El presidente de la CEOE, Juan Rosell, quiere presentar una reforma orgánica de calado de la patronal, cuyos estatutos llevan anquilosados buena parte de sus 35 años de historia. De modo que busca alianzas tanto dentro como fuera de su organización. Entre otras iniciativas, quiere reforzar sus lazos con la élite directiva, cuyo lobby fundamental es ahora el Consejo Empresarial para la Competitividad (CEC). El CEC se creó ya con Rosell al frente de la patronal, a principios de 2011, y su nacimiento se interpretó como un intento de 17 de las grandes compañías españolas (no están todas las del Ibex) por canalizar su opinión fuera de los cauces de CEOE. Ahora, Rosell teje relaciones con el CEC para sentar a uno de sus directivos en una especie de consejo asesor de la patronal.
El presidente cuenta entre los suyos que anhela "unificar el discurso empresarial", y abanderar él "la voz de los grandes y los pequeños". "Nosotros atravesamos problemas connaturales a la crisis, pero ellos tampoco pueden ser muchos más de los que son", cuenta un próximo a Rosell. Éste está convencido de que hay que dar pasos en esa dirección, y suele recurrir al ejemplo de César Alierta (presidente de Telefónica y del CEC), quien conserva un asiento en la Junta de la CEOE.
Aunque no es, ni de lejos, la época de Gerardo Díaz-Ferrán, el presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), el barcelonés Juan Rosell, tiene tantos quebraderos de cabeza en su organización que, casi dos años después de su encumbramiento, es complicado predecir si terminará su mandato por el continuo ruido de sables que le rodea.
La crisis que afecta a las empresas (muchas patronales territoriales y sectoriales quieren perder vocalías en la Asamblea de CEOE ante la dificultad creciente para abonar los 9.000 euros por puesto), algunas medidas controvertidas de Rajoy que Rosell no ha podido atenuar (aumento del IVA, supresión de deducciones fiscales), la cuestión catalana y la posición favorable al pacto fiscal de la patronal Foment del Treball (que Rosell presidió entre 1995 y 2011), el lenguaraz vicepresidente Arturo Fernández y el andaluz Santiago Herrero, quienes maniobran para moverle la silla... Demasiados obstáculos, demasiada sensación de división frente a los dos grandes sindicatos, más unidos que nunca.
Ahora la patronal busca un lugar para un directivo de las prestigiosas 17 firmas, una búsqueda en la que, curiosamente, puede ayudarle la ascendencia o habla catalanas de muchos de los miembros del CEC, caso de Antonio Brufau (Repsol), Isaak Andic (mango), Isidro Fainé (La Caixa)...
En ese sentido, Rosell almorzó hace un par de semanas con los directivos del CEC, invitado por César Alierta. En esa comida, Rosell se desmarcó de la deriva catalana (también lo ha hecho en público a su manera pidiendo la unidad de mercado) e insistió en sumar fuerzas, no en restar.