Los médicos de familia han detectado un aumento del 8 % en las consultas en Atención Primaria por trastorno alimentario, generalmente en pacientes en la franja de 12 y 36 años, en su mayoría mujeres y niñas, con problemas de alimentación derivados de la exposición distorsionada del físico en las redes sociales.
La responsable del grupo de trabajo 'Estilos de vida y determinantes de salud', Isabel Paúles, ha informado en el 30 congreso nacional de la Sociedad Española de Medicina General y Familia (SEMG) de que en Estados Unidos una persona fallece cada 52 minutos por trastornos alimentarios, si bien este dato no es extrapolable a España donde estas conductas están infradiagnosticadas por su estigma social.
Paúles ha explicado que la anorexia, la bulimia y el trastorno por atracones generan un desequilibrio nutricional que si no se canaliza en unidades especializadas "cuesta mucho salir de ello": "Es muy difícil que se curen al cien por cien, y aunque aprenden a comer es un problema que, generalmente, se arrastra toda la vida en mayor o menor grado".
El trastorno del atracón
Además de la anorexia y la bulimia nerviosa, los nuevos manuales de referencia para los profesionales sanitarios en el diagnóstico de trastornos mentales reconocen los atracones como Trastorno de Conducta Alimentaria (TCA).
Este trastorno se define como una sobreingesta frecuente (al menos una vez por semana durante tres meses) con falta de control (no poder parar) y acusados sentimientos de malestar psicológico a lo que se unen conductas purgativas como ejercicio en excesivo para quemar calorías o consumo de diuréticos para eliminar líquidos.
Los médicos de familia también han detectado que las personas con trastornos alimentarios recurren, en ocasiones, a medicamentos para diabéticos (de manera ilegal y en redes) que les ayuda a controlar el azúcar, y les sirve para adelgazar.
Los criterios diagnósticos para esta conducta son: ingesta más rápida de lo normal que hace sentirse inconfortablemente lleno, ingesta de grandes cantidades sin sentirse hambriento, comer en soledad con sentimiento de vergüenza y sentimientos negativos sobre uno mismo (asco, depresión y culpa).
Según Paúles, la incidencia y prevalencia de estos trastornos está aumentando considerablemente en los últimos años, sobre todo en mujeres adolescentes, agravándose tras la pandemia de la covid-19 y con el auge de la utilización de las redes sociales.
Esta experta ha subrayado que en las redes se tiende a exponer los aspectos más destacados de la vida de las personas 'influyentes', "lo que suele ser una versión filtrada y editada de la realidad y favorece una disminución de la autoestima".
Además, la exposición distorsionada del aspecto físico, utilizando continuos filtros y edición de las fotos, "crea cánones físicos inalcanzables, lo que favorece a un empobrecimiento de la confianza en uno mismo y deriva en problemas de autoimagen y trastornos de la alimentación".
De hecho, mientras que en las redes sociales impulsan en los chicos el aumento de masa muscular, en las chicas tienden a promocionar el cuerpo delgado y esbelto como garantía de éxito social.
Paúles, que desarrolla su labor asistencial en el centro de salud Amando Loriga de Caspe de Zaragoza, ha considerado que el papel del médico de familia es esencial para detectar precozmente estos trastornos y derivar a unidades específicas.
A juicio de Paúles, los médicos de familia deben estar alerta a posibles signos que hagan detectar estos problemas en la conducta alimentaria. Como posibles signos ha citado la astenia, la falta de energía, la preocupación excesiva por el aspecto físico, el reconocimiento de una baja ingesta por el 'no tengo hambre', aislamiento social y ausencia de contacto visual en la conducta cuando se pregunta por temas de alimentación y ejercicio físico.
Para la enfermera y coordinadora del grupo de trabajo de salud pública de la SEMG, Julia Ruiz, se necesitan tratamientos personalizados para mejorar la respuesta y minimizar el sufrimiento asociado con estas enfermedades que afectan tanto a la esfera biológica como a la psicosocial.
Según Ruiz, los casos de pacientes con rasgos depresivos dependientes están relacionados con problemas derivados de la identidad y el miedo a no ser aceptado.
También se ha demostrado que los pacientes con bulimia tienen mejor recuperación que los pacientes con anorexia, siendo el patrón purgativo los que cuentan con mayor incidencia de suicidio y psicopatología.
En el congreso de la SEMG se ha puesto el foco en el diagnóstico temprano desde el ámbito de la Atención Primaria, que consideran el lugar idóneo para aplicar de forma sistémica test de cribado sobre signos de sospecha o alarma que ayuden a reconocer los TCA en fases reversibles.