Ni Antonio Baños ni el resto de dirigentes de la CUP han renunciado todavía a una de sus principales promesas electorales: votar en contra de la investidura de Artur Mas. Este lunes ha vuelto a ratificarla con el argumento de que es necesario evitar a los “recortadores y a los corruptos”, pues sería un flaco favor al proceso secesionista. Sin embargo, en Convergencia no lo dan todo por perdido, pues en las negociaciones que se abrirán formalmente en los próximos días, sus dirigentes piensan poner toda la carne en el asador. El señuelo principal juega con la convicción de que el Parlamento que se constituya en Madrid después de las próximas elecciones generales estará muy atomizado y se verá gestionado por un Gobierno débil y en minoría. “Será un coladero”, le ha transmitido Convergencia a la cúpula de la CUP.
El sector más templado de Convergencia considera un disparate dejar la institución en manos de un partido antisistema
El mensaje es muy sencillo, resumen fuentes nacionalistas. “A partir de enero, sobre todo si conseguimos una sólida representación en el Congreso de los Diputados, el partido ganador de las elecciones necesitará de nuestra ayuda. Y para obtenerla tendrá que transigir con muchas de las propuestas que hagamos para Cataluña ligadas a la financiación, al margen de que se abra o no la reforma constitucional”. Con estas iniciativas, Convergencia cree que podrá responder al programa social con el que la CUP se ha presentado a sus electores en Cataluña, rentabilizando el malestar que hay entre los sectores de población que viven en condiciones más precarias y que se han sumado a la apuesta secesionista, sencillamente para darle una patada en el trasero al Gobierno de Mariano Rajoy.
Desde la CUP ya no se ponen granes dificultades al calendario que Mas ha fijado para llegar en 18 meses a un Estado independiente. La primera fase consistiría en una declaración solemne en el Parlamento autonómico que sirva de arranque del proceso y, posteriormente, se llegaría a la elaboración de una Constitución catalana y a la proclamación de la independencia. En este itinerario, los tiempos serán fundamentales, ya que las fuerzas que han concurrido en las elecciones del domingo dentro de la lista de Juntos por el Sí están convencidas de las ventajas de abordar el grueso de este proceso cuando el Congreso y el Senado estén disueltos, con el objetivo de violentar la estabilidad política que Mariano Rajoy lucirá en la campaña electoral, y, sobre todo, cuando después de las elecciones generales se forme nuevo Gobierno, presumiblemente con una mayoría parlamentaria muy exigua.
Antes del 27 de octubre habrá nuevo Parlament
La táctica de Convergencia pasa, pues, por marear la perdiz en las próximas semanas. La Cámara autonómica catalana debe constituirse en los próximos 20 días hábiles a la celebración de las elecciones, es decir antes del 27 de octubre, fecha en la que Artur Mas, si es que logra sobrevivir para entonces, tendrá que haber negociado el reparto de los cargos de la mesa, un presidente, dos vicepresidentes y cuatro secretarios, de los que se beneficiarán los grupos que le apoyen. Hay todavía algunas voces moderadas en Convergencia que temen que la CUP exija como contrapartida la presidencia del Parlament, pues en la próxima legislatura Cataluña tendría al frente del legislativo a una formación antisistema, "lo que sería un disparate". Sin embargo, según fuentes nacionalistas, Mas no se haría el fino ante esta condición y estaría dispuesto a ceder “con tal de salvar el pellejo”. La negociación se prevé ardua.
El bloque soberanista intenta pescar votos para la investidura de Mas en la candidatura de Podemos e Iniciativa
Una vez quede constituido el nuevo Parlament, habrá diez días para convocar la sesión de investidura. Mas necesitará de la mayoría absoluta en primera votación para conseguir la presidencia de la Generalitat y de mayoría simple en la segunda. Ni siquiera en esta última podría auparse de nuevo al cargo con la abstención de la CUP, pues necesitaría de su voto favorable. Sus 10 escaños le son, pues, imprescindibles, salvo que desde el bloque soberanista empiecen a ensayarse maniobras un tanto extrañas, como la de intentar pescar dentro de la candidatura de Cataluña Sí que Puede, en la que han confluido Podemos, Iniciativa y Equo, 11 escaños en total, a aquellos diputados que puede no importarles pasarse al bando independentista.
En los cuarteles generales de los principales partidos catalanes se reconoce que el tablero abierto este domingo es de una enorme complejidad, por lo que puede pasar de todo, incluso que Mas quede definitivamente descabalgado de la Generalitat y Convergencia tenga que buscar un plan B para salvar los muebles