"Hay miedo en el barrio, mucho miedo" relata Paqui, vecina del edificio Venus y propietaria de una cafetería en la calle Ponent, en el distrito de La Mina de Sant Adrià del Besòs (Barcelona). Vive y trabaja en el triángulo en el que anoche, un número indeterminado de personas, sembraron el caos con un tiroteo en el que se detonaron más de 40 disparos. Los hechos ocurrieron la noche de este martes.
En el establecimiento de Paqui, por el que a diario pasan un gran número de vecinos de este barrio, situado entre las localidades de Barcelona y Sant Adrià, ambas en manos del PSC, hoy no se habla de otra cosa. Todos los vecinos de estos bloques de pisos completamente idénticos, con diez plantas de altura y 244 viviendas por edificio, escucharon los disparos. Y todos se encerraron en casa. "No es la primera vez que ocurre, uno no puede vivir tranquilo" explica otra vecina, Eli.
El tiroteo se produjo a escasos cien metros de la comisaría de los Mossos de Esquadra. Un edificio policial, que inauguró Jordi Pujol hace 22 años, con el objetivo de disuadir los delitos en el barrio más peligroso de Cataluña. Pero ni la presencia de la policía catalana en la zona, que permite a los agentes llegar a cualquier incidente en menos de cinco minutos, ha servido para evitar este tipo de sucesos. "Se producen de forma reiterada" admite con resignación Eli.
La Mina, cuyo proyecto de transformación nunca se ha culminado por intereses del ayuntamiento socialista, condenando a los vecinos que tienen sus viviendas expropiadas desde hace casi dos décadas, esperando un realojo que sigue sin producirse, es un polvorín por la desidia de las administraciones autonómicas y municipales. El barrio ya no es el mismo que cuando vivía en él 'El Vaquilla', uno de los mayores delincuentes que han actuado en Cataluña. Pero sigue siendo un punto caliente para el mercado de la droga y un escondite para convictos.
En este barrio, con unos 11.000 vecinos distribuidos en 3,87 km2 de territorio, con edificaciones altas y que son consideradas una trampa para los cuerpos policiales cuando tienen que hacer alguna operación, ya que están conectadas entre sí por túneles que han construido expresamente para la huida, rigen unas normas particulares que incluso algunos agentes respetan a menudo para evitar aumentar la tensión. Con muchos clanes presentes en la barriada, la mayoría de estos tiroteos responden a una venganza entre ellos, en demasiadas ocasiones con desenlace fatal.