Es el rey del patio del colegio... y de las aulas. Ha desbancado a pelotas, peonzas, cuerdas para saltar e, incluso, a aplicaciones para móviles. El fidget spinner, un juguete que nació a finales de los 90 como herramienta educativa, ha resucitado a escala mundial, aunque, esta vez, con unos fines cuestionables. Al menos por parte del profesorado que, mientras intenta enseñar a multiplicar, entre otras funciones, observa cómo una masa de alumnos embelesados da vueltas al artilugio sin prestar atención a las explicaciones.
Girar, girar y girar. Esta es la habilidad del dispositivo que, en su versión más sencilla, está formado por una pieza de plástico con tres "brazos" y acabados redondeados. Cabe en la palma de una mano y posee un rodamiento en el centro y tres contrapesos en los extremos. Estos últimos giran en sentido contrario al eje central, por lo que el giro del juguete se prolonga durante minutos. Mientras más minutos dure dando vueltas, mejor.
Sus orígenes
Fue inventado para ayudar a niños con autismo o trastorno por déficit de atención e hiperactividad a calmar la ansiedad, es decir, un producto infantil contra el estrés o, al menos, así es como se promociona en las cajas donde empaquetan el juguete, hoy agotado en numerosas tiendas de España. ¿Tienen todos los niños ansiedad? No. Sus diversos colores -los hay incluso que brillan en la oscuridad- y figuras provocan efectos visuales atractivos y relajantes que atraen cada más adeptos, una moda prohibida en algunos colegios y que ha hecho poner el grito en el Facebook de un profesor español.
Cansado de que los alumnos no presten atención, Víctor Conrado, un profesor nacido en Granada que trabaja en el CEIP Parque del Estrecho de Algeciras, escribió un extenso post en la conocida red social que ha sido aplaudido por gran parte de la comunidad educativa. "El fin de curso del año 2017 ya pasará a la historia como aquel en el que los maestros intentaron dar clase mientras los niños daban vueltas y vueltas a su Spinner, como si de un grupo de desintoxicación de alguna sustancia se tratase", comienza el escrito.
¿Calma la ansiedad?
"Aparentemente no tiene maldad ninguna y claro, cuando te dicen con voz de científico que 'es un juguete creado para calmar la ansiedad en los niños hiperactivos', pues uno piensa que si los prohíbe, quedará como un ogro insensible que no deja que los niños calmen su ansiedad. La verdad es que desconocía que el 100% del alumnado de mi centro tuviera problemas de ansiedad o hiperactividad, yo pensaba que solo había diagnosticados unos pocos y como todo el mundo sabe, cada caso es discutible", continúa.
Parece que además de tener una ansiedad irrefrenable, las nuevas generaciones son superdotadas"
Lo que sí tengo claro, asegura el profesor, es que estamos ante la generación de la sobreestimulación, del no permitir que el niño se aburra un instante, de niños que cuando comen en casa, además escuchan música con sus cascos, con la mano libre juegan con el móvil, todo ello frente de la televisión mientras su madre les pregunta '¿qué tal en la escuela?'. "En un ejercicio de malabarismo mental, que tengo mis dudas sobre si es bueno para el desarrollo de un menor, aunque cojonudo para el desarrollo económico de la última novedad viral", opina.
"Parece que además de tener una ansiedad irrefrenable, las nuevas generaciones son superdotadas, capaces de disfrutar de la buena música, giros y compases, mientras descubren la mejor forma de pasar al siguiente nivel del juego de turno, a la par que saborean e intuyen que en la comida de ese día había un ingrediente nuevo, mientras con el rabillo del ojo analizan en la tele la situación política del país, todo ello justo antes de elaborar un discurso propio con lo más destacado de lo vivido, sentido y aprendido, durante su mañana en el cole", ironiza.
Focalizar la atención
Y explica que el mismo día que escribió ese post, sus alumnos le preguntaban cómo era tan creativo. "Porque con vuestra edad, cada vez que me aburría, no me ponían ningún aparatito en la mano", asegura haber contestado. "Bien saben quiénes fueron mis compañeros y maestros que no había en el pueblo niño más nervioso que yo, cada mañana daba buena cuenta de uñas, lápices y 'bolis' mientras con la pierna condenaba a mi compañero de al lado a un pequeño seísmo continuo. Pero, poco a poco, empecé a focalizar mis nervios. Empecé a dibujar para relajarme, a bailar o disfrutar la música que le robaba a mi hermana", reconoce.
"Ahora tengo claro que los grandes pensadores de la historia como Einstein, Newton, Steve Jobs o cualquiera de esas personas a las que admiramos no son más listas que los demás y no tienen un cerebro superdotado. No son inalcanzables, es mucho más fácil. Simplemente focalizaban mejor su atención, se concentraban en una única cosa hasta que lo terminaban y no se les iba el santo al cielo", explica.
Y es entonces cuando este profesor andaluz se pregunta: "¿De verdad les estamos haciendo algún favor permitiendo que estén a mil cosas a la vez? Creo sinceramente que deberíamos dejar de desarrollar el consumismo a costa de desarrollar la mente de las futuras generaciones", concluye.