Joaquín Almunia no va a ser quien pague los platos rotos por el enfrentamiento que libra con el Gobierno de Mariano Rajoy. Su destitución por el Ejecutivo no es posible, como ha recordado el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Duräo Barroso. Por ello, quien va a pagar el pato es la mujer del comisario, Milagros Candela, destinada desde hace cinco años en Bruselas como representante permanente de España ante la Unión Europea para el área de investigación, cargo por el que percibe un sueldo mensual superior a 10.000 euros.
Orgánicamente, Candela depende del Ministerio de Economía que dirige Luis de Guindos, quien asumió en diciembre las competencias sobre investigación a través de la secretaría de Estado que pilota Carmen Vela, una mujer que en su día avaló a José Luis Rodríguez Zapatero dentro del denominado ‘clan de la ceja’ y que se enfrentó a una dura polémica por su continuidad como alto cargo en el Gobierno de Mariano Rajoy.
Fuentes solventes aseguran que Guindos está recibiendo fuertes presiones para que comunique a Milagros Candela su cese en Bruselas, un paso que se interpreta como un claro ajuste de cuentas del Gobierno con el comisario de Competencia por ir a contracorriente de muchas de las decisiones que se toman en Madrid.
Los últimos enfrentamientos más sonados han tenido que ver con la reforma del sistema financiero y con las condiciones impuestas por Bruselas al Ejecutivo español para acceder al rescate bancario y a la relajación de los objetivos de déficit. En el Gobierno, escoció que Almunia anticipara la liquidación de algunas de las entidades financieras que han sido intervenidas y, posteriormente, su advertencia de que la subida del IVA era vinculante para España, pues formaba parte de las recomendaciones hechas por la Comisión Europea para respetar la senda de la consolidación fiscal.
Desde el PP se llegó a pedir, incluso, la dimisión de Almunia como comisario europeo, en ocasiones con palabras gruesas. El diputado Rafael Hernando le recordó al comisario que si quería ejercer de jefe de la oposición frustrado, su sitio no estaba en Bruselas, sino en Madrid. El duelo se resolvió parcialmente en la entrevista que mantuvieron a mediados de mes en La Moncloa el propio Almunia y Mariano Rajoy, en la que el primero negó que el presidente le hubiera pedido la dimisión.
De todas las declaraciones que ha hecho el comisario en los últimos meses y que el Gobierno ha interpretado que iban en contra de su política, una de las que más molestó en Moncloa fue la que advertía de la obligatoriedad de subir el IVA impuesta desde la Comisión Europea, en un momento en el que el Ejecutivo intenta transmitir el mensaje de que el guión de su política económica se maneja desde Madrid y no desde Bruselas o desde el FMI.
El mandato de Almunia vence el 31 de octubre de 2014 y el comisario, muy apreciado en Bruselas, no tiene intención alguna de dejar el cargo. Pero quien sí va a tener que conformarse con abandonar su actual destino, en el que lleva cinco años, es su mujer, pues Guindos va a tener poco margen para resistir las presiones que exigen su cese.