Rubalcaba no solo no ha roto su relación con el presidente del Gobierno sino que mantiene una comunicación telefónica “fluida” que estos días se centra en la búsqueda de una salida airosa en términos parlamentarios a los últimos datos conocidos del ‘caso Bárcenas’ desde que el extesorero del PP filtró la contabilidad de su partido a un diario nacional, ingresó en prisión, se conocieron los SMS que cruzó con Mariano Rajoy y, finalmente, prestó declaración, la décima desde que se inició su procesamiento, ante el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz.
En la ejecutiva socialista hay malestar por la falta de información que le suministra Rubalcaba y en el Grupo Parlamentario Popular se echa en falta una explicación de Rajoy
Con estos últimos ingredientes, Rubalcaba anunció de forma solemne hace cinco días que rompía “todas las relaciones” con el PP y exigía, al igual que hizo hace seis meses, la dimisión del presidente del Gobierno ante “la insostenible situación política” que vive España. Lo que no dijo, según fuentes socialistas de manera consciente, es que iba a seguir manteniendo la comunicación con Rajoy ya que la amenaza de una moción de censura introduce al PSOE y al Gobierno en un problema complejo que necesita de una mínima negociación política para no incendiar una institución como el Parlamento y, lo que es más importante, evite el deterioro de la imagen de España ante los mercados. Fuentes del Grupo Parlamentario Socialista confirman también que se mantienen conversaciones con el equipo más cercano al presidente en La Moncloa para encontrar un remedio que no deteriore más la imagen de los dos principales partidos y aporte oxígeno a Rosa Díez (UPyD) y a Cayo Lara (IU).
El periodo ordinario de sesiones acabó el pasado 30 de junio y el reglamento del Congreso dice en su artículo 61 que fuera de este plazo, la Cámara solo podrá celebrar sesiones extraordinarias a petición del Gobierno, de la Diputación Permanente o de la mayoría absoluta de los miembros del Congreso (176 diputados). Es decir que la llave para la celebración antes de septiembre de una todavía hipotética moción de censura la tiene solo el PP, con 186 diputados, y no la oposición en bloque, que solo suma 164.
Las conversaciones se llevan en petit comité, al margen de las ejecutivas de los dos grandes partidos. Rubalcaba sigue sin reunir a la suya para informarla de los pasos que piensa dar ni la informó con antelación de que iba a amenazar al Gobierno con una moción de censura. Mariano Rajoy no ha reunido tampoco a su grupo parlamentario para sondear lo que opinan sus diputados, un gesto que ha causado malestar entre ellos, pues se sienten convidados de piedra.
Para celebrar cualquier sesión extraordinaria ahora en el Congreso se necesita el apoyo de 176 diputados y solo los tiene el PP
En las filas del PP se empieza a tener claro que Rajoy comparecerá para dar explicaciones antes de vacaciones y se le reprocha que no lo hiciera hace una semana en la sede del partido, donde sí lo hizo María Dolores de Cospedal, pues hubiera desarmado al PSOE en su exigencia de rendición de cuentas, aun a riesgo de que nuevas revelaciones dejaran periclitadas sus aclaraciones. Todavía tiene pendiente el balance de Gobierno de fin de curso y falta por ver también el voto del PP en la Diputación Permanente prevista para la semana que viene, en la que los socialistas reclamarán que el presidente vaya al Congreso a hablar sobre Bárcenas y que el Ministerio del Interior informe sobre las visitas que ha recibido el extesorero en la prisión de Soto.