Entre las cinco de la tarde y las 23 horas, los despachos y pasillos del Palau de la Generalitat y de la adyacente Casa dels Canonges se convirtieron en el escenario donde se fraguó el enésimo choque entre socios de coalición, que derivó en el cese del vicepresidente del Govern, Jordi Puigneró.
Así fueron las seis horas de tensas conversaciones, según fuentes conocedoras de los contactos consultadas por Efe, que culminaron con la destitución anunciada por el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, tras fracasar el último intento de reconducir la crisis con el secretario general de JxCat, Jordi Turull.
Terremoto en el Parlament
Tras semanas de especulaciones sobre una posible ruptura del Govern si Aragonès no cumplía las tres condiciones que plantea JxCat -reactivación de un Estado Mayor del procés, unidad en Madrid y negociación de amnistía y autodeterminación en la mesa de diálogo-, el Parlament inició el martes el debate de política general.
Fue pasadas las diez de la noche, en su último turno de intervención, cuando el líder de JxCat en el Parlament, Albert Batet, lanzó la amenaza que desencadenó el terremoto: sugirió que Aragonès tendría que someterse a una cuestión de confianza si no estaba dispuesto a cumplir las tres condiciones, recogidas en el acuerdo de legislatura.
La amenaza cogió desprevenido a Aragonès, que según fuentes de su entorno la encajó con gran malestar, al interpretar que era la gota que colmaba el vaso de las "deslealtades" de sus socios de coalición, que a su vez consideran "desleal" que el president fulmine unilateralmente a su principal voz en el Govern.
Puigneró en el punto de mira
Para Aragonès, se trataba de una muestra de "deslealtad" intolerable, ya que con anterioridad al debate de política general él sí se había puesto en contacto con el vicepresidente para informarle de la propuesta que iba a presentar en el pleno: la llamada vía canadiense para pactar un referéndum con el Estado.
Aragonès empezó a valorar la posibilidad de destituir a Puigneró, y así lo explicó a los principales dirigentes de ERC -entre ellos Oriol Junqueras y Marta Rovira- pero antes convocó para las 17.00 horas una reunión extraordinaria del Govern, para aclarar el posicionamiento de los consellers de JxCat.
Turull no consigue hablar con Aragonès
Turull, a través de mensajes al móvil del president, intentó hablar con él para buscar vías de reconducción de la crisis, pero según fuentes de JxCat no fue posible acordar una reunión entre ambos antes de la del Govern.
Al mediodía, la plana mayor de JxCat -Laura Borràs, Jordi Turull, Albert Batet y Josep Rius- comió con los consellers de Junts, salvo Jaume Giró, que fue informado del contenido del encuentro.
La reunión sirvió para coordinar el mensaje que los consellers elevarían al president: la voluntad de JxCat era llegar a un acuerdo para reconducir la crisis, siempre y cuando Aragonès diese garantías de cumplimiento del pacto de gobierno.
Las preguntas de Aragonès a los consellers de Junts
Ya en el Palau de la Generalitat, Aragonès inquirió uno por uno a los consellers de Junts si estaban al corriente de la amenaza que iba a lanzar Batet el martes por la noche y si compartían la propuesta de cuestión de confianza.
Las versiones sobre las respuestas difieren: según fuentes republicanas, los consellers de JxCat acabaron mostrando "dudas" y posiciones divergentes sobre la cuestión de confianza, mientras que fuentes de JxCat lo niegan y aseguran que los siete trasladaron monolíticamente su apuesta por "cumplir el acuerdo" de Govern.
En lo que todos coincidieron fue en una cosa: Puigneró era el único de los siete consellers de JxCat que el martes por la noche estaba alertado de "todos los escenarios" posibles que podía poner sobre la mesa Batet, entre ellos la cuestión de confianza, que fue la carta que decidieron jugar Turull y Borràs al constatar que Aragonès no había sido "ni claro ni concreto" al comprometerse a explorar una solución para cumplir las condiciones de Junts.
Aragonès toma la decisión y recibe a Turull
Cuando constató que, en efecto, Puigneró sabía la opción de la cuestión de confianza y no le había alertado de esta posibilidad pese a ser el vicepresidente de su Govern y uno de los principales enlances del president con JxCat, Aragonès estimó que su confianza en él podía darse por perdida y tomó personalmente la decisión de destituirlo, aunque no lo verbalizó en la reunión del gobierno.
Pasadas las siete de la tarde, tras reunirse otra vez con su núcleo de confianza, Aragonès se desplazó a la Casa dels Canonges -residencia oficial del presidente catalán, adyacente al Palau de la Generalitat- para reunirse a solas con Turull.
Según fuentes presidenciales, Aragonès le comunicó su decisión: Puigneró debe ser destituido por pérdida de confianza y JxCat tiene que retirar su amenaza de cuestión de confianza, a lo que Turull respondió pidiéndole "margen", algo de tiempo para hablar y buscar una salida que no implicase soluciones drásticas sin marcha atrás.
El comunicado que sentenció a Puigneró
La reunión entre Aragonès y Turull se vio interrumpida por algunos recesos que el secretario general de JxCat aprovechó para conversar con Puigneró, Batet y otros dirigentes del partido, entre ellos Borràs, que llegó al Palau de la Generalitat a las 22.00 horas y permaneció en los despachos del aún vicepresidente.
Pero en uno de esos recesos, Aragonès fue informado del comunicado que, a las 20.11 horas, JxCat publicó en Telegram y que aseguraba que los consellers del partido, "de manera unánime, han apostado por el cumplimiento del acuerdo" de legislatura y por "garantizar la estabilidad y la lealtad del ejecutivo, en la misma línea que expresó" Batet en el Parlament, "tanto en lo que respecta al acuerdo de gobierno como a la cuestión de confianza".
Para Aragonès, según fuentes de su entorno, aquel comunicado cayó como un jarro de agua fría, ya que no concordaba con la voluntad que le había expresado poco antes Turull de explorar una vía para reconducir las cosas, retirando la amenaza de la cuestión de confianza y estudiando las condiciones de JxCat.
La ruptura
Fue Turull quien advirtió primero a Puigneró de que iba a ser destituido, aunque justo después el vicepresidente fue llamado al despacho de Aragonès, que le comunicó su cese.
Sobre las 23.15 horas, Aragonès compareció en la Galería Gótica del Palau de la Generalitat para anunciar una decisión que obliga a Junts a mover ficha: su dirección debate hoy si sale del Govern, propone un nombre para relevar a Puigneró o bien convoca ya una consulta para que la militancia se pronuncie.