Margarita Palacios (Madrid, 1951) fue una de las primeras 42 mujeres que se unieron a la Policía Nacional, una efeméride que cumple ahora 40 años. Aunque en su caso tuvo que esperar un poco más para incorporarse porque se quedó embarazada en plenas prácticas y no pudo examinarse de kárate y defensa personal. Entonces la institución no tenía previsto ni baños para las mujeres, mucho menos qué hacer con un “bombo”. Así que lo trataron “como una enfermedad” y cuando se curó le pusieron al final de la cola para elegir destino.
Licenciada en Derecho, hija y hermana del Cuerpo, empezó tramitando denuncias, también fue parte de la escolta personal de tres presidentes del Gobierno, vivió el 23F desde el Palacio de La Moncloa y terminó en la Comisaría General de Policía Judicial de la que dependen las principales investigaciones contra la corrupción política. Ya jubilada, cree que se ha “mejorado muchísimo”, pero que las mujeres siguen teniendo más dificultades para ascender porque el peso de la conciliación sigue sobre sus hombros y a veces renuncian. “Lo importante es que quede claro que siempre he querido al Cuerpo”, dice.
¿Inspector jefe o inspectora jefa, cómo prefiere?
Inspectora jefa.
“Ingresé en el año 79/80, ¡uy! es que lo mío es más complicado que las demás...”.
¿Por qué?
Porque éramos tres que estábamos en una situación fastidiosa. Yo ya estaba casada, que ya va a hacer 44 años con el mismo eh, que hoy día eso es otra hazaña. Yo ya tenía un niño de dos años y cuando estaba haciendo las prácticas en la calle Miguel Ángel me quedé embarazada. Entre las asignaturas había kárate y gimnasia de defensa personal y al quedarme embarazada les planteé un problema. No estaba reglamentado (se ríe). Y luego se quedaron embarazadas otras dos compañeras más de aquella primera promoción.
¿Y cómo se solucionó?
Tela marinera lo que te voy a contar. Resulta que yo saqué de los primeros números de mi promoción, concretamente saqué el número 45. Se convocaron mil plazas, de ellas cien para mujeres, aprobamos unos 400. Estudié una barbaridad y en cinco meses me lo preparé. No creas que soy una lumbreras, es que yo acababa de terminar la carrera de Derecho y eso me facilitó mucho los temas. Además tuve la suerte de que para la conciliación familiar tuve a mi marido, cuando yo venía de trabajar me ponía a estudiar como una loca.
¿Le dejaron coger la baja de maternidad?
Me dijeron: “ya no puedes hacer gimnasia ni kárate”. Yo seguí estudiando el resto de asignaturas. Nos dijeron que nuestra situación no estaba prevista y lo que se decidió fue tratarnos como si estuviéramos enfermas, lo consideraron como una enfermedad. A los chicos de otras promociones que no se habían podido presentar porque se habían puesto enfermos o habían perdido clases los dejaban los últimos de la oposición.
Y a las tres que os quedasteis embarazadas, lo mismo.
Nos dejaron las últimas de la oposición.
Lo que afecta luego para elegir el destino.
Correcto. Nosotras tres, que no dejamos de estudiar como unas mulas, sacamos unas notazas en el resto de asignaturas, pero cuando llegó la hora yo ya tenía un bombo. A todos les dieron destino, eligieron el norte, el sur, otros se quedaron en Madrid... Yo soy madrileña, me quería quedar en Madrid, tenía mi familia. Nos dijeron: “pues mira, vosotras sois las últimas y aparte no os habéis examinado de kárate ni de gimnasia, entonces no puede ser, os tenéis que examinar”. Y esperaron a que la última de las tres diese a luz y nos metieron en un gimnasio cerca de Sol y aparecieron los dos profesores. Ahí las tres dando vueltas, pierna para arriba, pierna para abajo, una chorrada. Y en un mes nos pusieron un cinco. Nos dieron a elegir entre Zaragoza, Valladolid o Valencia. Se me cayó el alma a los pies porque, si hubiesen hecho el cómputo total de todas mis notas, yo me habría quedado en Madrid, pero los destinos ya estaban ocupados. Me fui a Valladolid porque era el más cercano.
Contra la injusticia que cometieron con nosotras tres y estando ya destinadas en Valladolid hicimos un recurso a la Dirección General de la Policía y el resultado fue que el abogado del Estado resolvió a favor de nosotras dándonos un número (bis) y para ello computaron todas las notas que habíamos sacado incluido el cinco en gimnasia y kárate. Hoy en día debemos ser el único caso que esté plasmado así en el escalafón. Yo tengo el 45 (bis) de mi promoción y el 46 es Olivera Serrano ¿le conoces?
¿José Luis Olivera? ¿El que fue jefe de la UDEF y luego responsable del CITCO?
¡Correcto!
Sí, sé quién es. ¿Cuál fue su motivación para ser policía, tenía algún familiar en el Cuerpo?
Mi padre.
¿Y por ahí fue?
Por una parte, porque me tiraba. Pero mi padre no quería que lo fuera. Decía: “¿qué hace esta chica aquí metida?”. Era un sitio que entonces era solamente de hombres.
Una vez dentro, ¿qué quería hacer? ¿investigar, correr detrás del caco, expedir el DNI…?
Yo soy de la promoción de Rodolfo Martín Villa, que creó una escala facultativa, pero se la cargaron de un plumazo. Pensé que había sacado unas oposiciones, estaba en unas prácticas, tenía que entrar dentro y luego ya vería lo que hacía. La Policía es muy diversa y ahora infinitamente más. Si no salía por un lado, salía por otro.
¿De qué es de lo que más se enorgullece de su carrera?
De haber sido Policía, haber pertenecido al Cuerpo Nacional de Policía.
¿Cómo ha mejorado el Cuerpo desde la entrada de la mujer?
Del cero, al… bueno, no vamos a decir al diez, pero imagínate, muchísimo, una barbaridad.
¿Cree que ha contribuido a mejorar la respuesta a ciertas problemáticas como la violencia de género o la trata de mujeres?
Claro, ha mejorado como ha mejorado todo en la vida. La presencia de la mujer ha cambiado para muchas cosas muchísimo porque nadie se lo imaginaba. Yo he dado el pego toda mi vida.
¿Qué quiere decir?
Yo he pasado desapercibida como inspectora toda mi vida. Cuando decía que era inspectora no se lo creían. Cada uno tiene su personalidad. Hay quien piensa que una mujer policía tiene que ser super fuerte, super machota, y yo lo que he procurado siempre es ser policía manteniendo mi feminidad, pero entiéndeme bien; no ha habido en mi caso jamás ningún tipo de provocación para ascender, jamás, ¿esto queda claro?
Sí. La Policía tenía 150 años de Historia cuando se incorporaron las mujeres. Tuvo que adaptarse, ¿había baños para mujeres en sus instalaciones, por ejemplo?
No había nada de nada. Mi primer destino fue en Valladolid en la inspección de guardia, hoy oficina de denuncias. Venía de estar casada a un cuerpo policial, un contraste fuerte. Yo me fui con mi niño y otra compañera mía con sus dos niños. Nos alquilamos un piso. El jefe nos puso un horario en el que un día hacía su turno una y otro día la otra. Eso nos vino bien porque la una cuidaba a los niños de la otra. Mis primeros compañeros eran como mis padres segundos. Hay gente muy buena, en aquellos tiempos nos admitieron fenomenal, cuando yo llegué a Madrid he tenido gente encantadora y luego ha habido gente que te recibía a palos y nos preguntaban por qué no estábamos en casa.
También estuvo destinada en escoltas, concretamente en Presidencia del Gobierno con Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo y Felipe González. ¿Era la única mujer?
No, éramos dos. Cuando llegamos fue tronchante, había guardias civiles y compañeros.
¿Cómo era la protección? Hablamos de años de una enorme amenaza terrorista.
No he notado miedo en ninguno de los tres. Había compañeros que estaban más cerca de ellos. A mi me dejaban más para las mujeres y los niños.
¿Alguna vez tuvieron algún susto importante?
No, pero miedo yo sí que he pasado.
¿Cómo vivió el 23-F?
Estaba en Presidencia del Gobierno, en Moncloa. Todo era confusión, vino el comisario y nos dijo que de ahí no iba a salir nadie ese día. Empezamos a enchufar las televisiones y vimos a Tejero. Llamé a mi marido y le dije que no iba a poder salir. Estábamos todos en una sala grande en un recinto aparte en el complejo de La Moncloa, era una situación anormal. Pasaron las diez, las once… no nos dieron ningún comunicado de nada.
¿No temía que quizá al día siguiente ya no tendría presidente al que proteger?
¿Pero tu te crees que en ese momento se puede pensar en eso? Yo lo único que pensaba es que tenía a mi familia fuera y no podía ir con ellos.
¿Cree que hay machismo en la Policía de los últimos años?
Un poco, pero bueno yo entré en cero y ha mejorado muchísimo. Yo creo que ahora no hay machismo.
No hay muchas mujeres en los puestos altos de dirección.
Sí que creo que hay más dificultad para las mujeres que para los hombres para acceder a los puestos de dirección porque tienen que estudiar lo mismo, pero además lo tienen que demostrar; que son mujeres y que saben lo mismo, sino más. Y luego no llegan a muchos puestos de dirección porque desgraciadamente la conciliación la sigue llevando la mujer salvo raras excepciones. Eso quiere decir que la mujer a veces renuncia, piensa: “yo ya he llegado a inspectora jefa, es muchísimo lo que tengo que estudiar, muchísimo sacrificio, después me van a mandar fuera aunque sea un año y total ¿para qué?, ¿para ganar no sé qué y tener muchísima más responsabilidad?”. Piensas: “ya estoy cansada”.
¿Tenían sensación de pioneras, de estar derribando muros?
Personalmente yo sí.
¿Tiene hijas?
Tengo una hija.
Le recomendaría que fuese Policía.
Si hubiese tenido esa vocación, sí.
¿Le hubiese gustado?
Pues sí, es muy interesante la Policía.
¿Notaba cuando tenía que hacer algún servicio en la calle que le mostraban menos respeto por ser mujer?
No se me ha dado eso. Yo nunca he utilizado el uniforme en la calle.
¿Y cuándo tenían que ir a poner una denuncia?
No, llegaba la gente tan acojonada que allí le valía todo, incluso me veían bien, daba un aspecto como de dulcecita y hasta lo veían bien (ríe).
¿Cómo ve el papel de la mujer en unidades específicas como los GEO?
Hay mujeres muy intrépidas, yo comprendo que una mujer quiera ser GEO.
¿Qué le diría a una mujer que esté ahora mismo en la Policía?
Primero que le guste lo que está haciendo y que se sienta policía y, si no está a gusto en el sitio donde esté, que la Policía es muy diversa, hay hasta departamento de arquitectura o veterinaria.
¿Y qué espina le ha quedado? ¿Qué le ha quedado por hacer?
(No duda) A mi me hubiera gustado ser comisaria general de Policía Judicial.
Es una plaza sujeta a muchas presiones políticas.
Tremenda.
Una de sus compañeras de aquella primera promoción fue asesinada por ETA...
María José (interrumpe).
Su caso es especialmente doloroso porque acudieron a un edificio a detener a un etarra y ella decidió subir por las escaleras y sus compañeros en el ascensor. Justo en ese momento el terrorista bajó, se topó con ella y abrió fuego.
Estudié con ella, la conocía. Fue tremendo.