Durante la guerra entre Atenas y Esparta, Pericles tomó la decisión de proteger a toda la población ateniense en el interior de las murallas para evitar una lucha cuerpo a cuerpo con los espartanos, que estaban mejor preparados. Esta táctica dio resultado, pues los espartanos no pudieron tomar la polis. Sin embargo, la superpoblación ateniense y las malas condiciones higiénicas provocaron una epidemia que mató a muchos ciudadanos, incluyendo al propio Pericles.
Al igual que al famoso político griego, a Fernando Simón la pandemia de coronavirus le ha afectado para siempre. Ya no será más aquel funcionario anónimo que pasaba desapercibido en foros y conferencias. En septiembre de 2019, meses antes de la pandemia, Simón acudía a unas charlas que se impartían en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) de Santander, sin hacer ruido, ataviado con una chaqueta marrón a la que nos acostumbraría más tarde.
Lo único que llamaba la atención de él en aquel momento era esa voz tan peculiar, característica, de fumador trasnochado. Incluso siendo un desconocido, este que escribe no consiguió convencerle de llevar a cabo una entrevista. “Escribe a prensa”. Así lo hice, y hasta hoy la cosa sigue igual. Si ya en aquel entonces el doctor Simón no daba un paso sin la compañía del Departamento de Comunicación, ¿cuánto hay de espontáneo en él en esta pandemia?
Fernando Simón es funcionario de carrera, epidemiólogo, nombrado director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) por la exministra de Sanidad del Partido Popular, Ana Pastor. En febrero y principios de marzo, en los primeros compases de la pandemia de covid, caminamos de su mano con tranquilidad.
“Como mucho habrá uno o dos casos de coronavirus en España”, dijo. Se equivocó. “Las mascarillas no son necesarias”; luego sí lo fueron. “Nos aproximamos al pico de la curva”, y el dichoso pico parecía no llegar nunca. Tras semanas de encierro, los muertos y contagios seguían creciendo a pasos agigantados. El propio Simón se contagió de covid, así como otros miembros del Consejo de Ministros.
La rueda de prensa diaria de Simón se convirtió en algo tan rutinario como ver los Simpson a mediodía tras salir de clase. Sin embargo, como ante cualquier personaje histórico, el halo que lo rodea no es monocromático, hay luces y sombras. En torno a Simón se fue generando una legión de detractores, pero también de fieles. Había nacido un nuevo mesías, “el doctor Simón”.
"La rueda de prensa diaria de Simón se convirtió en algo tan rutinario como ver los Simpson a mediodía"
Su fama creció tanto que dio origen a un nuevo sustantivo: “el Fernando Simón”. Se utiliza para referirse al máximo responsable de la gestión pandémica en otros países o territorios. De tal forma, empezamos a ver que Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergología y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, se metamorfoseaba en “el Fernando Simón americano”. Se hicieron camisetas con su cara, y hubo quien le mandó regalos. Había nacido una ‘estrella del rock’. Fernando Simón, con su voz rota, el pelo alborotado y esa mirada azul profundo, daba el pego.
Tras la primera ola, llegó la segunda, y Simón se fue a surfear, literalmente. Todo el mundo tiene derecho a unas vacaciones, pero lo que menos comprendió la gente es que Simón se fuera al programa de Calleja y una semana después pidiera a la población “viajar solo si es necesario”. La prestigiosa revista médica ‘The Lancet’ criticó la gestión española de la pandemia y la falta de previsión de cara a la segunda ola. Los médicos pidieron su dimisión en un comunicado por su "incapacidad manifiesta y prolongada a lo largo de la evolución de la pandemia por Covid-19".
"Simón no pidió perdón por los errores que pudo haber en la gestión de la pandemia, pero sí lo hizo cuando lo llamaron machista"
Simón no pidió perdón por los errores que pudo haber en la gestión de la pandemia, pero sí lo hizo cuando el Consejo General de Enfermería lo tachó de machista por su broma en una entrevista sobre las “enfermeras infecciosas”, señalando que “si eran infecciosas se veía después”.
Después de tanta exposición pública, lo cierto es que Fernando Simón sigue siendo un gran desconocido. Sabemos qué hace o qué dice, pero no quién es. Las pocas entrevistas que ha concedido han sido siempre a medios afines o netamente deportivos, alejados de posturas frontalmente críticas. Estamos ante un hombre de contradicciones. En persona es amable en el trato, parece un personaje de John Ford, y en ocasiones se agradece su escaso talante político, que siempre suena tan impostado. Pero al mismo tiempo compra todas las ideas del marketing político de Iván Redondo, desde ‘la nueva normalidad’ hasta el ‘comité de expertos’, una manera bonita de llamar a un grupo de funcionarios con escasos recursos para hacer frente a lo que se nos ha venido encima.