El frenazo de Artur Mas a la convocatoria del referéndum independentista, tras su reunión secreta con Mariano Rajoy a finales de agosto es observado por fuentes nacionalistas como el fruto de un cierto cambio y una mayor flexibilidad en la actitud del presidente del Gobierno hacia los requerimientos del presidente de la Generalitat.
Según estas fuentes, Mas y Rajoy conversaron telefónicamente en varias oportunidades a lo largo del verano y así se fraguó el viaje secreto del President a Moncloa, el 28 de agosto, en automóvil, para no ser detectado en el AVE. En ese encuentro Mas le planteó al presidente del Gobierno una serie de fórmulas para hacer viable y legal la anunciada consulta sobre el "derecho a decidir", a fin de que pudiera incorporar alguno de esos argumentos en la misiva de respuesta de Rajoy sobre este asunto que aún se espera en Cataluña.
El líder de Convergencia pudo deducir que Rajoy no ofrecía ningún resquicio a la celebración del referéndum, por lo que optó, según sus declaraciones del jueves en 'Catalunya Ràdio', por desvelar su "plan B", es decir, aplazar la consulta e imprimir un carácter plebiscitario a las elecciones autonómicas de 2016. Esto no es nuevo. El propio President ya lo sugirió en el informe que presentó en julio al Consejo Asesor para la Transición Nacional, donde se mencionaba esta alternativa como la mejor opción sustitutoria de la consulta.
Este cambio de rumbo de Artur Mas, que hasta ahora hablaba de celebrar el referéndum "con o sin consentimiento del Gobierno", ha provocado una enconada reacción en sus socios de ERC, que ven el volantazo de Mas como una traición a lo hasta ahora prometido.
Para tranquilizar a sus compañeros de viaje hacia la secesión, Mas se reunió ayer con Oriol Junqueras, dirigente máximo de la formación independentista, a quien le insistió en la versión de que no se había dado marcha atrás y que todos los planes en torno al plebiscito seguían como estaban. Sus palabras fueron recibidas con enorme escepticismo.
Reacción del Estado
Fuentes de CiU comentaban ayer que Artur Mas ha descartado ahora una consulta al margen de la legalidad por temor a una "reacción de fuerza" por parte del Estado que podría retirar las urnas el día del referéndum. Pero hacen mayor insistencia en el cambio de actitud apreciado en Mariano Rajoy desde que en su último oficial en Moncloa, tras la Diada del pasado año, el presidente del Gobierno dio un sonoro portazo a la posibilidad de un acuerdo sobre el "pacto fiscal" reclamado entonces por CiU.
En medios de la Generalitat se ha observado desde aquel encontronazo "un deshielo" en las posiciones del presidente del Gobierno, "que no es un hombre autoritario sino que tiene una cierta capacidad de diálogo", apuntan. También han llegado a insinuar que Rajoy incluso sugirió a Artur Mas que podría pensarse en fórmulas para hacer viable el referéndum en Cataluña y desatascar esta situación tan enconada, pero lo descartó porque "en Madrid se le echarían encima". Nadie ha confirmado, por supuesto, tal manifestacón.
En esta última cita secreta de la Moncloa, parece que, eso sí, Artur Mas ha advertido una mayor flexibilidad por parte de Rajoy y hasta se habla de la posibilidad de acordar algún tipo de medidas en el ámbito de lograr una financiación especial para Cataluña. Simple argumentario para justificar el frenazo y para ganar tiempo.
La realidad es que Artur Mas, acogotado por una desastrosa situación económica y por la permanente caída en las encuestas, ha decidido poner distancia con su socio de ERC en la carrera hacia la independencia y darse un respiro con el objeto de sondear otro tipo de apoyos parlamentarios. Quizás IC y PSC. También acaricia la idea de que como las elecciones catalanas se celebrarán un año después de las generales, para entonces el PP no disponga quizás de una mayoría absoluta, con lo que estará aún más sensible a las reclamaciones de Convergencia.
Presiones y soledad
Artur Mas se ha quedado sólo y aislado tras su arreón independentista, hasta el punto de que ha tenido que prorrogar los presupuestos al no conseguir ningún respaldo parlamentario y ha decidido echar el freno secesionista antes de caer por el precipicio.
Quizás en algo le puede ayudar Rajoy. Pero las presiones de empresarios catalanes y amplios sectores de su propia formación así como el temor a una fractura con Unió, el otro partido que integra la coalición de CiU, le han forzado a este movimiento táctico tan sonado. Y lo ha hecho antes de la celebración de la famosa "cadena humana" para transmitir la idea de que él es quien marca los tiempos y que no actúa sometido a la presión de la calle, como ya le ocurriera el pasado año cuando, tras la masiva manifestación del 11 de septiembre, se vio forzado a convocar unas elecciones anticipadas en las que tan sólo ERC salió ganando.
En Moncloa no se hacen comentarios sobre el encuentro "privado" entre ambos líderes, tal y como evidenció la vicepresidenta después del Consejo de Ministros. El propio presidente del Gobierno, al ser preguntado en San Petersburgo tan sólo sugirió que él se reúne con mucha gente y que hablar siempre es bueno, mucho mejor que no hablar.
Sin embargo, miembros del Comité Ejecutivo del PP, que el lunes celebró su primera reunión tras las vacaciones, confirman que el presidente del partido les trasladó la firme convicción de que se pondrán todos los medios para evitar que el referéndum independentista salga adelante. "No permitiremos nada fuera de la Constitución ni de la legalidad", fueron las palabras del presidente del Gobierno.