más como origen de la llegada de Sánchez a la secretaría general del PSOE que como gestión en Moncloa, le ha lanzado al tutelado desde Madrid el siguiente mensaje: "yo no he comido con nadie, ni he tenido el apoyo de Ferraz", en alusión al famoso almuerzo en el que Ábalos, con Sánchez a los postres, le dieron su bendición para enfrentarse a Susana Díaz.
Si el próximo 13 de junio, cuando los militantes socialistas acudan a las urnas, ninguno de los candidatos supera el 50% de los sufragios, habrá segunda vuelta, algo que Espadas descarta en sus entrevistas. A partir de este debate habrá que ver si Susana Díaz aprieta el acelerador contra su principal rival, en la recta final hasta el domingo, y tensiona la campaña. No parece probable.