En el mundo del narcotráfico se le consideraba un conseguidor eficaz. Si alguien tenía un problema, Manuel Miranda Velasco se lo arreglaba. Desde contactar con otros países para garantizar el éxito de envíos de droga a comprar voluntades de autoridades para fabricar coartadas. Así es como este asturiano pasó de ejercer como funcionario de prisiones a trabajar a las órdenes de los grandes capos de la droga como Sito Miñanco o Laureano Oubiña, entre otros.
Esa es la tesis de la Policía, que el pasado 30 de enero le arrestó en el municipio madrileño de Getafe en los aledaños del Hotel Ibis. Se había citado allí con una persona, pero nunca llegó al encuentro. La detención supuso el fin a cerca de 15 años de escapada. “Os estáis equivocando, soy un empresario peruano”, les dijo a los agentes. Ni siquiera disimuló su acento asturiano pese a la pretendida nacionalidad sudamericana que indicaba uno de sus pasaportes falsos.
Estaba obsesionado siempre con la seguridad, se guardaba otro as bajo la manga. Había tomado precauciones para el caso de ser detectado. Además de un injerto de pelo que modificaba levemente su imagen, se había alterado las yemas de sus dedos con microimplantes de piel para no ser identificado en caso de arresto. También presentaba quemaduras y cortes que, según dijo después, se las había ocasionado trabajando.
Tiene 54 años
Según las fuentes policiales consultadas por Vozpópuli, Manuel Miranda Velasco trabajó como funcionario de prisiones entre 1996 y 2001. Lo dejó cuando ya le fue imposible compatibilizar sus dos vidas. Nacido en 1965 en el pueblo asturiano de Aller (11.000 habitantes), empezó en el negocio de la droga a finales de los años noventa, según creen los investigadores.
Buscado por varios Juzgados de la Audiencia Nacional, su primer gran trabajo detectado por la Policía estuvo relacionado con un cargamento de droga a bordo del Regina Maris, el barco propiedad del narco gallego Laureano Oubiña interceptado en 1999 con 12,5 toneladas de hachís.
En aquellos inicios trabajaba junto a un hermano suyo llamado Francisco, que optó por enfrentarse al juicio y cumplir una condena de 3 años y medio impuesta en 2006. Había sido detenido en 2001 también por su relación con los clanes de narcos. Este hermano aprovechó su paso por prisión para estudiar Derecho. En cambio, Manuel Miranda Velasco optó por fugarse a Grecia. El país heleno fue el primero de varios escondites de este “histórico narco”, como le definen sus captores de la Brigada Central de Estupefacientes.
Pasó buena parte de su fuga en Senegal, también en Marruecos. Casi nunca volvía a España y hacía a sus familiares y allegados viajar para ir a verle. Sólo en esta última época había decidido instalarse en la Costa del Sol. Ese fue su error. Todavía quedan en las unidades dedicadas a las lucha contra el narcotráfico agentes veteranos que le reconocieron hace seis meses cuando se cruzó en el marco de otra investigación a uno de los muchos grupos que operan en el sur de España.
Su error
Se le detectó, se consultó con otros investigadores de Asturias que le siguieron la pista hace años, se indagó en fuentes abiertas… la Policía no tenía duda de que le había encontrado, pero faltaba el visto bueno de la Policía Científica. El mismo día de su detención se le trasladó al complejo Policial de Canillas donde pasó por la Comisaría General de Policía Científica.
Manuel Miranda Velasco nunca había dejado de trabajar en el negocio. Contaba con varios pasaportes falsos de buena factura. Uno de ellos era de nacionalidad croata y otros dos de nacionalidad peruana. Las identidades que usaba eran de personas reales que tenían sus vidas en sus países de origen. En cuanto se sentía vigilado, cambiaba de documento.
Un cónsul de Togo
La Policía vincula a los Miranda Velasco también con Manuel Pérez Lorenzo, abogado del también histórico narco Manuel Pérez Bugallo, más conocido como ‘Sito Miñanco’, condenado por enésima vez hace sólo unos días por blanqueo de dinero. Los hermanos siempre presumían de tener muchos contactos.
Recurrían al detenido para conseguir barcos, tripulación, incluso los investigadores creen que compraron a un cónsul de Togo para falsear pruebas. Esta era una de sus especialidades, comprar voluntades entre cargos diplomáticos extranjeros para conseguir, desde pasaportes falsos a coartadas.
Finalmente los resultados de la Policía Científica pudieron acreditar que, a pesar de los microinjertos de piel en las yemas de sus dedos, se trataba de Manuel Miranda Velasco por lo que un juzgado de Getafe decretó su ingreso en prisión. Ahora tendrá que enfrentarse a las cuatro requisitorias de detención.