Los españoles lo tienen claro: el cambio climático existe y la acción de los seres humanos ha sido determinante en esta crisis, pero también opinan mayoritariamente que se puede parar y que la situación es reversible. Las encuestas y barómetros que se han realizado durante los últimos meses en España revelan esa preocupación, y también que aunque el 10% de los encuestados no creen que haya de verdad un cambio climático, la mayoría de los españoles perciben que ésta es la mayor amenaza a la que se enfrenta el mundo.
De la crisis climática, de sus efectos y de la hoja de ruta de la que se va a dotar la comunidad internacional para trabajar durante los próximos meses se hablará en la próxima cumbre del Clima de Madrid (COP25), pero los españoles se han manifestado ya a favor de modificar muchos de sus hábitos para adaptarse al cambio. El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en el que se preguntó a los españoles específicamente por el cambio climático fue precisamente hace un año, cuando un 83% de los encuestados respondió que "sí", que existe, y que la acción del hombre incluye "mucho" o "bastante" en ese cambio.
El barómetro del CIS reveló entonces que casi un 63% de los encuestados consideraban que se puede parar y dar marcha atrás, frente a un 21% de personas que piensan que la situación es ya "irreversible" y que no se puede hacer nada.
Los cambios necesarios
Cuando se preguntó a los encuestados por los cambios que consideran necesario incorporar, la mayoría apuntó la importancia de reciclar el mayor número posible de productos (vidrio, papel, aceites o plásticos), de controlar el consumo de energía y agua en la vivienda, de utilizar transportes alternativos, o potenciar el uso de vehículos eléctricos o híbridos.
También de una forma mayoritaria (el 81,6%) los encuestados expresaron su convencimiento de que cambiar muchos de los hábitos cotidianos ayudaría a resolver el problema, aunque perciben que sus acciones individuales poco o nada van a ayudar a combatir la crisis climática. La encuesta apuntó también que los ciudadanos consideran (un 88%) que los partidos políticos prestan "poca o ninguna" atención al cambio climático.
No era la primera vez que el CIS preguntaba a los españoles por el cambio climático ni era la primera vez que expresaban su preocupación por el calentamiento global, y escudriñando los barómetros de este organismo se encuentran otros estudios en los que los españoles ya se han pronunciado sobre sus inquietudes al respecto. En 2007, el 88% de los encuestados ya se manifestaba dispuesto a modificar sus hábitos de consumo y estilo de vida para adaptarse al proceso de cambio, aunque una amplia mayoría (el 63,6%) señalaba también que el hecho de lo que hicieran ellos no tendría ningún impacto si las empresas y las industrias contaminantes no hacen más esfuerzos por proteger el medio ambiente.
La mayor amenaza para el mundo
Una encuesta más reciente del Instituto Elcano concluye que los españoles perciben el cambio climático como la mayor amenaza para el mundo, por encima incluso de los conflictos armados o de la situación política y económica; o que la conciencia ecológica de los españoles es similar a la de otros países occidentales y desarrollados. Revela también este estudio que los españoles tienen un alto grado de conocimiento sobre la crisis climática, sobre el origen antropogénico de la misma, sobre sus impactos o sobre los compromisos actuales de la comunidad internacional.
Los españoles opinan en esta encuesta que España no está haciendo lo suficiente para combatir el cambio climático y que los presupuestos deberían dedicar cantidades más importantes para compensar sus efectos, sobre todo para aumentar la masa arbórea y luchar contra los incendios forestales.
Más de la mitad de los encuestados por el Real Instituto Elcano estarían incluso dispuestos a pagar más para prevenir la crisis, y casi la totalidad (el 93%) creen que España debería tener ya una Ley en la que se establezcan objetivos claros para la reducción de las emisiones de los gases de efecto invernadero.
Esa legislación debería sustentarse sobre el mandato de un comité científico independiente, según revela este estudio, que señala que los políticos deberían adoptar los objetivos que les indicaran los científicos o que en el futuro los bancos deberían invertir principalmente en proyectos o empresas que no aumenten las emisiones responsables de la crisis climática.