Palabras de ánimo, de aliento. Mensaje en positivo. Convivencia, diálogo, concordia, respeto a las leyes y al pluralismo, es el camino que señala el Rey en su mensaje de Navidad para superar el dramático escenario surgido de las urnas en Cataluña, que amenaza con un horizonte perenne de "incertidumbre".
"No todo han sido aciertos. Persisten situaciones difíciles y complejas que hay que corregir". Felipe VI dedica tres párrafos de su discurso a abordar la situación catalana surgida de las urnas el pasado 21D. Eludiendo los tonos dramáticos o imperativos, tres veces incluye en su parlamento la palabra ‘convivencia’, auténtica obsesión de la Corona ante el nuevo panorama político, advierte de los riesgos inaceptables de ignorar la Justicia y los mandamientos de un Estado Democrático y bucea en los logros y éxitos de nuestra reciente historia, que ha sido ‘el triunfo de todos los españoles’.
Lejos de la firmeza incontestable de su vibrante intervención del pasado día 3 de octubre -otras eran las circunstancias, el formato y el momento-, un auténtico aldabonazo que supuso el primer paso para la aplicación el artículo 155 contra quienes quebraron la legalidad y el Estado de Derecho, el monarca cambia el tono y pone el foco en la necesidad de apostar por la convivencia y el diálogo para superar los problemas que afectan a todos los catalanes. “Respetar y preservar los principios y valores de nuestro Estado social y democrático de Derecho es imprescindible para garantizar una convivencia que asegure la libertad, la igualdad, la justicia y el pluralismo político, tal y como señala nuestra Constitución”.
El Monarca, ha querido subrayar lo imperativo de que, en la nueva etapa surgida de las elecciones, se respeten los principios básicos de la democracia para evitar el camino que conduce “al enfrentamiento o la exclusión", que “como sabemos, sólo generan discordia, incertidumbre, desánimo y empobrecimiento moral y cívico y, por supuesto, económico de toda la sociedad”.
Tarea para el nuevo Parlament
La sociedad catalana, “diversa y plural”, ha de recuperar “la serenidad, la estabilidad y el respeto mutuo, de manera que las ideas no distancien ni separen a las familias y los amigos”, señala el Monarca quien apela al nuevo Parlament a que afronte los problemas que afectan a todos los catalanes “respetando la pluralidad y pensando con responsabilidad en el bien común de todos”.
Y confía en que, por ese camino, se logrará que renazca "la confianza, el prestigio y la mejor imagen de Cataluña" y que se afirmen "los valores que la han caracterizado siempre en su propia personalidad y le han dado los mejores momentos de su historia, su capacidad de liderazgo y de esfuerzo, su espiritu creativo y vocación de apertura, su voluntad de compromiso y su sentido de la responsabilidad".
En las palabras del Rey, seguro y sereno en su aparición ante los hogares españoles, traje gris, camisa blanca y corbata de tonos azules, hay un empeño en arrinconar el desánimo y la pesadumbre con la que se recibió en toda España el resultado de los recientes comicios. Hay una voluntad por trasladar un cierto optimismo, por transmitir ánimo a un país inquieto y preocupado ante la nueva situación, con la mirada puesta en nuestra historia, “un gran triunfo de todos los españoles. Una España a la que no debemos renunciar, que debe ilusionarnos y motivarnos, sobre la base sólida de los principios democráticos y los valores cívicos de respeto y de diálogo que fundamentan nuestra convivencia”.
Elogio de la unidad dentro de “nuestras diferencias y pluralidad, de nuestra diversidad, con espíritu integrador, una España inspirada en una irrenunciable voluntad de concordia”. Y añade un párrafo ineludible: “España es hoy una democracia madura, donde cualquier ciudadano puede pensar, defender y contrastar, libre y democráticamente, sus opiniones y sus ideas, pero no imponer las ideas propias frente a los derechos de los demás”.
Violencia de género
El Rey confía y desea una España “moderna y atractiva”, no una España “paralizada o conformista”, sobre todo, un país que esté dispuesto a “evolucionar y adaptarse a los nuevos tiempos”, en la que “sin complejos, y orgullosos de cuanto hemos conseguido, “porque es mérito de todos”.
En su discurso navideño, don Felipe no se olvida de otros aspectos de la realidad nacional. Incluye referencias a la mejora de nuestra economía y el empleo, sin olvidar al problema laboral de los jóvenes. El terrorismo yihadista, esa cruel amenaza permanente. La corrupción, “una de las principales preocupaciones de la sociedad, que demanda que sian tomándose las medidas necesarias para su erradicación”.
El proyecto común europeo, la defensa del medio ambiente y, por primera vez, el drama de la violencia de género, “una lacra inadmisible que nos hiere en nuestros sentimientos más profundos y nos avergüenza e indigna”.
"Confiemos en lo que podemos alcanzar juntos con una fe firme en nuestras convicciones y en nuestras capacidades. Si seguimos por ese camino, si lo hacemos así, estoy convencido de que el año que viene, y los que vendrán, serán mucho mejores. Sin duda". Palabras finales para la esperanza, para un futuro compartido, para la continuidad de estos cuarenta años, los mejores y más prósperos de nuestra historia, para que las profundas tormentas que sacuden a España, con su origen en Cataluña, no desarbolen y camino compartido.