Para entender lo que está ocurriendo en el Gobierno catalán, basta saber que ERC ha cumplido la mayoría de edad. Los republicanos, a los mandos de Cataluña tras décadas de hegemonía de la derecha nacionalista, se creen su papel de primera fuerza del independentismo. Por eso, el presidente, Pere Aragonès, enseña a sus socios de Junts los dientes y la puerta de salida en caso de que la militancia de los herederos de Convergencia vote por abandonar el Palau de la Generalitat.
Lo cierto es que el Ejecutivo catalán ha puesto rumbo a la ruptura. Pero la crisis no parece perturbar a ERC. El propio Aragonès dejó claro que su pretensión es continuar al frente de un gabinete en el que, pese a los roces, se ha sentido cómodo. Aunque, por encima de todo, está su determinación de agotar la legislatura para continuar con la agenda de las cosas del comer. Y es que en Barcelona, la 'clase' política sabe que el procés ya no funciona como combustible para mover el motor de una de las locomotoras de España.
ERC está empoderada. El resultado de las elecciones de febrero del año pasado les situó por encima de sus adversarios en el campo independentista. Y ese sigue siendo el terreno de juego. Porque Junts sigue creyéndose con la legitimidad auténtica de la causa soberanista. Junts acosa y machaca para que ERC vuelva a la unilateralidad y rompa de nuevo con el Estado. Un órdago difícil de aceptar para los republicanos, que no están dispuestos a transitar una senda dolorosa.
Sin paciencia
Sin duda, a Aragonès se le agotó la paciencia cuando sus socios le exigieron que se sometiera a una moción de confianza en el Parlament si no era capaz de asegurar que cumpliría con tres puntos básicos de la estrategia independentista, sellados en el acuerdo que alumbró el gabinete. En plata: Junts quiere seguir controlando la acción secesionista, en manos del Consell de la República que maneja el expresidente Carles Puigdemont. Además de una coordinación total en Madrid. Pero esta nunca llegará, porque ERC, con 13 diputados -frente a los cuatro de Junts-, se sabe pata fundamental de la estabilidad del Gobierno de Pedro Sánchez. Y cree que jugando con esa fuerza puede lograr más que con la confrontación.
Así las cosas, y a la espera de lo que decida la militancia de Junts sobre su permanencia en el Gobierno, lo cierto es que los de Borrás están tocados. Si salen del Gobierno, porque entrarían de nuevo en la irrelevancia de la oposición, un movimiento delicado justo cuando se asoman las urnas de las elecciones municipales. Y si se quedan, porque tendrán que proponer otro nombre en la vicepresidencia de la que fue despojado Jordi Puigneró, 'pasando por el haro' de ERC.
Quedarse o salir
Como ya avanzó este diario, salir del Gobierno es la postura más extendida en Junts. Eso es lo que piden Laura Borràs y el círculo de Carles Puigdemont. Borràs lleva tiempo apostando por una ruptura, sobre todo tras la decisión de Aragonés de seguir en la mesa de diálogo y, a modo más personal, por apoyar su cese como presidenta del Parlament.
El propio Puigdemont ya advirtió a los suyos sobre la necesidad de irse a la oposición cuando arrancó la Legislatura. Frente a estas ínfulas, Jordi Turull ha sido siempre el gran abanderado de la unidad, especialmente tras el estallido del 'caso Borràs' por la apertura de su proceso judicial. Eso sí, si Junts sale de Palau de la Generalitat, ERC se vería en la tesitura de tener que rehacer las costuras parlamentarias y mimar a los comuns y al PSC, la izquierda que podría arroparles en caso de necesidad.
En caso de que Junts decida permanecer en el Gobierno su credibilidad sufriría, ya que mandaría el mensaje de que pese a los aspavientos, acepta la batuta de ERC, así como las posiciones pragmáticas sobre la independencia de los Aragonés. Ahora mismo, con la vicepresidencia vacante, Junts tendría que proponer de inmediato a otro candidato si quiere permanecer en el asiento. Los nombres que más suenan son el consejero de Economía, Jaume Giró, y la consejera de Exterior, Victòria Alsina. Junts acosa y su militancia decide el futuro del Gobierno.
BEJOTA
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