Carles Puigdemont sigue buscando enteros para atar su investidura a la presidencia de la Generalitat o salir ganador en una repetición electoral. Mientras ERC y el PSC negocian a contrarreloj la investidura de Salvador Illa con Marta Rovira pilotando con mano de hierro las conversaciones ya en suelo catalán, desde Junts la prioridad sigue siendo coronar a su 'president' al mas puro estilo Tarradellas con un retorno de su 'exilio' épico.
Lo cierto es que la preparación del dispositivo de vuelta a Cataluña es lo que esperan que propulse la estacada final de Puigdemont a Salvador Illa para hacerse con el control de la Generalitat. El partido ya estaba organizando un evento a finales de mes para aupar a su líder justo en la fecha en que cumple 4 años de andadura, el 27 de julio. Junts buscaba otro baño de masas para escenificar el respaldo popular al líder que sin embargo cae en pleno verano y sin previsión de que se repita el éxito del 'peregrinaje' que protagonizaron los seguidores del expresidente de la Generalitat durante la campaña de las elecciones catalanas al sur de Francia.
Puigdemont necesita todos los aliados posibles para coger músculo en la negociación de investidura antes de que finalice el término a finales de agosto. Aunque el apoyo incondicional de anteriores personalidades en el Consell per a la Republica o entidades como Ómnium ya brilla por su ausencia por al 'autoritarismo' de Junts en cerrar filas a la voluntad de su líder. Esta censura a voces disidentes y control total de su 'Gobierno paralelo' es lo que provocó fugas durante las elecciones catalanes de sus bases a otras opciones políticas, entre ellas a Aliança Catalana y la formación de Clara Ponsatí.
Precisamente Clara Ponsatí es la política secesionista más crítica al expresidente de la Generalitat y una voz que clama en el desierto denunciando el mesianismo de Puigdemont. "Mis críticas y discrepancias no eran un problema para que fueran mías, sino porque revelaban que la prioridad política del presidente Puigdemont y su entorno era la protección del espacio político de su partido y su supervivencia como líder. Han sacrificado todas y cada una de las herramientas que podrían ponerse al servicio de liberar al país. Nuestra política genera adhesiones mesiánicas a dirigentes mediocres y autoritarios, que saben manipular a la prensa subvencionada pero no saben resolver los mínimos problemas de discrepancia de una política libre. La conclusión lógica es que en los partidos actuales y de sus satélites organizativos no hay margen para una política de liberación nacional", expresaba este lunes la líder y la que fuera mano derecha junto a Toni Comín de Puigdemont en Bruselas.
Ponsatí, quien ha anunciado que da un paso atrás en su etapa política y trabajara como una ciudadana más, ha expresado en Vilaweb que "la estrategia del exilio se ha convertido en un capítulo más del engaño. Discursos grandilocuentes de cara a la prensa, pero, adentro, la única voluntad real de trabajo ha sido la de proteger un espacio político (ahora el de Junts frente a ERC, como siempre, y viceversa), y la de proteger el estatus de los líderes, a expensas del país y de las herramientas que pueden ponerse en marcha para liberarlo".
Esto incluye, además, la incredulidad dentro de las mismas filas de Junts sobre la estrategia de retorno de Puigdemont cuando se le aplique la amnistía o la repetición electoral. "Esto es una locura, sigue prometiendo que tal y tal sentencia hará que vuelva, que se hayan de convocar elecciones, que ERC tenga que aceptar la unidad con él de cabeza de lista, que ganará y declarará la independencia, ahora sí. ¿Crees que se lo cree o que sólo nos quiere hacer pasar buey por bestia gorda?", le expresaban algunos actores políticos a Ponsatí.
Las palabras de Ponsatí dejan en evidencia una vez más a Puigdemont y levantan los trapos sucios de una política independentista que ha mirado más por sus líderes que por la población y la independencia, tal y como ella misma ha expresado: "Cuando se supo que la sentencia que llevaban años prometiendo que les permitiría volver a casa y “acabar el trabajo” era papel mojado y, sin embargo, seguían prometiendo lo mismo, moviendo la portería de sitio, cambiando lo que habían dicho, una vez más. Dije que ya era suficiente con engañar a la gente", ha expresado. Su columna recoge el sentir de una gran multitud de independentistas resignados, que se suman a su petición de que tanto Oriol Junqueras como Carles Puigdemont den un paso atrás.