El 'Gordo' es un experimentado conductor de narcolanchas del Estrecho de Gibraltar. Para poder hablar con él es necesario tomar medidas de seguridad en las comunicaciones. Ha estado en la cárcel y no quiere volver a vivir entre rejas. Tras varios intentos infructuosos se pone al aparato; tiene que ser una conversación breve, pero al final se prolonga casi media hora. Este conocido delincuente relata a Vozpópuli cómo se introdujo en el mundo del narcotráfico, afirma que 'El Cabra' no conducía la embarcación que mató a los dos guardias civiles en Barbate y deja un importante aviso: "El lujo de la droga lo viven los jefes de Marruecos que no se pringan las manos".
Este conductor de narcolanchas lleva más de 20 años trabajando en el mundo del narcotráfico. Comenzó en este negocio a raíz de la entrada en prisión de su hermano. "Tenía la responsabilidad de llevar dinero a casa", explica.
El Gordo ha vivido las diferentes épocas del tráfico de drogas, pero tiene una cosa clara: "Cada vez es más complicado". La presión de la Policía Nacional y la Guardia Civil cada vez es mayor, pero también son grandes los ingresos que se consiguen con esta actividad criminal. Unos beneficios que varían dependiendo de para que familia trabajas o si hay intermediarios. "Normalmente te pagan entre 45.000 y 30.000 euros, pero hay veces que sin intermediarios puedes llegar a ganar 70.000 euros aunque depende de la mercancía en gran medida", corrobora.
Antiguamente, este piloto de narcolanchas se podía agenciar en una noche 15 millones de pesetas o lo que es lo mismo: 9.000 euros. "Hoy en día se aprovecha la gente de los chavales que no tienen experiencia. Buscan llevarse cuanto más dinero mejor", afirma este exconvicto. No obstante, el Gordo tiene claro que la persona de la organización que más dinero se lleva son los señores de la droga que se encuentran en Marruecos. "No toca nada y vive rodeado de lujos", expone.
¿Qué hace un conductor cuando se ve rodeado por la Guardia Civil? "Salir y esconderse mar abierto", responde sin dudar este piloto. Al ser preguntado por el asesinato de los agentes de Barbate su tono cambia. "En este mundo nos conocemos todos", afirma sobre Kiko El Cabra. "Ese no ha sido quien ha matado a los guardias. Es un cabeza de turco. Han detenido al conductor de la primera goma que han pillado", asegura. "Va a haber ruina en esta época para cualquier que pillen por el camino", añade.
Uno de los aspectos que descubre es el pago a los agentes de seguridad. "No se hace un trabajo si no hay un funcionario pagado", revela. A estas personas no se les tiene en nómina, se les paga por conocer qué zona van a patrullar "cierto día".
El Gordo considera que se podría acabar con la venta de drogas, pero es un "negocio" que interesa. "La época de la pandemia era cuando más trabajo hacíamos. El narco gana dinero y se lo gasta. Pone negocios y el Gobierno cobra el IVA. Vive mucha gente de forma indirecta de este mundo, si la gente no tuviera trabajo no comería y se estarían atracando los unos a los otros", añade.
¿Qué se siente al conducir una narcolancha? "Es una mezcla de emociones. No sabes qué te va a pasar, es incertidumbre... pasas de la tensión a la alegría si te sale bien el trabajo... en definitiva lo estás haciendo por el dinero", manifiesta.
Las anécdotas de un piloto de narcolancha
Su objetivo siempre ha sido evitar estar "encerrado en una jaula". El Gordo bromea sobre su paso por prisión: "Precisamente cuando no hice nada es cuando me meten en chirona", se ríe. Su estancia en la "trena" le costó perder su trabajo y a su novia. Fue una "mala actuación" policial y acabó absuelto de los delitos. El Estado le tuvo que indemnizar con una cantidad de 12.000 euros. Le sirvió para "quitarse multas".
Este piloto de narcolancha reconoce que "vive bien" porque si se sabe invertir se puede recaudar mucho dinero. En sus 20 años transportando drogas ha vivido infinidad de anécdotas, pero decide solo contar dos: "Teníamos un trabajo en Murcia y descargando pasó el Ejército de Tierra que estaba haciendo maniobras. Pensaba que nos iban a detener, pero pasaron de largo", relata. En otra de ellas se puso en riesgo su vida. "Se nos pinchó una roca al chocar contra una roca. No nos miraron bien el punto donde teníamos que entrar y tuvimos que salir por patas. Casi no lo contamos", reflexiona.
Tiene una frase marcada que repite de forma constante: "El que mal anda mal acaba", describe. El mundo de la droga le ha permitido vivir bien "pero no es millonario" sobre todo le ha ocasionado "muchos problemas con mucha gente". Ha sido hasta víctima de un secuestro por parte de sus enemigos. El Gordo prefiere no entrar en la materia por el cariz del asunto.
El caso que le envió a prisión
Cuando se está tratando este tema suena otro de sus teléfonos móviles de prepago con los que cuenta. Tiene que acabar la conversación con una última pregunta: ¿Hasta cuándo vas a estar en las narcolanchas? Una cuestión que se queda sin responder porque tiene que colgar.
El Gordo estuvo durante varios meses en prisión. Al final acabó siendo absuelto el 29 de noviembre de 2017 la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Málaga tras incautar más de mil kilos de hachís anuló el caso. Su abogado Juan Gonzalo Ospina consiguió convencer al magistrado de que las escuchas de la Policía fueron ilegales.
Alegó que los investigadores "no habían motivado bien la necesidad de las intervenciones telefónicas". Y el juez, las acordó en autos modelos, en resoluciones "tipo" prohibidas por la jurisprudencia del Tribunal Supremo. El conductor de la narcolancha quedó en libertad. Ahora sigue trabajando. Desde el suceso de Barbate incluso con más asiduidad.