España

Gabriel Ferrán: "Había informes alarmistas pero nos pillaron a todos de sorpresa"

El último embajador de España en Afganistán, Gabriel Ferrán, concede su primera entrevista desde que coordinó la evacuación de los españoles y de los colaboradores afganos a finales del mes

El último embajador de España en Afganistán, Gabriel Ferrán, concede su primera entrevista desde que coordinó la evacuación de los españoles y de los colaboradores afganos a finales del mes de agosto en Kabul. Pese a haber sido cesado semanas antes, decidió quedarse en su puesto junto con el resto de su equipo diplomático y de las fuerzas de seguridad y no abandonar la capital afgana hasta que concluyera la operación de rescate de los colaboradores afganos. En su ejemplo, Vozpópuli ha querido reconocer la labor de la diplomacia española en todo el mundo.

Pregunta: Usted ha sido uno de los iconos de la Acción Exterior de España en los últimos meses. ¿En qué medida es tan importante la acción exterior de España? ¿Cree que la sociedad la valora en su justa medida?

Respuesta: En el ministerio de Asuntos Exteriores pensamos muchas veces que no se conoce todo lo que hacemos pero, en este caso, con el proceso de evacuación en Kabul, el esfuerzo ha sido reconocido de forma un poco excesiva. No porque las circunstancias no lo justificasen, porque las de Kabul fueron dramáticas, pero hay muchos otros puestos en el Servicio Exterior que también son muy duros.

La operación de Kabul ha sido muy importante y ha movilizado muchos esfuerzos pero el año pasado, con motivo del coronavirus, cerca de 15.000 españoles y residentes en España fueron evacuados en seis meses en un esfuerzo tremendo. El servicio de Acción Exterior es muy importante y suele tener un reflejo adecuado en la prensa. En mi caso creo que ha sido un reconocimiento excesivo, no por no merecido, porque todo el equipo hizo un gran esfuerzo, pero cuando volví a España no pensé que lo que hacíamos en Afganistán fuera seguido con tanto interés.

P: ¿Cómo era el país que se encontró a su llegada y como fue la evolución de su día a día en sus años allí? Porque la Embajada sufrió varios ataques, entre ellos un atentado en el que murieron dos policías españoles.

R: Cuando llegué el entorno era muy complicado. Habíamos tenido un atentado terrorista muy importante en diciembre de 2015 con dos policías que fallecieron además de miembros de la policía local afgana. Teníamos medidas muy estrictas y un contingente de protección de la policía nacional con excelentes profesionales y vivíamos en una situación de reclusión. Pero hacía una vida razonablemente normal dentro de un entorno muy difícil. Nos reuníamos los diplomáticos, también con los afganos, que eran muy hospitalarios. Cambió mucho Afganistán con el coronavirus y la situación pasó a ser aún más excepcional y dejamos de hacer muchas actividades. Los tres años que he estado allí han sido muy intensos pero pude llevar una vida razonablemente buena, no me pesaron.

P: Tres años que acaban de forma precipitada con esa evacuación masiva y esa retirada de Estados Unidos y de las tropas internacionales del país. La percepción general ha sido que el colapso del gobierno afgano ocurrió antes de lo que se podía prever. ¿Le sorprendió que se precipitaran tanto los acontecimientos?   

R: Sí me sorprendió. Nos pillaron de sorpresa a todos. Había informes alarmistas porque cuando se decide por parte de la comunidad internacional retirar las tropas se genera mucha inquietud en el gobierno afgano y en la sociedad y un recrudecimiento en la actividad de los talibanes. Había previsiones de que la situación política y de seguridad se podía degradar pero no de forma tan intensa. Cuando los talibanes empiezan a tomar capitales de provincias se produce un éxodo hacia Kabul y entonces todas las embajadas empiezan a iniciar programas de evacuación pero cuando estábamos en este trabajo de ver qué previsiones hacíamos en los próximos meses, llegó la caída de Kabul y tuvimos que evacuar las embajadas antes de la retirada de las tropas, que era un escenario que nadie había previsto.

P: El personal de la embajada ha sido condecorado tras su regreso de Afganistán. Ahora que han pasado unas semanas, ¿cómo recuerda los últimos días en Kabul y esa retirada?

R: Nos pilló de sorpresa. Había un escenario para evacuar a una base militar pero no con esa precipitación y hacíamos el esfuerzo por no irnos antes de tiempo porque era una mala señal política. Tuvimos que improvisar sobre la marcha. Recuerdo la excelente acogida que tuvimos por partes de los militares norteamericanos y las tropas internacionales y la solidaridad entre las embajadas. Había mucha incertidumbre porque había que evacuar a los afganos cercanos. Había mucha inquietud los primeros días en los que había noticias de que la gente se empezaba a aglomerar en las puertas y no había certeza de cómo iban a poder entrar.

Teníamos unos plazos hasta la retirada de tropas a finales de mes y nos generaba mucha inquietud ver si éramos capaces de que lograsen entrar. Luego las cosas salieron razonablemente bien en el aspecto de la evacuación y pudimos hacer entrar en la base a mucha gente gracias a la espléndida labor que hicieron las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado y los militares con larguísimas jornadas de trabajo en las puertas identificando a los afganos que habían colaborado con nosotros, que no siempre era fácil. Además, las puertas se abrían y cerraban en función de las circunstancias.

Fue un trabajo muy duro pero cuando vimos que estábamos logrando hacer entrar en la base y evacuar a la mayoría de las personas que queríamos, tuvimos un cierto alivio. También tristeza por la gente que se había quedado atrás. No solo algunos colaboradores, también muchos amigos y conocidos afganos. Pensaba qué sería de sus vidas y qué diferente el Afganistán del que me fui que el que conocí cuando yo llegué.

Nos llamaban desde fuera para decirnos que llevaban horas, que les habían pegado en algunos controles, que pasaban sed. Era dramático

P: Y eso que en un inicio había 500 personas en las listas iniciales de evacuación y al final se sacaron a 1.900…

R: Las listas se hicieron por círculos concéntricos. Primero los más estrechos y luego se fueron ampliando a colaboradores del contingente militar y que habían trabajado para nosotros en el pasado. Se intentó adoptar el criterio más generoso posible y al final se consiguió una lista más amplia.

P: Españoles que estuvieron en Afganistán han relatado a Vozpópuli que se encontraron con muchas situaciones críticas al tratar de evacuar a los colaboradores afganos. Familias divididas… condiciones duras de seguridad, de higiene…

R: Los que lograron entrar en la base tuvieron suerte. Lo pasaron muy mal en las puertas, había mucha aglomeración. Acudía a la base mucha gente que quería huir del país. Se producían aglomeraciones muy peligrosas. En los controles de los talibanes y de su gente cercana que bloqueaban los accesos se trataba muy mal a la gente y era impredecible cómo iban a actuar. Era una situación no prevista, las bases no estaban previstas para gestionar esas masas y eso hacía que las condiciones de acceso fueran muy duras.

Nos llamaban desde fuera por el móvil para decirnos que estaban ahí horas, que les habían pegado en algunos controles, que pasaban sed… y era dramático e impactaba mucho. Una vez dentro de las bases hubo que improvisar campamentos y zonas de habitabilidad para todos los afganos que íbamos sacando. Se hizo lo mejor posible, los americanos nos ayudaron mucho con alimentos y necesidades básicas. Cuando se producían entradas grandes había satisfacción por evacuar a muchos pero también era un reto acoger a todos antes de coger un avión el día siguiente para salir a España.

P: De esos últimos días de evacuaciones, de tensión… ¿Cuál es esa imagen que no se quita de la cabeza?

R: El cansancio. Me impresionó el cansancio de los soldados y de los refugiados por las largas jornadas que había que hacer y lo durísimas que eran esas condiciones de trabajo humanitario en las puertas. Yo le dedicaba muchas horas pero tenía la sensación de que trabajaba menos que otros muchos que estaban en primerísimo plano como nuestros militares o policías que hacían un esfuerzo hercúleo trabajando en las puertas. Había mucho cansancio y los que estaban peor eran los refugiados afganos. Tenían un gesto de esperanza y alegría pero la estancia en la base, aunque se intentaba que fuera la mejor, no era tan fácil. Se estaba desmantelando y todos estábamos en condiciones un poco precarias.

P: Un esfuerzo incluso suyo propio como embajador que siguió al pie del cañón hasta el último minuto. ¿Era consciente de que se hablaba mucho de usted en España en esos últimos días?

R: Me lo decían pero teníamos problemas de comunicación, las líneas locales empezaban a fallar y tampoco pude prestarle mucha atención. En cualquier caso fue una labor colectiva y debo dar las gracias al fantástico equipo de diplomáticos, funcionarios civiles, fuerzas y cuerpos de seguridad, militares… todos hicieron un trabajo admirable y el reconocimiento debe ser colectivo porque fue un trabajo de equipo y eso fue lo más gratificante.

P: ¿Cuál ha sido el mayor éxito de la diplomacia española en Kabul y la mayor frustración tras todo lo ocurrido?

R: Dada la situación actual de Afganistán y la forma en que nos fuimos, hay que ser muy prudentes al hablar de éxitos. Lo que sí puedo decir es que en Afganistán los contingentes militares internacionales y las embajadas hemos estado 20 años y se han hecho muchas cosas bien. Lo más positivo es que hay una nueva generación de hombres y mujeres, de jóvenes que han conocido un Afganistán muy distinto al de sus padres y que han sido educados en libertad y tolerancia y ese es un legado que va a quedar. Es un motivo de satisfacción. El futuro es incierto pero ojalá esa generación pueda levantar la voz y hacer valer sus derechos y la comunidad internacional tiene que estar con ellos. El mayor fracaso ha sido no haber previsto lo que ocurrió y no haber estado en medios de poder haber hecho más para que Afganistán no se haya quedado en la situación actual.

Sentí tristeza por la gente que se quedaba atrás. Pensaba qué sería de sus vidas y qué diferente el Afganistán del que me fui que el que conocí cuando yo llegué

P: ¿Qué percepción tiene de cómo queda la situación de las mujeres y de las minorías con la vuelta al poder de los talibanes?

R: Ha habido un retroceso clarísimo y es un motivo de preocupación. Me consta que lo es para todos los gobiernos occidentales y es un motivo de frustración haber visto que en el país, a pesar de los errores, se lograron avances como el acceso a la educación para una generación que vivió de otra manera. Solo cabe esperar que este retroceso sea lo más temporal posible y que Afganistán pueda encarar pronto otro futuro.

P: Se han quedado en Afganistán muchos colaborares y personas con las que guarda relación. ¿Qué futuro les espera? ¿Mantienen el contacto con ellos?

R: Mantengo contacto con los miembros de la embajada que son los afganos con los que más trato tuve. Les pregunto con frecuencia y hay un sentimiento generalizado que es el miedo. La gente tiene miedo, sale poco de casa, cambia a menudo de domicilio. Está en situación de inseguridad y eso es tremendo.
La UE ha abierto una delegación en Afganistán para poder tener contacto directo con el régimen Talibán.

P: ¿Es importante mantener un peso político en la zona? ¿Se pueden conseguir avances hacia la moderación?

R: No se debe dejar a los afganos atrás y es importante que de alguna manera la comunidad internacional siga presente en Kabul porque los afganos lo van a agradecer y para los talibanes es una señal de que estamos ahí. Veremos las fórmulas porque regresar a Kabul es muy complicado en estos momentos y los pasos que se están dando son con mucha cautela. En cualquier caso, de alguna manera hay que estar presente en Afganistán con los afganos.

P: Estados Unidos ha trasladado sus oficinas diplomáticas a Qatar. Es un movimiento que también estudian otros países. ¿Cuál es la utilidad? ¿Se puede ejercer la diplomacia a distancia?

R: La fórmula Qatar ya la han utilizado de forma transitoria algunos países a la espera de regresar a Kabul. Lo mejor sería regresar cuando se den las condiciones pero, mientras tanto, puede que no sea una mala vía. El tiempo dirá las ventajas y los inconvenientes de estar en Qatar.

Los que estaban peor eran los refugiados afganos. Tenían un gesto de esperanza y alegría pero la estancia en la base no era tan fácil

P: Planteamos las tres preguntas comunes que hacemos a las diez personalidades distinguidas por Vozpópuli. ¿Qué valor o qué característica destacaría de España frente a otros países?

R: Uno de los rasgos que me enorgullece mucho de España es que somos uno de los países más visitados. Por nuestro carácter acogedor y porque hemos hecho un país que resulta atractivo. No solo para los turistas, también por otros indicadores. Cuando trabajaba en temas comunitarios, éramos ya uno de los destinos favoritos de los estudiantes de los programas Erasmus, también para los profesores para hacer una estancia académica. Además de eso, recuerdo una anécdota de mi carrera diplomática de cuando estuve destinado en Bruselas. Un día se organizó una donación de sangre en un autobús belga al lado de la Representación Permanente de España ante la UE y yo acudí al igual que muchos compañeros.

Le pregunté al sanitario belga si estos programas se hacían con muchas representaciones permanentes y me dijo que no, que con muy pocas porque en muchos países no existe esa cultura de donar. Me dijo que la embajada de España era una de las que mejor funcionaba en donaciones y me sorprendió. Este sanitario belga no tenía ninguna razón para halagarme, solo me contaba su experiencia y me explicó que en España había una cultura de solidaridad y de donar sangre que no había en otros países. Me alegró y pensé que probablemente en España tenemos muchas virtudes que no nos reconocemos a nosotros mismos.

Igual no reconocerlas podría ser una respuesta a nuestra siguiente pregunta. En este sentido, le preguntamos cuál sería uno de los principales defectos de la sociedad española que se debería mejorar.
Siempre hay que mejorar. Tal vez deberíamos hacer más énfasis en algunas virtudes y valores importantes que tenemos como el civismo, la educación, el orgullo de nuestro país y el patriotismo, la tolerancia y la comprensión hacía el otro… Si algo deberíamos hacer es fomentar valores básicos que están en la esencia de las políticas que implementamos y de nuestra convivencia. Practicar esos valores día a día podría contribuiría a que mejorásemos como país.

P: Por último, usted que ha vivido en muchos países, ¿qué valor le da a la libertad de prensa?

R: Mucho. Es un valor constitucional como la libertad de expresión o de cátedra. Hace que los países sean más eficaces y libres, que avancen hacia el futuro y que los ciudadanos tengan más derechos. Es un valor fundamental para nuestros derechos y nuestra convivencia que se esté informando con libertad y pluralidad de lo que ocurre.

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