España ha cambiado en pocas semanas. Sólo basta darse una vuelta por los Premios Princesa de Asturias para darse cuenta de lo que ha supuesto la amenaza secesionista de Cataluña para todo el país y también para estos premios.
Los ovetenses hacen un pasillo a los asistentes a la gala desde el Hotel Reconquista, cuartel general de los invitados y premiados, hasta el Teatro Campoamor donde se entregan los galardones.
Generalmente frente al teatro hay protestas. Los hubo durante lo más duro de la crisis. Pero ayer, los gritos y las banderas republicanas, más que de costumbre, tuvieron contestación.
Las viviendas de las calles del recorrido estaban repletas de banderas españolas y frente a la ‘zona roja’ en las puertas del Campoamor se instaló una ‘zona nacional’ que con un altavoz lanzaba el himno nacional, el de la Guardia Civil y hasta el '¡Viva España!' de Manolo Escobar. Todo un espectáculo.
En la calle le pitaron unos y vitorearon otros. La sala rompió a aplaudir la entrada de Rajoy, en apoyo a la batalla contra el secesionismo catalán
Unos frente a otros pacíficamente, pero vigilados por la Policía, que por primera vez instaló dispositivos anti ataques yijadistas con vehículos en las principales calles de acceso a la zona cero.
Prueba de que este año ha sido diferente fue la presencia del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, nada habitual en el otoño asturiano.
Las razones de la participación del presidente han sido varias. El jurado otorgó el Premio de la Concordia a la Unión Europea y después del apoyo europeo de la cumbre Rajoy acudió gustoso a gozar del galardón.
En la calle le pitaron unos y vitorearon otros. La sala rompió a aplaudir la entrada de Mariano Rajoy, como signo del apoyo a la batalla contra el secesionismo catalán que encabeza el Gobierno.
La entrada de los reyes más brillante y aplaudida que nunca, según nos dijeron expertos en los premios y en la realeza.
Mientras, en la calle los rivales mantenían sus pacíficas rivalidades dialécticas y musicales.
En lo que muchos estaban de acuerdo, de uno y otro lado, es que los galardones este año han tenido un borrón negro: premiar a la Unión Europea.
Premiar a la Unión que no ha sabido solucionar el grave problema de los refugiados era considerado por muchos de los presentes como una burla a la inteligencia y a la decencia.
Miles de personas han muerto en el Mediterráneo estos ultimos años tratando de llegar a Europa. Miles de personas han estado arrastrándose por el continente pidiendo asilo huyendo de la carnicería de Oriente Medio ante la sorpresa y desatino constante del hoy premiado.
La mañana en el Hotel Reconquista, que fue orfanato después de la Guerra Civil, es siempre un espectáculo. Se mezclan premiados con famosos y políticos de todo nivel.
Este año sólo había un tema de conversación y de declaraciones en el famoso hall del hotel: Cataluña. Sólo se escuchaba una idea: no a la secesión.
Los que apoyan la independencia no estaban o tampoco quisieron ir a explicar sus razones.