Una vez consolidada la victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos, España repasa todos los aspectos que marcan sus relaciones con Washington: comercio, diplomacia… y Defensa. Porque el dirigente republicano dejó claro que cada país miembros de la OTAN debe cumplir con el objetivo de alcanzar el 2% del PIB en inversión militar. De lo contrario, amaga con abandonar la Alianza y sacudir el tablero geopolítico mundial. El foco se dirige, así, hacia los países de la organización que destina menos fondos a esta partida. Entre ellos, España.
España lleva años en la cola de la lista de inversión en materia de Defensa de los países de la OTAN. En el año 2016, bajo Gobierno de Mariano Rajoy, se tocó suelo histórico, con un 0,81% del PIB en inversión de Defensa. O lo que es lo mismo, 9.014 millones. Eran años de crisis y desde entonces se han lastrado retrasos en programas de actualización y modernización de las Fuerzas Armadas.
Mucho ha habido que remar desde entonces para reactivar programas que ya rozaban la obsolescencia, por tierra, mar y aire. Sonados son los proyectos como el vehículo 8x8 del Ejército de Tierra -que acumula severos retrasos en su puesta en marcha-, las fragatas F110 y los submarinos de la clase S-80 para la Armada, o la renovación de la flota aérea del Ejército del Aire y del Espacio, con especial incidencia en la sustitución de los aviones de combate F-18 o en el desarrollo del futuro caza europeo, el FCAS.
Las cifras internas que maneja la OTAN apuntan que España invirtió en el año 2023 un 1,24% de su PIB en materia de Defensa. O lo que es lo mismo, 18.045 millones. Un aumento considerable respecto a los registros de años anteriores, pero que aún dista del 2% comprometido con la OTAN a un plazo máximo de 2029.
Y es que la Cumbre que la Alianza Atlántica celebró en Madrid marcó la hoja de ruta de los aliados para los años venideros a partir de la invasión de Rusia sobre Ucrania y la consecuente militarización del flanco este. Todos los países aliados acordaron alcanzar, por lo menos, esa barrera del 2%. Y España, como nación anfitriona, pisó el acelerador para cumplir con este compromiso antes de que termine la presente década.
El órdago de Donald Trump
Pero Donald Trump eleva su planteamiento. Cansado de que Estados Unidos sea la locomotora armamentística de la OTAN, emplaza a Europa a una mayor autonomía y a cumplir a la mayor brevedad posible con los estándares comprometidos. De lo contrario, amenaza con abandonar la Alianza.
El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, felicitó a Donald Trump por su victoria electoral y destacó que el liderazgo de Estados Unidos será “nuevamente clave para mantener fuerte a nuestra Alianza”: “Espero trabajar con él nuevamente para promover la paz a través de la fuerza mediante la OTAN”.
I spoke with @realDonaldTrump to personally congratulate him on his remarkable election victory. I look forward to seeing him soon. We will work together to tackle the many security challenges we face.
— Mark Rutte (@SecGenNATO) November 7, 2024
Más allá de términos porcentuales, ¿en qué se traduce para España alcanzar el 2% del PIB en materia de Defensa? Si se atiende a términos absolutos, el incremento ha sido notable en los últimos años. En 2020 la inversión fue de 11.240 millones, cifras similares a las que se venían registrando en años precedentes. A partir de ahí se aumentaron las partidas: 12.546 millones en 2021, 15.610 millones en 2022 y 18.045 en 2023.
Aunque el camino es ascendente, los esfuerzos deberán redoblarse en ejercicios venideros si se pretende alcanzar el listón del 2%. Algo a lo que no ayuda la situación de bloqueo político en el Congreso de los Diputados, con unos Presupuestos Generales que no terminan de renovarse ante las trabas de los habituales socios de Gobierno.
Atendiendo a las cifras oficiales que maneja la OTAN, el Gobierno de España tendría que incrementar en alrededor de 14.000 millones de euros anuales su partida para Defensa. Teniendo en cuenta que faltan seis ventanas para alcanzar el horizonte de 2029 -incluyendo la de 2024-, supondría que cada año se aumentasen 2.300 millones adicionales a los actuales presupuestados para alcanzar el objetivo.
Todo ello con el objetivo de alcanzar el 2% del PIB anual comprometido con la OTAN, más allá de las trabas políticas en el Congreso y ante la presión ejercida por Donald Trump para que los aliados alcancen lo antes posible esta inversión.