Pese a que el otoño ha llegado a Andalucia en forma del famoso “veranillo de San Miguel” y las temperaturas máximas subirán durante casi diez días por encima de los 30 grados, los modelos que maneja la Aemet indican que pasado este veroño podría comenzar a llegar las ansiadas lluvias. La previsión del último trimestre del año muestra según los expertos un cambio de tendencia con respecto a 2022 por lo que este año, el otoño será un otoño más húmedo de lo habitual en Andalucía. Esto quiere decir que, si se cumplen los modelos –la probabilidad ronda el 80%– las precipitaciones podrían dejar entre 136 y 215 litros por metro cuadrado de media en estos tres meses, lo que sería una cifra histórica para esta época del año y tres veces superior a los registros de 2022, en el que a penas se recogieron en ese período 60 litros en toda la región.
No hay fecha exacta para que se produzcan estos cambios, desde la Aemet piden cierta prudencia con los modelos que registran esta tendencia. El delegado territorial en Andalucía, Juan de Dios del Pino, Del Pino advierte de que “los pronósticos de precipitación empiezan a dar señales de un posible cambio meteorológico que todavía tendría que confirmarse”, aunque “los mapas de lluvia de las próximas semanas ya no salen en blanco y eso es una buena noticia”. Sin embargo, la vuelta de las precipitaciones durante los próximos meses no parece que vaya a ser capaz de solucionar la situación delicada de los pantanos. “La sequía no la arregla un otoño lluvioso”, explica Del Pino. Entre otras cosas, porque «muy poca agua de la que cae termina dentro de los embalses».
Del Pino insiste que para muestra de esta afirmación, lo ocurrido durante este verano. “Estos meses han sido el doble de lluviosos de lo normal, con casi 26 litros por metro cuadrado frente a los 12 de media”, explica. No obstante, “si todo el agua hubiese acabado en los embalses, la cuenca del Guadalquivir estaría al 50% de su capacidad, pero desgraciadamente no ha sido así”.
2022 el quinto año más seco de toda la historia
Los datos referentes al último año meteorológico –entre el 1 de septiembre de 2022 y el 31 de agosto de 2023– lo sitúan como el quinto más seco de toda la historia. Y buena muestra de ello fue el pasado otoño. El delegado territorial de la Aemet en Andalucía, Juan de Dios del Pino, asegura que “sólo se salvó” por las precipitaciones que provocó la borrasca atlántica del puente de diciembre, “con una lluvia fina y continuada que vino muy bien para la sequía”, yy el ciclo de depresiones aisladas en niveles altos (DANA) que afectó a la región entre los meses de mayo y junio. Sólo en estos dos episodios se registró el 60% de todas las precipitaciones del año.
Estos escenarios no son algo exclusivo de 2022 sino que vienen a confirmar una tendencia a la baja en la cifra de precipitaciones a lo largo de la última década. De hecho, en todos estos años ha llovido mucho menos de lo habitual, con la única excepción de lo sucedido en 2017. Existen más datos que confirman esta debacle de las precipitaciones, puesto que en estos diez años sólo han caído 5.627 de los 6.687,6 litros por metro cuadrado que marcaba las media de la serie histórica. Faltan, por tanto, más de 900 litros por metro cuadrado de agua que no ha llegado a Andalucía. O lo que es lo mismo, la lluvia de dos años completos.
El abrigo y la bufanda, con suerte, para invierno
Toca, por tanto, mirar al cielo y esperar a que los modelos de la Aemet terminen por confirmarse. Mucho más claro parece que el próximo otoño será más caluroso de la cuenta en Andalucía, parece por ello que tras este equinocio,los termómetros suelen oscilar entre los 16,8 y los 17,7 grados de media. Según la previsión, hay un 60% de probabilidades de que las temperaturas estén por encima de los 18 grados, aunque también existe un 30% de que se queden en los registros normales para la época. Está casi descartado que este otoño sea de abrigo y bufanda. Para eso habrá que esperar, con suerte, a la llegada del invierno.