España

Hablan menores de bandas internos: "El camino es muy corto; acabas muerto o preso"

Varios exmiembros de bandas juveniles internos en el Centro de Menores Teresa de Calcuta (Brea del Tajo) explican a Vozpópuli el proceso de reinserción: "antes no veíamos a los rivales como personas"

  • Los menores infractores jugando juntos al fútbol en el Centro Teresa de Calcuta en Brea del Tajo (Madrid)

"El camino de las bandas es muy corto y solo tiene dos finales: acabas muerto o preso". Son las reflexiones de un menor interno en el Centro Teresa de Calcuta que protagonizó una reyerta de bandas juveniles. Vozpópuli ha podido hablar con tres de estos jóvenes que participan cada semana en el proyecto 'Mucho más que fútbol', creado por Antonio Fernández Merchán, miembro de la estructura técnica del Sevilla. "Antes en la calle a los compañeros no les veía como personas", relata uno de ellos.

El Teresa de Calcuta se encuentra ubicado en el municipio de Brea del Tajo a más de sesenta kilómetros del centro de Madrid. Es el único que está fuera de la capital. En sus instalaciones han pernoctado y residido los menores que han protagonizado las últimas noticias sangrientas de bandas en la región. Reyertas, homicidios o robos son algunos de los antecedentes que coleccionan sus residentes.

El exterior del centro de menores Teresa de Calcuta en Brea del Tajo (Madrid)

En total cuentan con 138 plazas de las cuales 126 están ocupadas. Todos los jóvenes se encuentran por mandato judicial y 35 con medidas cautelares. Estas decisiones provisionales solo pueden prolongarse nueve meses en los menores. Esa fue la circunstancia de los miembros de los Dominican Don't Play (DDP) que fueron detenidos por el asesinato del rapero Isaac. El plazo venció y salieron del Teresa de Calcuta. No obstante, el 45% del total ya han cumplido la mayoría de edad pero se encuentran en sus instalaciones porque delinquieron siendo menores.

Todos los centros de la Comunidad de Madrid cuentan con programas troncales y específicos para que los jóvenes puedan recuperar el tiempo laboral y académico perdido. También les proporcionan terapias para que superen sus adicciones. La mayoría de ellos tienen problemas con el alcohol, las drogas y el uso desmesurado de las redes sociales.

No tienen móvil y solo una visita a la semana

En el Teresa de Calcuta los jóvenes duermen en habitaciones individuales. Cuentan en sus módulos con grupos de 8 a 12 personas. La vigilancia dentro de sus instalaciones es exhaustiva ya que cuentan con dos trabajadores por chaval interno.

El día de estos menores infractores comienza a las 7:45 horas cuando se levantan. En un primer momento tienen que ordenar y limpiar la habitación y sus zonas comunes. Después llega el tiempo del aseo. Están agrupados por edades y también por la progresión que los educadores observan en ellos.

El interior de las instalaciones del centro de menores

A las 8:15 horas desayunan en las salas comunes. Colaboran tanto en poner la mesa como en quitarla y limpiarla. A las 9 horas cada chico tiene su tiempo de estudio, que puede ir desde la ESO, Bachillerato o FP. Concluyen a las 13:45. A las 14 horas tienen la hora de la comida hasta las 15 horas que disponen de tiempo para el ocio individual. Lo dedican para leer, estudiar o escuchar música.

A las 16 horas cuentan con actividades complementarias que puede ser desde hacer deporte hasta prácticas. A las 20 horas es la cena y después, a las 21:30 horas, disponen de tiempo de llamadas o para descansar y ver la tele. A las 22 horas se cierran las luces del centro hasta el nuevo día. "No tienen el móvil y una vez a la semana pueden tener una visita de 45 minutos", explica el director del centro José Antonio Morales.

Su sueño: opositar a policía o bombero

El objetivo en el Teresa de Calcuta es la "reinserción a través de la educación". "Son los mismos chicos que entran pero salen convertidos en personas diferentes. Con planes de futuro e inquietudes", asegura. Son los casos de Carlos, Alejandro y Gonzalo (nombre ficticios). Tres menores que protagonizaron hechos delictivos de bandas. Aún les queda tiempo que cumplir dentro del centro, más de un año, pero su mentalidad ha cambiado. Es totalmente distinta.

Uno de los murales pintados por los propios jóvenes internos en el Teresa de Calcuta

El sueño de estos chicos es opositar para ser agentes de la Policía Nacional o bomberos. No lo tienen aún claro del todo. En lo que sí coinciden es en que el primer mes dentro del Teresa de Calcuta fue lo "más complicado". Gonzalo, un joven de 17 años, lleva 18 meses en el centro y le queda por cumplir otros 18 de su pena. "Yo era muy impulsivo todo el rato. En todo este tiempo he aprendido a controlarme y pensar antes de actuar", explica a Vozpópuli.

"Ves a los que supuestamente son tus rivales que son chavales normales. Yo no les he hecho nada a ellos y ellos no me han hecho nada. Vamos a llevarnos bien", afirma. "No merece la pena meterse en bandas, pegarse por drogas, robar a la gente en la calle ... ¿Para qué? Hay muchos problemas. Cada vez hay gente más joven en las bandas con las cabezas locales", critica.

"Tienes toda la vida por delante y luego te arrepientes"

Para este chico uno de los problemas es que a los "jóvenes les gusta la delincuencia por la música" porque escuchan reggaeton que "te habla de ir a la calle y en la calle no hay cosas buenas". "La vida es difícil", reconoce.

Otro de estos jóvenes, Carlos, afirma que le costaba "expresarse" y en este centro ha aprendido valores como el "compañerismo". "Es una salvación. El camino de las bandas es muy corto y tiene dos finales: o acabas muerto o preso", añade.

Además lanza un mensaje para estos pandilleros. "Son niños de 14 ó 15 años. Tienen toda la vida por delante, luego te arrepientes y es tarde. Yo antes pensaba que había que vivir el día de hoy y no el mañana", lamenta este chico al que quedan meses de condena.

Carlos, Alejandro y Gonzalo son tres de los dieciséis miembros que forman parte esta temporada del programa 'Mucho más que fútbol'. Una iniciativa que nació de los pensamientos de Antonio Fernández Marchán, técnico de captación de talento internacional del Sevilla. Con más de 13 años de duración se ha consolidado como una de las actividades favoritas de los internos.

Desde un consejo a un abrazo

Marchán viaja cada lunes desde Andalucía hasta Brea del Tajo para pasar tres horas con estos chicos. Su trabajo fundamental es inculcarles el compañerismo dentro del fútbol. En sus ejercicios no hay entrenador y penaliza a los jugadores que no pasan la pelota cuando tienen una asistencia fácil. "El resultado da igual siempre", asegura.

Antonio Fernández Marchán en las instalaciones del Teresa de Calcuta

Este ojeador internacional ha llevado al centro a personalidades de todos los ámbitos como Sergio Ramos, César Azpilicueta, Vicente del Bosque o David de María. Sus experiencias y vivencias se han plasmado en el libro: 'Mi once de oro'. Un capítulo para cada desgarradora historia de estos menores infractores que con cariño y ayuda pudieron salir adelante.

Los jóvenes encuentran en Antonio desde un consejo hasta un abrazo. Lo que necesitan en cada momento. Muchos de ellos, cuando abandonan el centro, se ponen en contacto con este ojeador para continuar su relación. "Hay alguno que ha llegado a triunfar en su ámbito y son muy conocidos ahora", añade.

Es tal la implicación del técnico que les premia cuando entrenan bien. Desde barbacoas hasta coca colas. Y es que dentro del centro tienen una vida totalmente saludable que desaconseja este tipo de productos azucarados de los que tanto tiraban en el pasado. La dedicación de este entrenador queda reconfortada cuando algunos de estos jóvenes le escribe tiempo después y le confiesa: "Gracias, Antonio, me has salvado la vida".

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