Lleva ocho meses en uno de los puestos más complicados de esta pandemia: la Consejería de Sanidad de la región que, durante meses, fue el epicentro sanitario del coronavirus. Enrique Ruiz Escudero (1967), médico colegiado como pediatra, asegura que además de la guerra contra la covid-19, en Madrid se ha librado casi a diario también una batalla política contra Moncloa. Y pese a todo, niega los rumores y asegura que "nunca" pensó en tirar la toalla ni puso su cargo a disposición de la presidenta Isabel Díaz Ayuso.
Pregunta: ¿Qué piensa cuando oye hablar ahora del 'milagro' de Madrid después de meses de 'madrileñofobia' y 'bomba vírica' para el resto de España?
Respuesta: No hay que hablar de milagro sino de una estrategia, responsabilidad y criterios técnicos, que son los que nos han traído hasta aquí. Sí que es verdad que vivimos épocas de 'madrileñofobia' por parte de comunidades que ahora están en una situación infinitamente peor que Madrid y que deberían reflexionar cuando se ocuparon de culpar a Madrid, porque los contagios del virus se producen sin respetar fronteras ni límites administrativos o territoriales de ningún tipo.
P: ¿Y qué le dice a todos aquellos que no se fían y ponen en duda las cifras que está facilitando Madrid?
R: Que Madrid ha actuado siempre con un rigor tremendo en cuanto a los datos, con mucha honestidad y transparencia, aunque los datos fuesen desfavorables –porque ha habido épocas muy complicadas- y siempre hemos actuado con la misma metodología de trabajo, contando todo lo que pasaba en todos los niveles. Pero, sobre todo, sin cambiar en todo este tiempo: los datos que contamos ahora se contaban igual en lo más duro de marzo. Hemos chocado con el Ministerio porque ellos han cambiado ocho veces la metodología.
Los datos que contamos ahora se contaban igual en lo más duro. Hemos chocado con el Ministerio porque ellos han cambiado ocho veces la metodología"
P: Dice Fernando Simón, pese a los datos de muertes y contagios del resto de España, que estamos más lejos de un confinamiento domiciliario. ¿También en Madrid?
R: En Madrid, claramente y desde hace tiempo, no hay motivos para un confinamiento domiciliario. No se pueden tomar decisiones por modas de lo que ocurre en otros países. Si estamos estableciendo medidas de restricción para hacer los lugares más seguros, la hostelería, los centros de trabajo, colegios y universidades, tenemos que apostar por ello. Y, sobre todo, algo que el Ministerio a veces olvida: cómo está evolucionando el número de contagios, las hospitalizaciones, las camas de UCI. El control de los datos es la clave. Madrid, ahora mismo, no está para ese confinamiento. Hay otras comunidades autónomas que la incidencia acumulada a 14 días es más alta, pero el confinamiento domiciliario tiene que ser la última decisión.
P: En Madrid, por lo tanto, con los datos actuales…
R: No nos lo hemos planteado en ningún momento.
P: ¿Tenemos que tener miedo al invierno?
R: La bajada de temperaturas es la que está condicionando mucho la evolución de la pandemia en el resto de Europa. Hay uno de los elementos a los que se temía, que era la epidemia de gripe, pero por los datos que llegan del hemisferio sur, Australia o Argentina, parece que el riesgo de contagio ha disminuido de manera drástica por el uso de las mascarillas. Aunque administraremos cerca de 1,4 millones de vacunas este año. Si seguimos con responsabilidad individual, respetando distancias y las órdenes para los espacios de mayor concurrencia, creo que tampoco tenemos que temer especialmente al invierno. Si acaso, paciencia y responsabilidad.
P: ¿Y hasta cuándo estaremos con toque de queda?
R: Tampoco me quiero aventurar a establecer un horizonte temporal porque siempre que alguien ha hecho cualquier predicción con el coronavirus, se ha equivocado. Vamos a ir viendo día a día cómo va evolucionando, pero sí que valoro positivamente que si la tendencia descendente continúa durante semanas y llegamos a diciembre en unas condiciones óptimas en cuanto a contagios, incidencia acumulada y a la parte asistencial, podemos empezar a pensar en levantar algunas de las medidas e ir volviendo a la normalidad, si es que vamos a volver a la normalidad que vivimos antes de la pandemia.
P: ¿Y se podrá ir a cenar en Navidad con la familia?
R: Ese es uno de los grandes retos que tenemos: que se den las condiciones para valorar que las familias puedan juntarse después del año que han pasado. Sería una buena noticia.
En Madrid, con los datos actuales, no nos hemos planteado en ningún momento un nuevo confinamiento domiciliario"
P: Algunos dicen que mucha de esa mejora en las cifras de Madrid viene del cambio de reducir las pruebas PCR y de aumentar los test de antígenos…
R: Nos ha favorecido el hecho de sustituir parte del diagnóstico de PCR por test de antígenos por una razón muy sencilla: el tiempo de respuesta desde que se hace cada prueba. La PCR es de laboratorio mientras que los test de antígenos se hacen en el momento y en veinte minutos uno sabe cuál es el resultado. Eso ha hecho mejorar nuestra estrategia diagnóstica y, sobre todo, de seguimiento con los positivos. Y en la parte asistencial, esa velocidad de diagnóstico ha permitido desatascar los cuellos de botella en atención primaria, urgencias hospitalarias y el Suma y detectar los asintomáticos contagiados de una manera mucho más rápida. Los antígenos han aumentado nuestra capacidad de diagnóstico: en las últimas cuatro semanas ya estamos en más de 190.000 pruebas realizadas cuando en marzo hacíamos 15.000 PCR. Es la clave para llegar al mayor número de casos que sean asintomáticos y que podamos cortar esa vía de transmisión.
Los antígenos han aumentado nuestra capacidad de diagnóstico. Han sido clave para llegar al mayor número de casos que sean asintomáticos y que podamos cortar esa vía de transmisión"
P: ¿Cuándo fueron conscientes de que la curva en Madrid comenzaba a frenarse?
R: Detectamos el pico máximo de la segunda ola el 16 de septiembre, cuando registramos el mayor número de contagios. A partir de ese día –cuando actuamos con el modelo de confinamiento por Zonas Básicas de Salud, con medidas más estrictas en unidades de menor población- fue cuando comenzamos a ver ese descenso. Desde entonces ya son casi siete semanas consecutivas bajando el número de casos y, además, el dato de Incidencia Acumulada (IA) a 7 días que permite establecer la predicción de cómo se van a comportar esos contagios, es ahora mismo menor que la mitad de la IA a 14 días, lo que indica que esa tendencia va a continuar. Ese modelo de Zonas Básicas de Salud, muy trabajado y muy reflexionado por la Dirección General de Salud Pública, más selectivo y más quirúrgico, está dando evidentemente resultado.
P: La guerra o el pulso político entre Moncloa y Sol obligó a un estado de alarma de 15 días solo para Madrid. ¿Esa decisión frenó la bajada de los contagios que había comenzado?
R: A veces es difícil, por el tiempo de incubación, hacer relación causa efecto, pero es verdad que nosotros sí que detectamos un incremento de la movilidad, principalmente en el Ayuntamiento de Madrid, porque pasamos de tener el control sobre una zona básica a, de repente, permitir la movilidad al utilizar el municipio como unidad territorial. Y perimetrar un municipio de más de tres millones de personas es algo muy complejo y más en un puente como era el del Pilar. La movilidad también aumentó en otros municipios como Fuenlabrada o Parla.
P: ¿Perjudicó entonces esa decisión de Moncloa?
R: Sinceramente, yo creo que sí. Nosotros pretendíamos con nuestra primera orden que el 30% de los contagios –que se producían en 1,1 millón de madrileños- estuvieran en una zona de control, y funcionó porque en 15 días alguna de esas zonas bajaron los contagios un 40%, lo que hablaba de la bondad de la medida. Sin embargo, con el estado de alarma y el confinamiento por municipios, se aumentó la movilidad y se permitió más transmisión de contagios.
Todo indica que ha habido decisiones de carácter político. El Gobierno siempre reconoce las cosas después de cuestionar y dar la batalla a Madrid"
P: Al final, Moncloa cedió en las Zonas Básicas, también en el cierre perimetral por días, como pidió Isabel Díaz Ayuso. ¿Siente que en todos estos meses, además de la guerra contra el virus, Madrid ha tenido que librar casi a diario también una batalla política?
R: En muchas ocasiones sí que lo hemos visto, porque solo hay que analizar los hechos que hemos vivido. Primero, tuvimos uno de los momentos más complicados con el Ministerio con el cambio de fase. Pasábamos de ser felicitados por la evolución de la pandemia a, de pronto, aplazar tres semanas el pase. Luego vivimos la imposición del estado de alarma, que no tuvo ningún sentido aplicarlo solo a Madrid en pleno descenso del número de contagios y de hospitalizaciones; el empeño en cerrar Madrid siete días consecutivos cuando lo que se pretendía era restringir la movilidad solo en los puentes... Todo indica que ha habido decisiones de carácter político. El Gobierno siempre reconoce las cosas después de cuestionar y dar la batalla a Madrid.
P: Lleva ocho meses luchando contra la peor pandemia mundial desde la Consejería de Sanidad de la Comunidad que ha sido, durante mucho tiempo, epicentro sanitario y político de esa epidemia. ¿Cuántas veces ha querido tirar la toalla?
R: La verdad es que hemos tenido momentos difíciles, pero en el plano personal hay que pensar siempre en la responsabilidad y que tienes pacientes y debes tomar decisiones. Nunca he tenido la sensación en ningún momento de querer tirar la toalla. Momentos difíciles, vividos de distinta manera, muchos, pero no me he planteado abandonar.
P: ¿Nunca ha puesto su cargo a disposición de la presidenta, ni siquiera en plena guerra de las residencias con su ya excompañero Alberto Reyero?
R: No. En ningún momento. Con ella hablé y hablo mucho, lógicamente, pero nunca le puse mi cargo a su disposición. Y eso que ya ha habido cinco o seis consejeros autonómicos de Sanidad que han cambiado desde la pandemia.
No me he planteado abandonar. En ningún momento. Con ella (Ayuso) hablé y hablo mucho, lógicamente, pero nunca le puse mi cargo a su disposición"
P: Echando la vista atrás, se critica a Madrid por la falta de rastreadores, de personal en la Atención Primaria… ¿Qué hubiera hecho distinto?
R: Ha habido decisiones difíciles de tomar, puesto que la presión asistencial era de tal magnitud que era complicado a veces ver qué iba a ocurrir un poco más adelante. Pero si uno analiza, lo peor fue la rápida aparición de la segunda ola, que nos condicionó mucho y nos tumbó el plan que habíamos establecido para los profesionales sanitarios, para que descansaran durante esos meses de verano, y ahí sí que llegamos a la segunda quincena de agosto más justos de recursos humanos. Viéndolo con distancia, hubiera tomado otras decisiones estratégicas.