Lo que en principio se presentó como un gesto del Rey Juan Carlos, dispuesto a renunciar a un lujo como el del yate Fortuna en solidaridad con las dificultades que sufren tantos españoles, ha terminado revelándose como un acto de oportunismo puro, un intento de ganar imagen sin coste o renuncia alguna. Fue Patrimonio Nacional quien a principio de año anunció a la Zarzuela la imposibilidad de hacer frente a los 1,8 millones de euros que anualmente cuesta el mantenimiento del lujoso Fortuna, entre sueldos de la tripulación, reparaciones, amarres y demás. Sólo llenar sus tanques de combustible cuesta alrededor de 20.000 euros.
De acuerdo con fuentes cercanas a Patrimonio, el ente público hizo más: adelantó a Palacio su decisión de proceder a la venta o incluso al desguace del yate que habitualmente se encuentra amarrado en Palma de Mallorca, lo cual provocó un “notable enfado” del Jefe del Estado. Habría sido esta determinación, en opinión de las fuentes, lo que habría aconsejado al Monarca a adelantarse a los acontecimientos “dando orden a Patrimonio Nacional para que inicie los trámites para la desafección del barco como bien de dicho organismo”, según la nota remitida ayer tarde por las Agencias de prensa.
Un elemento añadido que ha pesado en la renuncia real, han sido los problemas físicos de don Juan Carlos, de tal calibre que prácticamente hacen impensable la eventualidad de salir a navegar dada su edad y condición física. A ello habría que añadir la pérdida de interés del Rey por pasar los veranos en Palma, a pesar de los buenos recuerdos que le unen a Marivent, ello a cuenta de problemas afectivos que están en la mente de todos.
El "Fortuna", un yate de alta velocidad y 41 metros de eslora, que el año pasado sólo salió a la mar durante unas horas, fue donado en el 2000 para uso de la Familia Real por la Fundación Turística y Cultural de las Islas Baleares, presidida por Carmen Matutes, que contaba entre su treintena de patronos con los máximos responsables de Sol Meliá, Barceló, Globalia, la Caixa y la Caja de Ahorros de Baleares Sa Nostra.
Polémica construcción
En realidad su construcción ya estuvo rodeada de polémica, en tanto en cuanto la iniciativa –el propio Gobierno balear aportó hasta 500 millones de pesetas de la época- de regalar un yate de lujo al Rey a cuenta de los “servicios prestados” a la isla de Mallorca y a su industria turística, cogió a contrapié a no pocos notables mallorquines, fundamentalmente banqueros y hoteleros, que sin embargo tuvieron que rascarse el bolsillo casi a toque de corneta para no quedar en evidencia como rácanos, pobres de solemnidad o desafectos a la causa.
El yate costó en su día una cifra equivalente a 21 millones de euros –más de 3.400 millones de pesetas-, y fue encargado en 1997 a los astilleros Bazán en San Fernando (Cádiz) para sustituir al anterior "Fortuna", donado en 1979 por el rey saudí Fahd, que a su vez reemplazaba a otra embarcación con el mismo nombre que don Juan Carlos utilizaba en aguas de Baleares desde agosto de 1976.
El Rey navegó por última vez a bordo de este yate en agosto de 2012. Dos años antes estuvo a punto de pasear por aguas de Baleares la primera dama de EEUU, Michelle Obama, y su hija menor, Sasha, invitadas por don Juan Carlos y doña Sofía a un almuerzo en el Palacio de Marivent.
Patrimonio Nacional -organismo público que custodia los bienes de titularidad del Estado afectados al uso y servicio del Rey y de los miembros de la Real Familia- celebrará el próximo martes reunión de su consejo de administración, en la que se aprobará la desafectación del yate, que pasará a entonces manos del Ministerio de la Presidencia, que a su vez podría proceder a venderlo o desguazarlo.