Felipe VI ha dispuesto que se proceda a una rehabilitación de la figura de su padre, después de casi cuatro años de permanencia en la penumbra. Don Juan Carlos va a ser objeto este 2018 de un denso rosario de homenajes y celebraciones para festejar su 80 cumpleaños. Una redonda efeméride que el Rey ha considerado apropiada para llevar a cabo este proceso de singular recuperación institucional.
Don Juan Carlos, que ha asumido a lo largo de este cuatrienio esporádicas encomiendas oficiales, como la representación de la Corona en diversas tomas de posesión de dirigentes iberoamericanos o la comparecencia a actos sociales y deportivos, ha vivido prácticamente al margen de la agenda oficial. “Un jubilado de cinco estrellas”, se comentaba en el entorno de la Familia Real, en referencia al cultivo de su afición por los viajes a destinos vacacionales de lujo o a los restaurantes más galardonados del planeta.
Desde su abdicación en junio de 2014, en una sorprendente iniciativa forzada por los escándalos, el Rey emérito optó por desaparecer de la primera fila, al objeto de no hacer sombra ni interferir en los primeros pasos de consolidación de su hijo al frente de la Corona. Ni siquiera estuvo presente en las Cortes durante la ceremonia de proclamación de Felipe VI como jefe del Estado, en una llamativa ausencia que dio lugar a todo tipo de especulaciones. “Fue una decisión consensuada con su hijo, y resultó un acierto”, comenta ahora alguien que estuvo muy próximo a aquellas conversaciones.
“El camión de la transición”
Con otro talante acogió don Juan Carlos su postergación, el 28 de junio del pasado año, en la conmemoración en las Cortes del 40 aniversario de las primeras elecciones generales. El Rey emérito había aceptado, también, su ausencia en estos fastos. Su reacción, sin embargo, fue calificada de iracunda, al observar por televisión la presencia de algunas polémicas presencias en aquella ceremonia. En una muy borbónica salida de tono, el rey padre hizo llegar su profunda irritación a diversos medios informativos, en mensajes nada sutiles que incluían frases ya antológicas: “Invitan hasta a las nietas de la Pasionaria y a mí, que fui el conductor del camión de la transición, se me excluye”, llegó a escribir.
Aquella enrarecida tormenta se fue diluyendo. El periodo de sacrificio de don Juan Carlos toca a su fin. Con su abdicación, obligado estrambote a las turbulencias del ‘caso Corinna’, y con la absolución de la infanta Cristina, alejada de la Familia Real desde años antes del relevo en la Casa, parece haberse cumplido el ‘tiempo de penitencia’ decretado por el joven rey. Don Felipe considera que ha tocado proceder a la rehabilitación pública del viejo rey, aprovechando la celebración de su 80 cumpleaños, este viernes, así como el de doña Sofía, en noviembre.
El espectáculo dela Pascua Militar
Un almuerzo privado en Zarzuela, con numerosos invitados, será el primer paso del programa. El sábado, por vez primera desde su salida del Trono, don Juan Carlos asistirá, en compañía de su esposa, a la celebración de la Pascua Militar. Será un momento agridulce, una emotiva reaparición ya que precisamente ese día, de hace cuatro años, se comprobó su penoso estado de salud, lo que dio lugar a la improvisada puesta en marcha del mecanismo del relevo al frente de la Casa, la Corona y la Jefatura del Estado.
Habrá más presencia de Juan Carlos y Sofía, mano a mano, como si nada, durante estos próximos meses. No se ha informado aún de la agenda, pero ya adelantó la Casa Real que el mes pasado que los reyes eméritos tendrán más protagonismo este año, al hilo de sus respectivos cumpleaños y de la Carta Magna. Don Juan Carlos ha logrado que esta paulatina rehabilitación de su figura vaya pareja a las celebraciones de la Constitución, en un gesto también propiciado por su hijo que permite así, restituir de algún modo la figura del rey padre en el frontispicio de nuestra reciente historia.
“Ya se ha cansado de los viajes por playas y manteles exclusivos”, comentan fuentes del entorno familiar, señalan estas fuentes. Ahora se va a centrar en la familia, en sus regatas en Galicia, con sus viejos compañeros de la mar y en asistir a actos oficiales para reivindicar su figura”, añaden. Será este su año, el de su retorno prudente, el del final del ‘exilio interior’, como lo han denominado algunos en su entorno. Al menos, eso es lo que se pretende. No todo el mundo en Zarzuela, ni tampoco en Moncloa, donde se guarda pudoroso silencio, comparte este criterio pero la opinión de Felipe VI se ha impuesto a todo tipo de dudas y de contratiempos.
menajeado con motivo de su 80 cumpleaños. Las celebraciones ya han empezado.
Felipe VI ha dispuesto una rehabilitación en toda regla de la figura de su padre, después de casi cuatro años en el chiscón de la historia. La figura de don Juan Carlos va a ser objeto este año de un denso rosario de homenajes y celebraciones para festejar su 80 aniversario. Una fecha que el Rey ha considerado apropiada para recuperar la figura pública de su padre, `preterida y arrinconada desde el primer día de su proclamación.
Don Juan carlos, que ha desarrollado a lo largo de este cuatrienio algunas encomiendas oficiales, como la presentación de la Coona en tomas de posesión de dirigentes iberoamericanos o la comparecencia en actos deportivos, ha llevado una vida muy relajada, ‘una jubilación cinco estrellas’, según la definición de un pariente próximo.
Desde el 19 de junio de 2014, fecha de su abdicación, en un proceso acelerado por los escándalos y la metamorfosis en el panorama política, el Rey emérito optó por situarse en un segundo plano de la historia, a los efectos de no hacerle sombra a su hijo, según las versiones oficiales que han circulado en estos tiempos. Ni siquiera estuvo presente en la ceremonia de proclamación de Felipe VI como jefe del Estado, en una llamativa ausencia que dio lugar a todo tipo de interpretaciones. “Fue una decisión consensuada con su hijo, y resultó un acierto”, comenta ahora alguien que estuvo muy próximo a aquellas conversaciones.
Con menos humildad y menos paciencia acogió don Juan Carlos su postergación, el 28 de junio del pasado año, en la conmemoración en las Cortes del 40 aniversario de las primeras elecciones generales. El rey emérito había aceptado, también, su ausencia en estos fastos. Su reacción, sin embargo, fue de ira, al observar por televisión la presencia de algunas polémicas presencias en aquella ceremonia. En una muy borbónica reacción, el monarca emérito hizo llegar su profunda irritación a diversos medios informativos, en mensajes nada sutiles que incluían frases ya antológicas: “Invitan hasta a las nietas de la Pasionaria y a mi, que fui el conductor del camión de la transición, se me excluye”, llegó a escribir.
Aquella tormenta pasó poco a poco. El periodo de ‘sacrificio’ de don Juan Carlos toca a su fin. Con su abdicación que cerró la etapa de los escándalos de Corina, y con la absolución de Mallorca se ha zanjado el frente judicial de la infanta Cristina, alejada de la Familia Real desde el minuto uno del nuevo reinado. Don Felipe considera que este es el año de la rehabilitación pública del Monarca, aprovechando la celebración de su 80 cumpleaños, este viernes, y también el de doña Sofía, en noviembre.
Un almuerzo multitudinario en el Palacio Real, con más de un centenar de invitados, conmomorará este 5 de enero el aniversario de don Juan Carlos, efeméride con el que arrancará la serie de actos en su homenaje. El sábado, por vez primera desde su salida del Trono, asistirá como invitado, en compañía de su esposa, a la celebración de la Pascua Militar. Será un momento agridulce ya que precisamente ese día, de hace cuatro años, se comprobó su penoso estado de salud, lo que dio lugar a la puesta en marcha del mecanismo del relevo al frente de la Casa Real.
Habrá más presencia de los reyes eméritos en la agenda real durante estos próximos meses. Se llevarán a cabo diversas conmemoraciones, al hilo del 40 aniverario, asimismo, de la Carta Magna. Don Juan Carlos ha logrado que su cumpleaños vaya unido al de la Constitución, en un gesto también propicioado por su hijo que permite así, restituir de algún modo la figura del rey padre en el frontispicio de nuestra reciente historia.
“Ya se ha cansado de los viajes por los mejores restaurantes del mundo y por las zonas tur´siticas de mayor predicamento internacional”, comentan fuentes del entorno familiar.”Ahora se va a centar en la familia, en sus regaas por Galicia y en asistir a actos oficiales para reinvindicar su figura”, añaden. Será este su año, el de su retirno oficial, el de la restautraciónd e su figura. Al menos, eso es lo que se pretende. O todo el mundo en Zarzuela comparte este criterio pero la opinión de Felipe VI se ha impueto a todo tipo de dudas y de contratiempos.