"Nadie se quería juntar conmigo, así que me juntaba solo. Me pegaban patadas y puñetazos. Y, como estoy un poquito gordo, me llamaban cerdo". Este es el testimonio de Mario, nombre ficticio de un niño real de ocho años al que las palizas de sus compañeros le hicieron perder por completo su autoestima. Incluso comenzó a tartamudear. Pero no es la única historia injusta incluida en 'El silencio roto', el primer documental como directora de Piluca Baquero (Valencia, 1969). También está la de su propia hija, a quien, según confiesa la productora (que cuenta con más de veinte largometrajes a sus espaldas entre los que destacan 'Las huellas borradas', 'Lena' o 'Tira tu reloj al agua'), sus compañeros insultaban a través de un chat en el que la metían y sacaban cada dos por tres para tenerla 24 horas en tensión.
Los niños de hoy son los adultos del mañana, una sociedad sin violencia, sin agresividad, sin taras, es una sociedad mejor"
"'El Silencio Roto' surge de una experiencia personal, yo había oído hablar del acoso escolar, pero no tenía ni idea de lo que realmente era, mi única hija lo sufrió en su escuela, comprendí entonces que las familias que pasaban por esto, estaban solas, nadie te explicaba muy bien qué hacer, en el colegio tampoco sabían cómo afrontarlo y los padres del resto de compañeros no acertaban a reaccionar", cuenta Baquero. "Fue entonces, cuando sentí la necesidad de explicar el drama por el que pasan estos niños y sus familias, para sensibilizar a la sociedad, para que nuestros políticos se dieran cuenta de que el acoso escolar es una lacra y que hay que actuar. Los niños de hoy son los adultos del mañana, una sociedad sin violencia, sin agresividad, sin taras, es una sociedad mejor", reconoce.
Lejos de enfocarse los casos más extremos de acoso escolar que ha conocido -la Asociación Madrileña contra el Acoso Escolar (Amacae) le puso en contacto con numerosas familias- Baquero se decantó por seleccionar una serie de testimonios comunes a numerosos centros escolares: "Quería que la gente empatizara y se diese cuenta de que nos puede pasar a todos". Además, le pareció muy importante mantener el anonimato de los niños que intervienen en la película. "Por eso recurrí a los dibujos animados, manteniendo sus voces reales. La colaboración con Javier de Juan fue fundamental", explica a 'Vozpópuli' en esta entrevista.
¿Por qué decidiste hacer este documental? ¿ha sido difícil trabajar con niños que han sufrido acoso escolar?
Mi hija sufrió acoso escolar, hace ya tres años, y en aquel momento decidí hacer el documental. El acoso fue muy duro, pero lo fue más cuando se puso en marcha el protocolo contra el acoso escolar que, al menos en nuestro caso, no fue "contra", sino que consiguieron acabar de estigmatizarla. Su padre y yo estábamos muy perdidos, no sabíamos a quien acudir, no sabíamos cómo reaccionar... Y al final nos pusimos en contacto con la Asociación Madrileña Contra el Acoso Escolar (Amacae), donde nos orientaron mucho.
Pero yo me di cuenta de que los padres a los que nos ocurre, no sabemos cómo reaccionar, ni tampoco los padres de los otros niños de la clase y el colegio, además, no tiene formación. Yo soy productora de cine, empecé grabando un audio con mi hija relatando su historia y desde el primer momento tuve claro que quería respetar la intimidad de los niños y mantener su anonimato, por eso se lo plantee a Javier de Juan y recurrimos a la animación. Los testimonios no pierden la fuerza porque son de niños reales, pero los dibujos animados de alguna manera los dulcifican.
No ha sido fácil. Nos hemos encontrado cosas muy duras. Amacae nos ha puesto en contacto con muchas familias. Pero también ha sido un viaje muy bonito porque para los niños ha sido de alguna manera una terapia y después se han conocido entre ellos, se entendían perfectamente y desarrollaron una solidaridad tremenda.
De todos los casos que has conocido, ¿por qué escogiste los tres testimonios que aparecen en el documental?
Yo quería huir de los casos extremos. Desgraciadamente, me encontré algunos casos muy duros y conocí a padres que se habían enfrentado al peor de los finales, que es el suicidio de sus hijos, aunque es cierto que son los que menos se dan. Lo que quería era que la gente se diera cuenta, empatizara y se pusiera en la piel de lo que le pasa a un niño que sufre acoso escolar, pero no me quería ir a los extremos ni caer en el morbo y el amarillismo, sin grandes gritos... Realmente esto te puede pasar a ti o a mí porque le puede pasar a cualquiera. no hay un perfil de niño acosado, es absolutamente falso. A cualquier niño le puede pasar si se dan las circunstancias y el no recurrir a los extremos era el requisito.
Lo fue más cuando se puso en marcha el protocolo contra el acoso escolar que no fue "contra", sino que consiguieron acabar de estigmatizarla"
¿Cómo logra un niño romper su silencio después de años malacostumbrado a sufrir acoso por parte de sus compañeros?
Ese es uno de lo grandes dramas, que los niños no lo cuentan. La película busca que los niños rompan el silencio. Te encuentras con dos cosas, una es el miedo a las represalias. Si cuentas que te estoy pegando cada día, te voy a pegar más y a insultar más. Y por otro lado está la vergüenza. A mí mi hija me lo contó a los nueve meses, yo no sabía nada, aunque estaba rara, y me dio la voz de alarma el colegio. Hay niños que tardan tres años en contarlo. Lo que sienten es una vergüenza ante papá y mamá de haber fracasado socialmente en el colegio y tampoco quieren hacerte sufrir ni preocuparte. Es muy duro.
En la película, además de las madres de niños y niñas acosados, aparecen profesores, psiquiatras, abogados, formadores de mediadores... ¿Qué falla en este engranaje? ¿Por qué es tan difícil encontrar una solución?
Es un problema muy complejo que no se resuelve de la noche a la mañana. No hay una solución mágica y yo no pretendía sentar cátedra, porque es algo en lo que todos nos tenemos que implicar. Pero desde luego hay cosas que sí se pueden hacer como educar en la convivencia. Un niño puede pasar por la ESO y por Bachillerato y sacar grandes notas en matemáticas, en lengua y ser muy brillante. Nadie le va a evaluar en su conducta ni a medir si es agresivo con los demás o trata mal a la gente. Hay que empezar a evaluar la actitud de los niños con sus compañeros en clase.
Por otro lado, la prevención es fundamental. Hay una corriente de la que se habla en la película que es la mediación, que consiste en formar alumnos para que controlen un poco lo que pasa en clase y poder atajar cosas a tiempo. Invertir en educación es fundamental porque los niños son los ciudadanos del mañana, pero resulta que los profesores y los médicos son los peor pagados. Es un síntoma de que algo va mal. Y otro problema es que no hay un protocolo único contra el acoso escolar, cada comunidad tiene su librillo, su propio protocolo y es complicado porque todo depende del colegio en el que estés, de la comunidad donde vivas... Además, el protocolo que hay vigente en la mayoría de comunidades autónomas, como por ejemplo en la Comunidad de Madrid, lo que hace es señalar y estigmatizar más a los niños, aunque los profesores tengan toda la buena intención.
En ningún momento he hecho esta película desde la venganza o el odio. Mi hija y yo hemos superado esto, el padre también. Sí pienso que la parte castigadora funciona muy bien, es decir, echar a la gente del colegio, funciona muy bien, es casi como un premio, pero la parte integradora no. Si partimos de la base de que hay un orientador por cada cuatro colegios públicos es muy complicado que pueda trabajar con ese número de alumnos tan alto. Por otro lado, están los padres. Se deben preocupar por sus hijos y hablar con ellos. Es duro encontrarse con que tu hijo agrede a otros, piensas que no es capaz de hacer eso, pero en ese momento hay que implicarse y no mirar hacia otro lado. Al final un niño es el reflejo de lo que ve en casa. Es una labor global y largo plazo, pero la mejor manera de evitar el acoso escolar es la prevención.
Las instituciones educativas tienden a culpabilizar a las familias si son monoparentales o si están divorciados o desempleados"
¿Qué hay detrás de un niño acosador? ¿Influye el hecho de vivir en una sociedad tan competitiva en la que hay que luchar por ser el número uno en todo?
Un niño acosador no es un monstruo. Tiene un problema emocional de índoles muy distintas. Cada niño es mundo y hay muchos motivos, pero son niños que necesitan ayuda, un tratamiento psicológico y atención. le puede pasar a cualquiera, yo me he visto en un lado, pero me puedo poner en la piel de quienes se han visto en el otro. Es verdad que vivimos en una sociedad muy competitiva, los colegios son muy competitivos, nos preocupamos de que saquen muy buenas notas en matemáticas o en lengua, pero no de evaluar su comportamiento. Si suspender en conducta implicase no pasar curso sí reaccionarían. Hay que ponerse las pilas porque criando niños sanos, desde el punto de vista emocional, tendremos mejores sociedades.
Usted es profesora y ha sufrido el acoso escolar a su hija. ¿Qué es lo más duro como madre? ¿Es difícil para un docente detectar casos en clase o es fácil pero se mira para otro lado?
Como madre he pasado momentos muy duros, como el día en el que celebré su 11 cumpleaños y no vino nadie. Se me cayó el alma a los pies. Y por supuesto, es muy duro tener que mandarles al colegio en el momento en el que todo se está desarrollando. La escolarización es obligatoria, así que les obligamos a ir al colegio aunque no quieran y estén sufriendo.
Como profesora estoy muy sensibilizada con el tema. A veces noto actitudes, veo si alguien se sienta solo y les doy mucho la lata, pero es cierto que entre universitarios es más fácil verbalizar las cosas. Si me pongo en la piel de un profesor de primaria o secundaria, con clases masificadas... al final es cierto que no dan abasto. Además necesitan formación. En todos los colegios hay acoso, pero tenemos que medirlo, mientras que no lo midamos vamos a ir dando palos de ciego.
Es muy duro mandarles al colegio cuando el acoso se está desarrollando. La escolarización es obligatoria, así que les mandamos ir aunque estén sufriendo"
¿Hay un seguimiento posterior para las víctimas de acoso y sus familias?
Efectivamente el mayor problema con el que se encuentran las familias es que el colegio lo niega a no ser que haya pruebas irrefutables. Además, las instituciones educativas tienen una tendencia enorme a culpabilizar a las familias si son monoparentales o si están divorciados o desempleados. De primeras, habría que ponerse de su parte y luego ya se analizará. No se puede echar siempre la pelota a las familias. Y luego, en las causas judiciales que se abren, al final solo se tiene en cuenta la versión del colegio. Es una balanza que está muy descompensada.
Esas pruebas irrefutables podrían ser, por ejemplo, insultos en redes sociales. ¿Han facilitado las redes que se descubran más casos de acoso escolar? ¿Han empeorado el problema?
Las redes sociales bien utilizadas ofrecen unas posibilidades de convivencia muy grandes, pero hay que enseñar a los niños a usarlas bien... ¡Y a los adultos también! Pero desde el punto de vista jurídico son una prueba que facilitan el demostrar el acoso. Pero también hacen de altavoz de este. Si tú antes lo sufrías en el patio del colegio, ahora con las diferentes redes sociales que hay, se convierte en acoso durante 24 horas y en ningún momento tienes un descanso.
¿Cuál es el mensaje común que los protagonistas del documental querían transmitir a otros niños?
Los niños de la película están totalmente concienciados, a veces incluso más que sus padres. Mi hija, por ejemplo, solía darme fuerza a mí y me empujaba a contarlo para que no volviese a pasar. Muchas veces los niños te enseñan muchas cosas.