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"Me voy a la Cañada a apuñalar": las tres ovejas negras de la Guardia Civil que apaleaban, robaban y extorsionaban

Tres agentes de la Guardia Civil se sientan en el banquillo acusados de una veintena de delitos, relacionados con robos y extorsión en la Cañada Real o en registros domiciliarios

  • Habitantes de la Cañada Real cuando se estaban produciendo unos registros y detenciones -

La Cañada Real era uno de los lugares predilectos de un grupo de guardias civiles investigados por la propia institución, acusados de extorsión, robo, coacción... y una quincena de delitos más. Pero también saqueaban pertenencias en intervenciones de entrada y registro de viviendas, o en controles de carretera. Los tres agentes se llevaban dinero en efectivo y vendían joyas o relojes en establecimientos de compra-venta. No dudaban en emplear la violencia o en infringir la ley para alcanzar sus objetivos. Sus propias conversaciones de WhatsApp evidencian sus intenciones: "Me voy a la Cañada a apuñalar a uno" o "A ver si pillamos a cinco idiotas, cinco bailes y hasta luego". Todos ellos se sentarán en el banquillo.

Un auto del Juzgado de Instrucción número 13 de Madrid al que ha tenido acceso Vozpópuli enumera las actividades delictivas que se les imputan a José Antonio, Javier y Óscar, los tres agentes de la Guardia Civil destinados en la Unidad de Seguridad Ciudadana (USECIC) de la Comandancia de Madrid. Las diligencias previas son incoadas gracias a las pesquisas iniciadas desde la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (UDYCO) del Instituto Armado, que recabó las pruebas incriminatorias contra las tres ovejas negras del cuerpo. Los hechos detallados a continuación forman parte del citado auto.

En una fecha "no determinada" del mes de mayo de 2020, golpearon en la Cañada Real Galiana con su defensa extensible a A., una toxicómana que les reprochó una denuncia administrativa que formularon contra ella. Dos meses después, en el mismo escenario, golpearon a otra toxicómana, C., a quien además le arrebataron veinte euros y quince gramos de base de cocaína; las lesiones de la víctima -hematomas- quedaron reflejadas en un parte médico del Servicio Móvil de Atención Sanitaria a Drogodependientes en la Cañada Real.

"Pillamos a cinco idiotas"

Algo parecido le ocurrió a I., otro toxicómano al que agredieron en agosto de 2020: "Cuando la víctima estaba en el suelo, le golpea con la defensa, le propina patadas y le pisa la cabeza", detalla el auto. Los agentes le quitaron seis gramos de cocaína sin levantar acta de intervención de estupefacientes.

Los agentes hablaron el 1 de septiembre de 2020 de ir a la Cañada Real: "Apaleamos a algún idiota en la Cañada", refleja una de las numerosas comunicaciones intervenidas. "Me voy a la Cañada a apuñalar a uno". "A ver si pillamos a cinco idiotas, cinco bailes y hasta luego". En los días posteriores mantuvieron otras comunicaciones donde hablaban de sus actuaciones, recogiendo expresiones como "apaleaó", "puñeteaó", menuda jupa", "se le tortea la cara y fuera", "goma, manotazos, una manita" y "una patada voladora".

Uno de ellos encañonó con su fusil a otra toxicómana, S., a la que arrebató cuatro gramos de cocaína

Los episodios en la Cañada Real se repitieron con frecuencia. El 7 de julio de 2020 uno de ellos encañonó con su fusil a otra toxicómana, S., a la que arrebató cuatro gramos de cocaína. En otra ocasión le pidieron a S. que les entregase toda la droga o que sería detenida, haciéndose con otros seis gramos de cocaína. Uno de los agentes consultó hasta en tres ocasiones la ficha interna sobre la situación policial y judicial de S. Según el auto, la acosaron y le hicieron "tocamientos no consentidos": "Es muy guapa", dijeron entre ellos.

Los agentes también encañonaron con su arma de fuego a M., otro toxicómano, al que amenazaron con quitarle la vida. También consultaron la base de datos policial de J., otro toxicómano de la Cañada Real al que amenazaron con el cumplimiento de una orden de busca, detención e ingreso en prisión: le exigieron el abono semanal de 500 euros hasta que la víctima, tras haber abonado alrededor de 8.000 euros, se personó en la Policía Nacional a denunciar los hechos, a sabiendas de que eso suponía su arresto inmediato.

Controles policiales

Las investigaciones policiales también ubican a los guardias investigados en un control que establecieron el 12 de junio de 2020 en las cercanías del establecimiento Bricomart, en Majadahonda. Los guardias civiles indicaban a los conductores que dejaran sus pertenencias en el asiento delantero del vehículo, les pedían que abriesen el maletero y, en ese momento, les robaban el dinero y los billetes de lotería que pudieran disponer. En algunos casos, para disimular los hechos, sustituían los billetes verdaderos por otros impresos en color en la vivienda de uno de los agentes.

Entre los ciudadanos a los que les robaron se encontraba Pedro, un guardia civil retirado, quien reprochó a los agentes su actuación profesional, sin percatarse aún de que le habían robado el dinero en efectivo. Los guardias redactaron una denuncia contra el conductor donde habrían detallado hechos no sucedidos, imputándole así una infracción por desobediencia y, de este modo, contar con un medio de defensa ante una eventual denuncia contra ellos.

Registros de la Guardia Civil

El 14 de agosto de 2020 robaron un billete de 20 euros a A. en el puesto de la Guardia Civil de Rivas Vaciamadrid, aprovechando que le habían retirado sus pertenencias en cumplimiento del protocolo de detenidos. Además, se les ubica en diferentes actuaciones delictivas en el marco de numerosas intervenciones de entrada y registro.

En otro registro, en Madrid, robaron el dinero de la cartera del inquilino y trataron de arrebatarle, "mediante un tirón violento", una cadena de oro que llevaba al cuello

En un registro de Collado Mediano sustrajeron 200 euros, tal y como consta en una conversación que José Antonio, uno de los tres agentes, mantuvo con su cónyuge. En otro robaron una escopeta de aire comprimido que después regalaron a otro cabo de la Guardia Civil. Más tarde, en un nuevo registro, engrilletaron a dos detenidos y se apoderaron de 300 euros. En Getafe sustrajeron tres relojes de pulsera que después serían localizados en la vivienda de uno de los agentes.

En noviembre de 2020 se hicieron con un estuche con cinco barras de labios rojas y un portabarras Dior, un pendiente de plata, una pulsera de plata y cremas de belleza; las joyas serían localizadas en un establecimiento de compra venta de oro. En otro registro, en Madrid, robaron el dinero de la cartera del inquilino y trataron de arrebatarle, "mediante un tirón violento", una cadena de oro que llevaba al cuello; finalmente sustrajeron la joya y la vendieron en un establecimiento de un centro comercial de Rivas.

El auto recoge numerosos episodios relacionados con hurtos en estas actuaciones policiales: así se hicieron con colonias, cremas, billetes de lotería, una pistola de juguete, pedrería, joyas y cuantioso dinero en efectivo.

Asimismo, a los agentes que se sentarán en el banquillo se les intervino en domicilios particulares material de uso colectivo perteneciente a la Guardia Civil, como un etilómetro, un sello oficial del puesto de Rivas-Vaciamadrid y una importante cantidad de material fitosanitario, como mascarillas, guantes o gel hidroalcóholico; cabe recordar que los hechos investigados tuvieron lugar durante los peores compases de la pandemia del coronavirus. También se les incautaron armas, algunas de ellas prohibidas: pistolas, una daga de puño, defensas eléctricas, munición, una carabina o espray de defensa.

Un testigo protegido

Hay más. Porque según el auto judicial, los guardias civiles investigados también confabularon con M., un individuo vinculado con el tráfico y venta de estupefacientes en la Cañada Real, con antecedentes policiales, penales y una orden de detención, a quien se le otorgó la condición de testigo protegido. Según las pesquisas policiales, los agentes facilitaron información a este individuo para que su entorno sortease los controles que establece el grupo del Instituto Armado.

También se les acusa de gestionar el desvío de parte de un alijo de droga para entregárselo a M., y de facilitarle al mismo un cuadrante con los turnos de su unidad y prendas de uniformidad de la Guardia Civil, con las insignias y emblemas del cuerpo.

Por todos estos hechos, tal y como adelantó este diario, a los tres agentes se les investiga por los delitos de pertenencia a grupo criminal, odio, contra la integridad moral, lesiones, maltrato de obra, acoso, amenazas, coacciones, extorsión, robo con violencia e intimidación, hurto, apropiación indebida, receptación, falsificación de moneda, falsedad en documento oficial, contra la salud pública, tráfico, tenencia y depósito de armas, omisión del deber de perseguir delitos, y descubrimiento y revelación de secretos.

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