Los agentes que el 16 de junio de 2014 irrumpieron en la vivienda de Abdeslam El Haddouti, uno de los yihadistas detenidos en el marco de la operación Gala que desarticuló la denominada Brigada Al Andalus asociada a la Mezquita de la M-30 madrileña, no tenían ni la menor idea de que entre todo el material del que se incautaron estaba el diario de Marta T. M. Este manuscrito, en palabras de los investigadores, había sido redactado a modo "grito silencioso", por lo que demostraba "el sufrimiento" que la radicalización del arrestado había causado a su mujer.
Vozpópuli ha tenido acceso al contenido del diario de la leonesa Marta, que sirvió de prueba para condenar a Abdeslam El Haddouti a ocho años de cárcel, una sentencia que ha sido ratificada hace un mes por el Tribunal Supremo.
Y de su lectura, los policías de la Comisaría General de Información que realizaron el informe sobre los hallazgos del registro de la vivienda de Marta concluyeron que en estas anotaciones "se puede ver un claro adoctrinamiento religioso ejercido por parte de Abdeslam El Haddouti hacia ella y a sus hijos".
No puedo navegar libre por internet, no respeta mi privacidad"
En una de las anotaciones, con fecha 22 de diciembre de 2010, Marta llega a asegurar: "Ya no lo aguanto más, es tal el machaque psicológico al que estoy sometida que es imposible seguir. Todo ha sido gritando, por supuesto", escribe este mujer que completa: "No puedo navegar libre por internet, no respeta mi privacidad".
Y el diario muestra, una a una, el resto de directrices que El Haddouti imponía a su mujer y dos hijos: "Mi ropa dentro de la casa no puede ser corta, (porque él dice que es malo que lo vean los niños)" o también "no le gusta la ropa que me pongo incluso alguna vez me ha dicho que hay cosas que no debo ponerme. No se pueden utilizar perfumes (pues llevan alcohol, tampoco desodorante".
No le gusta que quede con mis amigas"
Su marido también controlaba la conducta, siempre según el diario, de Marta, que escribe: "No puedo tener amigos hombres" e incluso: "No le gusta que quede con mis amigas".
El 10 de diciembre de 2010, esta mujer también indica que su marido limita su libertad: "No quiere dejarme salir sola de casa a devolver un libro a la biblioteca, obliga a E. a venir conmigo, alegando que es de noche" y "no le gusta que vaya de noche a llevarle un broche a Piedad (a su casa)".
"No puedo poner figuritas, ni rostros esculpidos en la casa", "no podemos ver películas, "no podemos ir al cine", "no podemos ir a la piscina" y "no podemos ir a la playa"
Pero en su hogar, las limitaciones para Marta también se ven reflejadas en el manuscrito: "No puedo poner figuritas, ni rostros esculpidos en la casa", "no podemos ver películas, "no podemos ir al cine", "no podemos ir a la piscina" y "no podemos ir a la playa".
Tampoco esta mujer podía poner adornos de Navidad o fotos: "Si hay alguna foto la tapa a le da la vuelta". En este sentido, escribe en un párrafo diferente: "Ha guardado o ha roto todas las fotos en las que sale él o su familia".
Y por supuesto, en la casa de Abdeslam El Haddouti y Marta tampoco se podía escuchar música. A consecuencia de ello, este mujer redacta el 22 de diciembre de 2010: "E. ha suspendido música, pues no puede estudiar en su casa".
"No quiere recortarse la barba"
El diario de Marta recoge también una serie de hechos, que definen a su marido: "No quiere recortarse la barba, dice que es haram", (que está prohibido), "siempre debemos interrumpir algo porque es hora de rezar", "siempre está leyendo libros religiosos, que son los únicos que pueden leer los niños", indica el documento.
Los agentes de la Comisaría General de Información de la Policía consideran evidente, tras analizar las pruebas, que Abdeslam El Haddouti busca inducir a sus hijos al extremismo.
"Como se aprecia en las observaciones sobre su línea telefónica lo primero que suele preguntar a su mujer cuando la interroga por el despertar de sus hijos, es si han realizado ya sus rezos. A sus hijos, a los que con temperaturas elevadas obliga a acompañarle a la mezquita de Villaverde, una prueba cuya dureza obliga a su mujer a plasmar en sus diarios", confirman los agentes de la Policía.
A la mezquita de Villaverde
De esta forma, los Policías hacen referencia a uno de los pasajes del manuscrito, en el que Marta escribe: "Ayer les llevó a la mezquita de Villaverde andando (con 39 grados), volvieron andando, a las 15:00 de la tarde, y luego a las 20:00 volvieron a ir andando. ¿Querrá que de mayores corran una maratón? Más bien creo en facultades mentales perturbadas, pero, juzguen ustedes por sí mismos".
Abdeslam El Haddouti también impone limitaciones a la educación de sus hijos, según el diario de Marta, que dice: "Los niños no pueden leer libros en español, sólo árabe".
Me ha dicho que los niños no necesitan estos libros, que con el colegio tienen suficiente, porque estos libros (como todos los que no son de su religión) no dicen nada más que mentiras"
En este sentido, esta leonesa completa en otro momento de su manuscrito que su marido no ve bien determinadas lecturas infantiles: "Son aproximadamente las 8:00 de la tarde. Me han traído los libros de El Círculo para los niños, los libros de Gerónimo Stilton. Me ha dicho que los niños no necesitan estos libros, que con el colegio tienen suficiente, porque estos libros (como todos los que no son de su religión) no dicen nada más que mentiras".
Otros párrafos muestran la poca ayuda que esta española recibe de su marido para cuidar de sus hijos: "Llevé a E. al hospital a las 7:30 de la mañana, le dije si me podía llevar y se metió en la cama a dormir".
Las imposiciones del yihadista generan una evidente tensión en la pareja, tal y como se puede comprobar con la lectura del diario de Marta, que llega a asegurar: "Dice que mis hijos siempre han estado solos, porque trabajo fuera de casa", tras lo que escribe: "Dice que voy a llevar a mis hijos al infierno".
Me ha dicho que le tendí una trampa al quedarme embarazada y ha puesto en tela de juicio que uno de mis hijos sea suyo"
Unos párrafos después, esta mujer escribe incluso sobre los malos tratos psicológicos que sufrió: "Me ha dicho que le tendí una trampa al quedarme embarazada y ha puesto en tela de juicio que uno de mis hijos sea suyo".
"Hoy, 21 de noviembre de 2010 ha dicho que son hijos de la cama, también que me estoy enterrando viva", continuó Marta, que también fue objeto de gritos y otros insultos, ya que su marido le acusó de entrometerse cuando él reprendía a sus hijos.
Hoy me ha dicho algo bueno. Nunca se junta con basura, eres una basura, una basura total"
La relación de la pareja empeora con el tiempo, tal y como se puede leer en otro cuaderno intervenido, que después de la fecha 31 de julio de 2011, indica: "Hoy me ha dicho algo bueno. Nunca se junta con basura, eres una basura, una basura total. Me habla muy cerca, le toco con la mano para que mantenga una distancia prudencial y me retira con fuerza tres veces la mano. Dice que voy acabar sola, como la basura. Dice que va a encontrar a alguien mejor que yo mil veces y que a partir de ahora no le dirija la palabra".
Incluso otro episodio de las anotaciones de Marta muestran actitudes violentas de Abdeslam El Haddouti: "Intento dar un paseo por la noche. Me dice que dónde voy, no me deja salir. Me tira el móvil y luego el portátil. Y me empuja para que me siente en el sofá", para una línea más abajo escribir: "Insiste en que soy mentirosa y les he enseñado a mis hijos a mentir, cuando sólo lo hacen por instinto de supervivencia", completa esta mujer, que también lamenta que su marido no felicite a uno de sus hijos: "Porque ellos no celebran cumpleaños".
Sufrimiento en su entorno
El contenido del diario de Marta hace que los agentes lleguen a la conclusión de que la actitud de El Haddouti llega a causar sufrimiento en su entorno más íntimo, como es el hecho de que no pueda ir al cine, porque la exhibición de la imagen es pecado para él, ni escuchar música profana - pues sería pecado- o comer fuera de casa, lo que hace en contadas ocasiones ante el temor de consumir comida no halal o no permitida a los musulmanes.
La española Marta T. M. (1970), natural de Fabero (León), conoció en 1999 a Abdeslam El Haddouti, un ciudadano marroquí de Tetuán. Comenzó una relación con él, que meses después, el 17 de marzo de 2000, acabó en un matrimonio que tiene dos hijos, según declaró el 16 de junio de 2014 la propia Marta ante los agentes de la Comisaría General de Información, que apenas unas horas antes habían irrumpido en su vivienda para arrestar a su marido.
Al casarse, el matrimonio se asentó en el madrileño barrio de Vallecas, que cuatro años después, en 2004, abandonó la pareja tras lograr una vivienda pública en Usera, también en Madrid. Abdeslam El Haddouti tenía un empleo muy estable, ya que en el momento de su detención llevaba 18 años trabajando para una empresa de servicios en la Real Casa de la Moneda y Timbre.
Detenido en la Operación Gala
Sin embargo, de forma paralela a su empleo, Abdeslam El Haddouti era uno de los cabecillas de la peligrosa célula yihadista denominada Brigada Al Andalus. Y la policía detuvo esa misma noche a otros ocho islamistas radicales en la denominada Operación Gala, que logró desmantelar un grupo yihadista que ya había conseguido enviar a luchar a Siria e Irak a varios residentes en España bajo las filas de grupo terrorista DAESH.
Pero cuando los agentes registraron la casa de El Haddouti y de Marta, hicieron un hallazgo de vital importancia para los investigadores, y que incluso plasmó el juez encargado del caso, Pablo Ruz, en su auto de procesamiento de los yihadistas: el diario de la mujer, que narraba, con todo lujo de detalle, sus sufrimientos durante el proceso de radicalización de su marido, cuya condena a ocho años de cárcel ha ratificado de forma reciente el Tribunal Supremo.