Lo novedoso es que el PP y el PSOE estén dispuestos a reanudar estas conversaciones después de la tensión política aportada por el ‘caso Bárcenas’. De los graves inconvenientes que traería consigo para los dos principales partidos la traducción práctica en las urnas del despegue electoral que todas las encuestas pronostican para UPyD y la Izquierda Plural hablaron largo y tendido la pasada primavera Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba, con argumentos que fueron compartidos en conversaciones paralelas por altos dirigentes de sus dos organizaciones. La idea que se barajó en estos diálogos, en los que participaron también en diferentes fases los expresidentes Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, descansaba en la necesidad de respetar el lógico enfrentamiento político entre Gobierno y oposición, pero sin necesidad de hacerse al haraquiri y ensanchar el espacio electoral de Rosa Díez y Cayo Lara.
El 'Caso Bárcenas' interrumpió los contactos que los dos principales partidos mantuvieron al más alto nivel la pasada primavera
Ambas formaciones coinciden en que las elecciones europeas de mayo del año que viene pueden marcar un antes y un después en esta tendencia del bipartidismo hacia el suicidio, de ahí las convenciones que ultiman para este otoño PP y PSOE y también la continuidad que quieren dar a los contactos políticos orientados a reducir en lo posible los daños a los que podría abocar un desastre electoral en los primeros comicios de amplitud nacional desde las elecciones generales de noviembre de 2011 y sus consecuencias posteriores en las autonómicas, locales y legislativas de 2015.
Sobre el papel, la convención que prepara el PP está destinada a acentuar el cambio de ciclo económico y la que ultiman los socialistas para noviembre a convencer de que disponen de un proyecto de gobierno alternativo. En el fondo, ambas celebraciones están pensadas para frenar el desplome que sufren las dos formaciones, en el caso del PP por la tarea de Gobierno y el ‘caso Bárcenas’ y en el del PSOE por la inestabilidad del liderazgo que entronó provisionalmente a Rubalcaba como secretario general a comienzos del año pasado.
PP y PSOE coinciden en la necesidad de trabajar juntos para retrasar al máximo las elecciones en Cataluña y no regalar a ERC la hegemonía política
Las tensiones derivadas del ‘caso Bárcenas’ pusieron en un paréntesis las conversaciones de alto nivel mantenidas antes del verano por el PP y los socialistas, sobre todo desde que estos últimos vieron la posibilidad de hacer caer a Rajoy. Pero la secuencia de lo ocurrido desde el encarcelamiento del extesorero ha hecho perder a Rubalcaba, vista la actitud del presidente, cualquier esperanza de atajo para la recomposición de su liderazgo en el Partido Socialista recorriendo solo el camino de la denuncia de la corrupción ajena.
Por diferentes testimonios llegados desde La Moncloa, se sabe ya que Mariano Rajoy tiene clara su intención de permanecer al frente del Gobierno y de agotar la legislatura. Al presidente no le han faltado todos estos meses consejos de quienes también le han animado a enterrar, con el concurso entusiasta del primer partido de la oposición, algunas de las terminales mediáticas que han buscado ponerle contra las cuerdas.
Al margen de las apariencias, en el PP y en el PSOE hay más coincidencias sobre algunos de los platos fuertes que se servirán en el nuevo curso político, con una parada especial en el caso catalán. El Gobierno y los socialistas comparten con un sector de CiU la necesidad de trabajar para retrasar al máximo las elecciones autonómicas en Cataluña, ya que si se celebraran pronto, ERC sería la primera fuerza política. Lo que resta de legislatura en esta comunidad se presenta complicado ya que los republicanos presionan para celebrar la consulta soberanista a mediados del año que viene y, si ésta no es posible, echarán el resto para forzar un anticipo electoral. En este escenario, los únicos dos partidos que podrían salvar a Cataluña de caer en el desgobierno o en un Ejecutivo de corte radical serían el PP o el PSC, siempre que dieran su respaldo a CiU en el Parlamento autonómico, opciones que resultarían muy forzadas en la actual atmósfera emocional que se respira en Cataluña.
Rubalcaba arranca el curso político con la federación andaluza, la de mayor peso orgánico en su partido, fuera de control
En la cúpula socialista se admite que la crisis política sacude por igual al Gobierno y al principal partido de la oposición. Las personas más cercanas a Rubalcaba reconocen que no tiene precedentes en el PSOE tener a un presidente bajo sospecha e investigación judicial, como es el caso de José Antonio Griñán, y a una federación como la andaluza, la de mayor peso orgánico, fuera de control del aparato de Ferraz. En adelante, alguien de tanta veteranía como Rubalcaba tendrá que contar con los planes y las maniobras de Susana Díaz, virtual presidenta de la Junta, quien hace año y medio se decantó por la viajera Carmen Chacón en el congreso federal de Sevilla. Su influencia en la elección del futuro candidato socialista a las elecciones generales será determinante y, por tanto, cualquier aspirante -Eduardo Madina, Patxi López, la propia Carmen Chacón, Soraya Rodríguez, Emiliano García-Page- tendrá que contar con ella.
No es solo Bárcenas, pues, la estrella que brilla con luz propia en el arranque del nuevo curso político.