El Gobierno se ha puesto en marcha para colocar la etiqueta de izquierdista radical a Pedro Sánchez. Ya este viernes abrió el fuego Mariano Rajoy al asegurar que el PSOE ha perdido la centralidad y da muestras de actitudes sectarias y antidemocráticas al pactar con "todos menos con Bildu y el PP". El baile de las negociaciones para llegar a acuerdos de gobierno en municipios y comunidades está demostrando el empeño de Pedro Sánchez en alcanzar poder a cualquier precio. Su apoyo a los candidatos de Podemos en Madrid y Barcelona le ha puesto en evidencia, según creen los estrategas del Gobierno, donde no dudan que ese paso del líder del PSOE le acarreará serios problemas en el futuro próximo. En Badalona, el PSC ha propiciado incluso la llegada al Consistorio de una secesionista radical. "Esto les pasará factura", cuentan las mencionadas fuentes, que recuerdan la actitud prepotente y retadora de Pedro Sánchez en el almuerzo celebrado con Rajoy en la Moncloa. Todo lo adecuado y correcto que resultó el encuentro con Albert Rivera se tornó en crispación y malos modos en la cita con Sánchez, un político con quien Rajoy había mantenido unas relaciones muy aseadas y sin tensiones durante estos meses.
"En unas generales el votante huye de los extremos. Nada que ver con las elecciones locales" dicen los estrategas de Moncloa
Huir de los extremos
"El centro es nuestro", piensan en el Gobierno, convencidos aún de la teoría de Arriola de que es ahí donde se ganan las elecciones porque es el territorio natural de tres millones de votantes. Sea o no sea cierto, el PP se va a aferrar a esta estrategia de colocar a los socialistas bajo el estigma de la radicalidad. "En unas generales el votante huye de los extremos. Nada que ver con las elecciones locales", dicen estas fuentes. Sáenz de Santamaría, insistió en ese mismo camino en la rueda de prensa del viernes, cuando afirmó que "el Gobierno está muy preocupado" por la deriva de Sánchez hacia la izquierda más radical y extrema. Esta actitud del PSOE, añadió la vicepresidenta, sólo trae "incertidumbre e inestabilidad".
La excepción andaluza
Preparan ya en Génova informes y papeles para que toda su gente disponga de material con el que poner en evidencia al PSOE de Sánchez en toda España. Menos en Andalucía, donde Susana Díaz intenta mantener a raya a Podemos, con resultados algo inciertos por el momento.
Rajoy mostró su estupefacción ante los pactos apalabrados por los socialistas en determinados puntos de España, con "cuatro o cinco fuerzas de extrema izquierda que no tienen cabida en Europa", señaló, en un empeño de dibujar a Pedro Sánchez como una especie de líder que se acerca al pelotón de los extraparlamentarios. Santamaría fue más allá al hacer un llamamiento a muchos socialistas "preocupados por la deriva" de Sánchez. Es decir, esa vieja guardia, con Guerra, Leguina, Corcuera y el propio González que en los últimos días han mostrado su estupefacción ante el giro que está ofreciendo el PSOE.
Una vez constituidos los centros de poder, el PP machacará en los próximos meses con su empeño en mostrar la radicalización de Pedro Sánchez
Aguirre, de paseo
El equipo de Ferraz, preocupado por si no se consigue trasladar a sus filas la necesidad de acuerdos en determinados territorios con fuerzas extremas, recurrió al argumento más palmario contra el PP. Sacó a pasear a la lideresa madrileña. Y así, César Luena, secretario de Organización, mencionó este fin de semana que Rajoy se suma a la línea radical de Esperanza Aguirre y que el PSOE va a atraer "estabilidad y responsabilidad" a las instituciones que pase a gobernar.
Una vez constituidos los ayuntamientos y otros centros de poder como Comunidades y Diputaciones, el PP machacará en los próximos meses con su empeño en mostrar la radicalización de Sánchez, hasta lograr dos objetivos. Alimentar las sospechas entre los propios socialistas y, desde luego, convencer a un amplio espectro del electorado de que en centro ya solo está el PP porque el PSOE ha migrado hacia la izquierda extrema. Aunque, naturalmente, aún falta por encontrarle a Ciudadanos el hueco donde ubicarlo electoralmente, otra incógnita por despejar.