Unos 15.000 euros al mes en alquileres, 2.000 euros la factura mensual de luz, máquinas que cuestan cientos de miles de euros... Una inversión millonaria como la que hizo en Seseña (Toledo) una red, ya desarticulada por la Guardia Civil, para poner en marcha el goloso "negocio" de la fabricación ilegal de tabaco.
La "aventura empresarial" no le salió a cuenta a la organización, porque apenas dos meses después de entrar en funcionamiento la fábrica, los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil lograron "cortar" su producción, detener a sus responsables y meter en la cárcel a 16 de ellos.
Fue en la Operación Lerna, el mayor golpe en España contra la fabricación ilegal de tabaco, que se saldó con la incautación de 69 toneladas de picadura y 2.373.000 cajetillas aprehendidas, como recuerda a Efe el sargento Molina del grupo de Delincuencia Económica de la UCO.
Pero la organización tuvo tiempo de poner en el mercado negro parte de lo producido, porque a su cabecilla, un hombre de nacionalidad búlgara, le encontraron nada más y nada menos que 614.000 euros en efectivo escondidos en los conductos de ventilación del aparthotel donde residía. Por cierto, solo.
El alto precio del tabaco en España, debido sobre todo a los impuestos, ha puesto a nuestro país en el ojo de algunas organizaciones criminales, que han optado por fabricar los cigarrillos en suelo español para su posterior distribución.
El alto precio de este producto en España, debido sobre todo a los impuestos, ha puesto a nuestro país en el ojo de algunas organizaciones criminales, que han optado por fabricar los cigarrillos en suelo español para su posterior distribución.
Otro ejemplo de ello es el desmantelamiento en diciembre pasado, también por la UCO, de una fábrica ilegal que producía en Pilas de Algaida (Granada) más de dos millones de cigarrillos al día.
En esta operación, denominada Dolium, la Guardia Civil detuvo a 20 personas, entre ellas a su cabecilla, de nacionalidad rusa, e intervino 4 millones de cigarrillos y 1,5 millones de euros en efectivo.
Respecto a la red desmantelada en octubre, tenía también operativa una fábrica en Mairena de Alcor (Sevilla), que asimismo fue neutralizada por la UCO, pero era en la de Seseña donde la organización centró su esfuerzo inversor para llegar a producir 34.000 cigarrillos a la hora. De todas formas, el "modus operandi" era el mismo en ambas.
Naves propias, operarios engañados y alta tecnología
En el caso de Seseña, el primer paso de la organización fue encontrar una nave adecuada para montar la fábrica. Fue en febrero pasado cuando la red comenzó a trabajar en la adecuación de los 6.000 metros cuadrados de esta nave, que fue insonorizada para evitar que cualquier ruido al exterior levantara sospechas.
Hasta ella -por la que acordaron con sus propietarios un alquiler mensual de 10.800 euros con IVA- fueron llegando máquinas muy caras y muy avanzadas tecnológicamente para la elaboración de los cigarrillos, a la vez que se acondicionó una parte para la estancia de los trabajadores, que permanecían en este lugar las 24 horas del día, explica el sargento Molina.
Montada como cualquier fábrica legal, la nave disponía también de una sala de calidad, dotada con alta tecnología para comprobar la calidad del tabaco que elaboraban, como pudieron constatar expertos de Philip Morris -la mayor tabacalera del mundo-.
Y para apoyar a la nave "nodriza", la red alquiló otras cinco más pequeñas (de entre 500 y 1.000 metros cuadrados), dispersas por la provincia de Toledo pero distantes de la fábrica entre 30 y 50 kilómetros.
Todo lo necesario para funcionar -la hoja de tabaco, la maquinaria, el cartonaje, los filtros o el plástico- llegaba desde los países del Este de Europa, transportado en camiones por conductores ajenos a la trama de la organización.
Por un precio de alquiler más bajo -en torno a 800 euros-, en ellas se almacenaban algunos de los elementos más imprescindibles para la elaboración de los cigarrillos, como las boquillas, el cartonaje, etc...
Cada una de ellas estaba alquilada por un miembro diferente de la red, según averiguaron los investigadores, que constataron que los cinco arrendatarios vivían en un mismo apartamento.
Una vez organizada toda la infraestructura, a finales de julio la factoría pudo ponerse en marcha, aunque para ello tuvo que darse un paso más: conseguir mano de obra.
Desde países del Este llegaban estos operarios, muchas veces engañados por la red, que les aseguraba que en España trabajarían en el sector de la construcción.
La intención de los cabecillas era que los trabajadores estuvieran tres meses -los que podían permanecer en España como turistas- y traer a otros después por periodos similares.
A veces miembros de una misma familia -padre e hijo, hermanos...-,catorce operarios, casi siempre ucranianos, repartidos en dos turnos de doce horas, eran los encargados de hacer funcionar la fábrica, de la que no salían para nada. Si acaso, a una especie de azotea para fumar.
Todo lo necesario para funcionar -la hoja de tabaco, la maquinaria, el cartonaje, los filtros o el plástico- llegaba desde los países del Este de Europa, transportado en camiones por conductores ajenos a la trama de la organización.
Y para que el transportista no viera nada, le señalaban un lugar distante de la fábrica para que parara. Desde ese punto, un miembro de la red conducía el vehículo, apoyado por coches lanzaderas como medida de seguridad, mientras el camionero esperaba el retorno del camión.
Según subraya el sargento Molina, de la potente capacidad de producción de la fábrica da idea el hecho de que cada semana llegaran hasta allí dos camiones de hoja de tabaco.
Cajetillas por valor de más de 10 millones de euros
Cuando los agentes entraron, hallaron 4.000 "mastercase" de cajetillas ya listas para su venta, por un valor superior a los 10 millones de euros. Cada "mastercase" contiene 50 cartones, es decir, 500 cajetillas.
Para la distribución a pequeña escala, las organizaciones utilizan furgonetas con capacidad para 130 "mastercase", aunque a veces lo reparten con camiones que pueden transportar 800 "mastercase".
Y esta producción de cigarrillos -empaquetados ilegalmente bajo marcas conocidas como Marlboro, LM o Chesterfield- iba a parar a contrabandistas a pequeña escala, afincados en localidades de las provincias de Córdoba y Sevilla y que, a su vez, lo vendían a bares, puestos callejeros y otros clientes.
De todos modos, no se descarta que parte de la producción fuera a parar a otros países, como el Reino Unido, donde fumar también sale caro.