Llevan unidos en un tenso matrimonio desde el mes de septiembre de hace 35 años y ahora pueden estar a las puertas del divorcio si Artur Mas no corrige el tiro y recorre una senda soberanista que choca de bruces con el Estado. Unió Democrática ya dispone de encuestas internas y tiene pergeñado el escenario en el que le tocaría proseguir su carrera política en solitario, en caso de una ruptura traumática con Convergencia. Los democristianos cuentan en estos momentos con 16 diputados sentados en el Parlamento catalán dentro del grupo de 50 que CiU tiene asignados tras las elecciones autonómicas celebradas el año pasado. Si ahora se convocara a las urnas y concurriera por separado, reduciría su presencia hasta 8 o 10 diputados, pero el batacazo de Convergencia, con no más de 30 parlamentarios autonómicos, sería de tal magnitud que Esquerra Republicana se convertiría en la primera fuerza política de Cataluña, recuperando el empuje político que tuvo con Lluís Companys en la Generalitat durante la II República.
Encuestas internas dan a Convergencia 30 escaños y entre 8 y 10 a Unió, en caso de que concurrieran por separado a las urnas en Cataluña
Sobre el papel y la aritmética parlamentaria, aseguran fuentes de CiU, “nadie desea la ruptura”. Pero, en la práctica, las condiciones que Josep Antoni Durán i Lleida le ha puesto a Artur Mas para conservar el matrimonio son claras: rechazo rotundo a una consulta soberanista que no cuente con el aval del Gobierno central y negativa tajante a unas elecciones de carácter plebiscitario que pudieran conducir en su día a una declaración unilateral de independencia.
En las filas nacionalistas resurge estos días con fuerza el fantasma de la ‘operación Roca’, esta vez a escala catalana, teniendo en cuenta que tanto Convergencia como Unió disfrutarían de recursos más que sobrados para competir cada una por su lado en unas elecciones, eso sí con unas posibilidades de éxito muy remotas y la probable cesión a los republicanos de Oriol Junqueras de la hegemonía política en Cataluña. En la ‘operación Roca’ quedaron enterrados varios miles de millones de las entonces pesetas a cambio de cero escaños cuando su grupo de patrocinadores decidió en 1986 aprovechar la debilidad de la derecha y el desgaste inicial de Felipe González para poner en el escaparate a Miguel Roca, al frente del Partido Reformista Democrático, y poder conducirle hasta La Moncloa bajo un palio escoltado, entre otros, por el hoy presidente de ACS, Florentino Pérez, el abogado Antonio Garrigues y el exministro Rafael Arias Salgado. La broma se saldó con menos de 200.000 votos, entre otras razones porque respetaron las marcas nacionalistas en Cataluña y en Galicia.
La 'operación Roca' acabó en 1986 con miles de millones de pesetas enterrados y ningún escaño para sus promotores, entre ellos el hoy presidente de ACS Florentino Pérez
“Disponer de recursos para afrontar una campaña electoral no sirve de nada si no tenemos los votos”, comenta un veterano dirigente de CiU, preocupado por la deriva que está tomando la situación y el riesgo creciente de ruptura. En su Grupo Parlamentario pesa la sensación de que esta vez no se trata de un amago más de divorcio sino, más bien, “de un aviso muy serio” de que esta coalición de intereses, por primera vez desde 1978, está realmente en peligro.
Durante esta larga convivencia, se han producido muchos sobresaltos, relacionados con las discrepancias sobre la interlocución con Moncloa y con el mundo financiero, con la composición de las listas electorales, el reparto de cargos en los grupos parlamentarios, la estrategia de alianzas o la política fiscal en Cataluña. Pero ahora, abundan estas fuentes, la hostilidad es mucho más profunda y ha originado tensiones sin precedentes entre Artur Mas y Durán, influidas también por la percepción creciente dentro de CiU de que el liderazgo político del primero se encuentra abrasado y pronto necesitará un urgente relevo, opinión que recorre las filas nacionalistas desde que el año pasado su apuesta soberanista se topó con la pérdida de 12 diputados y el firme ascenso electoral de Esquerra.
Dentro de CiU hay una percepción creciente de que el liderazgo político de Artur Mas está abrasado y necesitado pronto de un urgente relevo
La pelea dentro de CiU y su evolución estará condicionada por el resultado de la negociación abierta entre La Moncloa y la Generalitat para encontrar una salida al estrecho callejón por el que transita el programa soberanista de Artur Mas. “Si Rajoy mueve ficha y abre un respiradero que frene la consulta y las elecciones en clave plebiscitaria, salvaremos los muebles, de lo contrario, el actual mapa catalán saltará por los aires y no puede descartarse nada”, se apunta desde uno de los timones de la familia nacionalista.