El buque LHD ‘Juan Carlos I’, que fue entregado a la Armada hace aproximadamente dos años, necesita nuevos remolcadores en la base naval de Rota. Según los expertos, el barco tiene “mucho puntal” (superficie lateral u obra muerta) y cuando sopla viento de levante en el estrecho es necesario usar los remolcadores de la base, y en muchas ocasiones del puerto de Cádiz (empresa privada perteneciente al grupo Boluda), para mantenerlo amarrado al muelle o para ayudarlo a atracar y desatracar.
Cabe destacar que uno de los remolcadores de la Armada, el Y-118, está parado por falta de presupuesto para llevar a cabo la revisión de los equipos. Esto provoca que, con frecuencia, haya que llamar a los remolcadores de Cádiz, con un coste muy superior. Desde hace años, la Armada estudia adquirir remolcadores nuevos, pero las iniciativas siempre se han frenado debido a la delicada situación económica que atraviesa.
Según fuentes consultadas por este periódico, el asunto vuelve a estar sobre la mesa. De repente ha surgido la necesidad de resolver el problema antes de fin de año, ya que la Armada estaría pendiente de recibir una asignación económica con la que poder hacer frente a este desembolso. Ante la falta de tiempo material para convocar un concurso en regla y dada la incertidumbre sobre si el año que viene volverá a darse dicha asignación, la Armada baraja ya distintas opciones.
Un apaño que no convence a los expertos
Las fuentes sostienen que se han mantenido contactos con unos astilleros turcos para comprar un remolcador que estaría terminado a finales de octubre. Para no despertar susceptibilidades, una de las soluciones que se barajan sería que la empresa Navantia compre el remolcador a través de un bróker español (bpmshipping) y que adicionalmente compre el diseño a Cintranaval para construir un par de remolcadores más.
Esta situación ha provocado cierto revuelo entre los círculos especializados, ya que el coste de adquirir el remolcador y su diseño ascendería a unos 8 millones de euros. Un precio superior al que podría conseguirse en alguno de los reputados astilleros españoles, que no sólo están especializados en la fabricación de remolques, sino que además atraviesan una complicada situación económica a raíz del controvertido ‘tax lease’ de Bruselas.
Además, los arsenales de la Armada no estarían conformes con la compra realizada, ya que al estar prácticamente construido, no puede adaptarse a las necesidades de España. “Ni los patrones ni los prácticos quieren el buque turco, pues están entrenados para un tipo de remolcador con hélices cicloidales y el nuevo remolcador tiene hélices azimutales”, explican las fuentes consultadas.
El buque LHD ‘Juan Carlos I’ lleva en funcionamiento ya dos años y la necesidad de remolcadores existe incluso desde antes, motivo por el cual no se explica la repentina premura de la Armada por encontrar remolcadores. “La propia Navantia tiene una plantilla de más de 100 ingenieros navales, ¿no tienen capacidad para diseñar un remolcador que se adapte a las necesidades de la armada? ¿Hace falta comprar el diseño?”, se preguntan las fuentes.
A preguntas de este diario, la Oficina de Prensa de la Flota, en la Base Naval de Rota, ha manifestado que "La Armada tiene la necesidad de un remolcador de alta potencia y por ello se ha hecho una pequeña exploración inicial del mercado para ver posibles opciones. No se han mantenido conversaciones con ningún astillero a excepción de Navantia".