"Puigdemont no tiene otra que salir al balcón de la Generalitat". Las fuerzas secesionistas otean el futuro ante la posibilidad de un 'no referéndum' el 1-O. La frustración del sector social más independentista será de tal calibre, que no habrá más opción que tirar hacia adelante, señalan. Puigdemont lo tiene muy claro. Habrá independencia con o sin consulta, señalan. En su partido no se comulga con ésta idea.
La vieja guardia de Convergencia en el PDeCat rechaza esta alternativa. "Sería un exabrupto, un disparate, echaría por tierra todo lo que se ha trabajado estos meses", apuntan. Defienden una alternativa más ponderada. Convocar elecciones anticipadas para antes de marzo. Era la opción de este sector desde antes del acelerón de Puigdemont rumbo a la secesión. "Nos toca perder, pasar a la oposición y refundar el partido", señalan. El actual 'president' no quiere oír hablar de esta alternativa. No entra en sus planes. Ya ha anunciado que no será candidato. "Quiere ser jefe del Estado y ya está', apunta un diputado autonómico de su partido, muy crítico con la actual dirección.
La extraña actitud de Junqueras
En ERC, sus socios de Gobierno, también se detectan actitudes enfrentadas. Oriol Junqueras, imprevisible y bifronte de todo el proceso, nunca descartó públicamente la posibilidad de los comicios, en los que sabe que cosecharía un buen resultado. El líder de ERC alcanzaría la presidencia, su gran obsesión, en un Parlament en el que, de acuerdo con algunas previsiones, los secesionistas conseguirían una holgada mayoría absoluta. Hablan incluso de pasar de los 71 escaños actuales a 90. "Hay que convertir en escaños el cabreo social", apuntan.
No es unitaria esta posición en ERC, donde algunos dirigentes apoyan la vía Puigdemont hacia la independencia, con llamativas exhortaciones hacia el "ahora o nunca". La CUP se sumaría a este carro, así como la ANC y Omnium Cultural, los movimientos cívicos que llenan estos días las calles de algunas de las ciudades más importantes de Cataluña.
La salida a la actual situación es una incógnita. La ley de transitoriedad, aprobada en el polémico pleno del día 7, en el que Carme Forcadell silenció a los grupos de la oposición, no menciona salida alguna a la posibilidad de un referéndum fallido. La ley de ruptura mencionaba la posibilidad de elecciones en el caso de que se impusiera el 'No'. El escenario del post 1-O aparece rebosante de incógnitas. Los partidos secesionistas nada tienen negociado al respecto y empiezan ya a apuntarse síntomas de división que, según algunos, culminarán en situaciones de fractura.